Santa María, Madre de Dios

15 de agosto 

1 de enero de 2024

(Ciclo B - Año par)





  • Invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré (Num 6, 22-27)
  • Que Dios tenga piedad y nos bendiga (Sal 66)
  • Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer (Gal 4, 4-7)
  • Encontraron a María y a José y al niño. Y a los ocho días, le pusieron por nombre Jesús (Lc 2, 16-21)
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En este primer día del año civil, la Iglesia nos invita a contemplar a María, la Madre del Señor, para que en ella encontremos el camino que conduce a la paz. Ese camino está indicado en el evangelio al afirmar que María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

El corazón es el verdadero centro de la persona humana, es el lugar donde “se anudan” todas las dimensiones del hombre: su libertad, su inteligencia, su afectividad, su corporalidad. Lo que toca el corazón toca a la persona, me toca a mí, en lo más íntimo, en lo más personal de mi ser.

La actitud que María adopta es la de dejar entrar en su corazón todo lo que la realidad le pone ante sus ojos, sin censurar nada, sin prohibirse contemplar y acoger cualquier aspecto de la realidad, por desconcertante o hiriente que sea. Nosotros solemos prohibir la entrada en nuestro corazón a las realidades que nos pueden resultar hirientes, porque no queremos sufrir. Y para ello nos cerramos, nos bloqueamos, miramos para otro lado.

Frases...

El ‘heroísmo’ demuestra lo que puede hacer el hombre; la santidad manifiesta lo que el amor de Dios puede hacer en ti.



Autor: Madre Verónica María
Título: Que ninguno se pierda
Editorial: Instituto Iesu Communio, La Aguilera, 2022, (P. 74)

Sagrada Familia: Jesús, María y José.

15 de agosto 

31 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • Quien teme al Señor honrará a sus padres (Eclo 3, 2-6. 12-14)
  • Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos (Sal 127)
  • La vida de familia en el Señor (Col 3, 12-21)
  • El niño iba creciendo, lleno de sabiduría (Lc 2, 22-40)
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Mirar a la Sagrada Familia, que fue un matrimonio virginal: la calidad del amor entre María y José. La esencia del amor virginal es el “dejar ser” al otro y no pretender acapararlo para mí: saber agradecer la belleza del otro, aunque esa belleza no sea para mí.

La esencia del matrimonio no son las relaciones sexuales. La esencia del matrimonio es el caminar juntos hacia el Destino, que es Cristo, que es Dios. ¡Ya quisierais los casados tener entre vosotros una ternura como la que hubo entre María y José!

Lo primero en la Sagrada Familia es Dios. Lo que hizo a la Sagrada Familia no fue que José y María estuvieran enamorados y quisieran “hacerse felices” el uno al otro… Lo que hizo a la Sagrada Familia fue el hecho de que tanto para María como para José, el primero en su vida fue siempre y en todo Dios. Y por eso, y sólo por eso, María estaba esperando un hijo y José acogió en su casa a María y al hijo que ella esperaba.

Escuela de la fe #17: Perfumar el mundo.

Perfumar el mundo
"El buen olor de Cristo"


D. Fernando Colomer Ferrándiz
22 de diciembre de 2023


Enlace para escuchar en ivoox: https://go.ivoox.com/rf/126370699

Navidad (Misa del día)

15 de agosto 

25 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios (Is 52, 7-10)
  • Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios (Sal 97)
  • Dios nos ha hablado por el Hijo (Heb 1, 1-6)
  • El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1, 1-18)
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“Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres”, hemos proclamado en la segunda lectura de hoy. Un acontecimiento increíble ha sucedido: “Cuando un sosegado silencio lo envolvía todo y la noche se encontraba en la mitad de su carrera”, la Palabra de Dios “saltó del cielo, desde el trono real” y vino a la tierra, morando en medio de nosotros (Sb 18,14). “Dios ha realizado un milagro nunca visto entre los habitantes de la tierra: el que mide el cielo con la palma de su mano, yace en un pesebre de poco más de un palmo; el que en la cavidad de su mano contiene todo el mar, experimenta qué es nacer en una gruta. El cielo está lleno de su gloria y el pesebre está colmado de su esplendor”, canta San Efrén (+373).

