Lunes de la IV Semana de Cuaresma

23 de marzo de 2020
(Ciclo A - Año par)







“Voy a crear” (Is 65, 17-21)

Este mundo en el que vivimos está tan marcado por las consecuencias del pecado que el llanto, la aflicción, la frustración, la muerte, forman parte de él de manera inexorable. Es tan profundo el mal, que no puede ser superado con un remedio parcial. Hace falta un nuevo inicio, un cambio total, la sustitución de este mundo por un mundo nuevo. Y ésta es la buena noticia que nos da el Señor: “voy a crear un nuevo cielo y una nueva tierra” en las que ya no habrá llanto ni gemido porque el mundo nuevo estará sellado por la alegría y el júbilo. Y en ellos la vida no tendrá fin: “habitaré en la casa del Señor por días sin término” (Sal 22, 6).

Creer la palabra de Jesús (Jn 4, 43-54)

“Todo cuanto pidáis en la oración, creed que ya lo habéis recibido y lo obtendréis” (Mc 11, 24). Esta palabra del Señor se cumplió al pie de la letra en el funcionario real que suplicó a Jesús por la vida de su hijo. Porque cuando uno busca a un médico, espera que éste visite al paciente, que lo reconozca y que le ponga un tratamiento. Pero nadie cree que el mejor médico pueda curar a distancia, con sólo su palabra, diciendo: “Anda, tu hijo vive”. Eso supera la capacidad de todo médico y remite al poder de Dios, que habla y, al hablar, crea los seres, tan sólo con su palabra, como se ve en el relato de la creación (Gn 1, 1-27). Al creer en la palabra de Jesús y no insistir más en su petición, este hombre traspasó el umbral de la vida corporal y entró en el ámbito de la vida eterna. “Y creyó él con toda su familia”.

Emergencia sanitaria: La libertad y la autorrestricción

Crecidos en la falsa cultura que dice que el hombre sólo tiene derechos y que el Estado existe para satisfacerlos sin dilación, las circunstancias actuales nos han recordado el papel indispensable de la libertad de cada uno de nosotros, para superar airosamente esta situación. Y me han venido a la mente las palabras de A. Solzhenitsyn: “Tras el ideal occidental de la libertad sin límites, tras el concepto marxista de la liberad como aceptación del yugo de la necesidad, he aquí la verdadera definición cristiana de libertad. ¡La libertad es autorrestricción! ¡Restricción del yo por el bien de los otros!”. Que el Señor nos la conceda.