“Os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo”, dice el ángel a los pastores. Se trata de un admirable intercambio por el que el Hijo de Dios asume nuestra naturaleza humana, para hacernos partícipes de su naturaleza divina, para deificarnos, para hacernos dioses, por participación en su vida divina. Como dice San Gregorio Nacianceno (+390): “El que enriquece mendiga. Se empobrece tomando mi carne para que yo me enriquezca con su naturaleza divina. Se vacía quien está repleto de todas las cosas (…) para que yo participe de su plenitud”. Él, siendo rico, se ha hecho pobre por vosotros, a fin de que su pobreza os enriquezca (2Co 8,9)”.

Navidad (Misa de medianoche)

15 de agosto 

25 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • Un hijo se nos ha dado (Is 9, 1-6)
  • Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor (Sal 95)
  • Se ha manifestado la gracia de Dios para todos los hombres (Tit 2, 11-14)
  • Hoy os ha nacido un Salvador (Lc 2, 1-14)
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Queridos hermanos: ¿Cuál es el misterio que estamos celebrando? NO celebramos ciertamente el solsticio de invierno, ni los paisajes nevados, ni un vago y genérico “espíritu de la Navidad”, ni unos sentimientos filantrópicos de simpatía y bondad para todos, SINO el nacimiento en la carne del Hijo único de Dios. Es este acontecimiento histórico, realmente acontecido, lo que celebramos hoy. Es este hecho, que es el único, por cierto, que puede fundamentar unos sentimientos de bondad y de misericordia para con todos los hombres, y sobre todo de esperanza de salvación para todos.

Este hecho consiste en que “un niño nos ha nacido, un hijo de nos ha dado”, como afirma el profeta Isaías en la primera lectura de hoy. Cuando nace un niño, sus padres descubren inmediatamente, con sorpresa, que ese hijo que ha venido al mundo a través de ellos, a través de su abrazo de amor, es otro, es distinto, es un sujeto humano diferente, en el que ya se vislumbran formas y criterios propios, independientes de los de sus padres. Aunque su existencia misma depende todavía por completo del cuidado de sus padres para subsistir, sin embargo ya muestra claramente su alteridad, su ser-otro.

Frases...

Hay dos formas de espera: la espera pasiva, en la pereza, y la espera receptiva, en la apertura. Quien espera pasivamente en la pereza impide la llegada de lo que espera. Quien espera en una tensión tranquila, abierta a lo que puede encontrar, trabaja por su venida.


Paul Tillich

IV Domingo de Adviento (hasta la hora de nona)

15 de agosto 

24 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • El reino de David se mantendrá siempre firme ante el Señor (2 Sam 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16)
  • Cantaré eternamente tus misericordias, Señor (Sal 88)
  • El misterio mantenido en secreto durante siglos eternos ha sido manifestado ahora (Rom 16, 25-27)
  • Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo (Lc 1, 26-38)
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En la proximidad de la Navidad la liturgia de este IV domingo de Adviento nos recuerda cuál es la identidad de Jesús, del Mesías esperado, porque en la identidad de Jesús, descubrimos también la identidad de Dios. El evangelio de hoy nos describe esta identidad con dos expresiones: “Hijo del Altísimo” o “Hijo de Dios” y, por otro lado, “hijo de David”, puesto que el ángel le dice a María que el Señor Dios le dará el trono de David su padre.

San León Magno afirma, en una de sus cartas: “De nada sirve reconocer a nuestro Señor como hijo de la bienaventurada Virgen María y como hombre verdadero y perfecto, si no se le cree descendiente de aquella estirpe que en el Evangelio se le atribuye. Pues dice Mateo: Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. El evangelio de hoy se preocupa de subrayar que José, con quien estaba desposada la virgen María, era “de la estirpe de David”.

Buscar y comprender a Dios

Señor Dios nuestro, nosotros creemos en Ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pues la Verdad no habría dicho: “Id y bautizad a todas las naciones en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19), si Tú no fueras Trinidad. Y Tú no habrías ordenado, Señor Dios nuestro, que fuéramos bautizados en un nombre que no fuera el del Señor nuestro Dios.

Tanto como he podido, tanto como Tú me has concedido poder, yo te he buscado; he deseado ver con la inteligencia lo que yo creía; he estudiado mucho y mucho también me he fatigado; Señor Dios mío, mi única esperanza, escúchame, pues tengo miedo de que, a causa del cansancio, no quiera buscarte más; haz que siempre busque ardientemente tu rostro (Sal 104, 4). Dame la fuerza de seguir buscándote, Tú que has hecho que yo te encuentre y me has dado la esperanza de encontrarte cada vez más.

Ante Ti está mi fuerza y mi debilidad: guarda mi fuerza y cura mi debilidad. Ante Ti está mi conocimiento y mi ignorancia: acógeme cuando quiero entrar por las puertas que Tú me has abierto; y cuando llame a las puertas que Tú me has cerrado, ábrelas, Señor. Concédeme acordarme siempre de Ti, comprenderte a Ti, que es a quien yo amo. Acrecienta en mí estos dones, hasta que Tú me hayas reformado por completo.

San Agustín

III Domingo de Adviento

15 de agosto 

17 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • Desbordo de gozo en el Señor (Is 61, 1-2a. 10-11)
  • Me alegro con mi Dios (Salmo: Lc 1, 46-50. 53-54)
  • Que vuestro espíritu, alma y cuerpo se mantenga hasta la venida del Señor (1 Tes 5, 16-24)
  • En medio de vosotros hay uno que no conocéis (Jn 1, 6-8. 19-28)
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El evangelio de hoy nos presenta a Juan el Bautista ante todo como el testigo de la luz, según lo que el evangelista afirma de él poco antes: “Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino (…) para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él” (Jn 1,6-8). El bautismo era una actividad insólita en la historia de Israel. Por eso Juan, bautizando, llamaba la atención, y suscitaba algunas preguntas del tipo: “¿Adónde quiere llegar Juan actuando así? ¿Quién piensa que es?” Por eso las autoridades judías, desde Jerusalén, envían una delegación compuesta por sacerdotes, levitas y fariseos, para preguntarle a Juan quién es él y con qué autoridad hace lo que está haciendo. Estas preguntas van a darle a Juan la ocasión de dar testimonio de la luz.

Resulta paradójico que la luz necesite un testimonio. Sin embargo los hombres no se encuentran de manera espontánea con el resplandor de la luz, y hace falta que alguien les ayude a reconocer ese resplandor, a descubrir dónde está la luz. Es como si la luz fuera un tesoro escondido que debe ser primero descubierto, para que, a continuación, lo ilumine todo con su resplandor. Y así es Jesús. Él es “la Palabra (…) que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (Jn 1,9). Pero su verdadera realidad no se encuentra simplemente en la superficie, siendo accesible con cualquier acercamiento. Porque Él no se impone, no hace violencia ni fuerza a nadie. Por eso es siempre posible evitarle y prescindir de Él. Jesús es la luz que exige la libre decisión del hombre para iluminar. Esa libre decisión se llama fe. Y para que el hombre pueda tomarla es imprescindible la ayuda del testimonio. Juan es el primer testigo de Jesús, el primero que revela su verdadera realidad y que le pone de manifiesto como luz.

El desierto

El desierto permite deshacerse de todos los ropajes que nos dificultan el acceso a la verdadera persona que cada uno de nosotros somos. Esta verdadera persona es nuestra identidad profunda, la que conocemos cuando discernimos y renunciamos a todas esas falsas identificaciones de nosotros mismos que nos dejan un regusto de insatisfacción, de no cumplimiento, de desacuerdo, de mentira o de injusticia. Un tiempo de vida suficientemente retirado, solitario, permite este conocimiento de sí mismo.

El desierto es el lugar donde los espejismos y las ilusiones se disipan; el lugar en el que aparecen los verdaderos desafíos; el lugar donde se ponen a prueba las motivaciones y los apegos profundos; el lugar donde se deja de lado lo accesorio y lo secundario para ocuparse de lo esencial; el lugar en el que se reordenan las prioridades. El desierto es el lugar en el que encontramos la distancia necesaria para liberarnos de las esclavitudes dominantes y de las posibles alienaciones y podemos clarificar, evaluar y fortalecer nuestro comportamiento, nuestro proyecto de vida; es el lugar para anticipar y prever las adversidades que aparecerán en el desarrollo de nuestra vocación. Todo esto es lo que ocurre en el desierto cuando un verdadero discípulo de Cristo entra en él, viviendo de su Espíritu.




Autor: Soeur CATHERINE
Título: Récits d’une ermite de montagne
Editorial: Le Relié, Paris, 2019, (pp. 192 ; 210)










II Domingo de Adviento

15 de agosto 

10 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • Preparadle un camino al Señor  (Is 40, 1-5. 9-11)
  • Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación (Sal 84)
  • Esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva (2 Pe 3, 8-14)
  • Enderezad los senderos del Señor (Mc 1, 1-8)
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En este tiempo de Adviento la liturgia de la Iglesia dirige nuestra atención hacia la única promesa que Dios nos ha hecho y que todavía no ha cumplido, la que profesamos en el Credo diciendo: “Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos”. Y a nosotros, como a los primeros cristianos, se nos plantea la cuestión: ¿por qué tarda tanto en venir el Señor?

San Pedro, en la segunda lectura de hoy, responde a esta pregunta recordándonos, en primer lugar, que el tiempo de Dios no es como el tiempo de los hombres, que para Dios “mil años son como un día y un día es como mil años”. Con ello nos invita a entrar en el misterio de Dios, a comprender que los plazos de Dios no son nuestros plazos, y que los “cálculos” de Dios no se hacen con una medida humana. Nos invita, por lo tanto, a la confianza, al abandono, a saber que Él está ahí, actuando, pero con un obrar que no se ajusta a los parámetros de nuestra temporalidad.

Frases...

El tamaño de la inteligencia de un hombre siempre puede medirse por su alegría.


C. S. LEWIS

La Inmaculada Concepción de la Virgen María

15 de agosto 

8 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • Pongo hostilidad entre tu descendencia y la descendencia de la mujer (Gen 3, 9-15. 20)
  • Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas (Sal 97)
  • Dios nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo (Ef 1, 3-6. 11-12)
  • Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo (Lc 1, 26-38)
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La liturgia de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María nos retrotrae al inicio de la creación, al paraíso en el que Dios situó al hombre recién creado a imagen y semejanza de Él, creado “en la santidad y en la justicia”. Es el hombre según el querer de Dios, el hombre conforme a su voluntad. El hombre así creado vivía en la inocencia, lo que significa que veía todas las cosas en Dios, que percibía la realidad en la mirada de Dios. Por eso dice la Escritura que “estaban desnudos y no sentían vergüenza”. En efecto, en la desnudez corporal veían el ser personal del otro, “se veían”, porque así es la mirada de Dios: “todo es puro para los puros”.

Orantes

Con frecuencia somos testigos de que creyentes y no creyentes se acercan para presentar sus inquietudes, sus necesidades y sufrimientos. Cuando experimentan la impotencia, llaman a la puerta de aquellos que saben que oran y que también rezan por ellos; acuden a aquellos que saben que no solo escuchan sus sufrimientos, sino que hacen suyo el dolor y se lo presentan a Dios con la fe y la esperanza puesta en Cristo Resucitado y en su victoria, que es nuestra victoria.

“Este es el que ama a los hermanos, el que ora mucho por su pueblo…”, reza el responsorio del Oficio de Pastores. ¡Ama a sus hermanos el que ora por ellos!...

Quizá la mayor miseria de este mundo sea la de no poder reconocer la ausencia de Dios como ausencia. Hoy muchos languidecen por la falta de Cristo, y sufren la peor de las enfermedades: han perdido el gusto por vivir.

I Domingo de Adviento

15 de agosto 

3 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • ¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses!  (Is 63, 16c-17. 19c; 64, 2b-7)
  • Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve (Sal 79)
  • Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo (1 Cor 1, 3-9)
  • Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa (Mc 13, 33-37)
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Dos palabras resumen la exhortación que el Señor nos hace en este primer domingo de Adviento: “Mirad” y “vigilad”. “Mirad”, es decir, “tened los ojos abiertos” para percibir bien cuál es vuestra situación. Para ello el Señor nos narra una breve parábola de la que se desprende que nuestra situación se caracteriza por dos rasgos:

a) Por la ausencia del dueño de la casa, del Señor. En efecto, el mundo, y con él nuestra vida, transcurre como si no hubiera “dueño de la casa”, puesto que está ausente, puesto que se ha ido de viaje. Esta sensación de ausencia puede suscitar en nosotros algunas tentaciones, que San Agustín (+ 430) describe así: “Los hombres observan que los bienes y los males de la vida presente son participados indistintamente por buenos y malos (…) Y se dicen para sus adentros que Dios no se ocupa de las cosas humanas, sino que las ha abandonado al azar, en el profundo abismo de este mundo, ni se preocupa en absoluto de nosotros. Y de ahí pasan a desdeñar los mandamientos”.