Santa María, Madre de Dios

15 de agosto 

1 de enero de 2024

(Ciclo B - Año par)





  • Invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré (Num 6, 22-27)
  • Que Dios tenga piedad y nos bendiga (Sal 66)
  • Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer (Gal 4, 4-7)
  • Encontraron a María y a José y al niño. Y a los ocho días, le pusieron por nombre Jesús (Lc 2, 16-21)
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En este primer día del año civil, la Iglesia nos invita a contemplar a María, la Madre del Señor, para que en ella encontremos el camino que conduce a la paz. Ese camino está indicado en el evangelio al afirmar que María conservaba todas estas cosas, meditándolas en su corazón.

El corazón es el verdadero centro de la persona humana, es el lugar donde “se anudan” todas las dimensiones del hombre: su libertad, su inteligencia, su afectividad, su corporalidad. Lo que toca el corazón toca a la persona, me toca a mí, en lo más íntimo, en lo más personal de mi ser.

La actitud que María adopta es la de dejar entrar en su corazón todo lo que la realidad le pone ante sus ojos, sin censurar nada, sin prohibirse contemplar y acoger cualquier aspecto de la realidad, por desconcertante o hiriente que sea. Nosotros solemos prohibir la entrada en nuestro corazón a las realidades que nos pueden resultar hirientes, porque no queremos sufrir. Y para ello nos cerramos, nos bloqueamos, miramos para otro lado.

Frases...

El ‘heroísmo’ demuestra lo que puede hacer el hombre; la santidad manifiesta lo que el amor de Dios puede hacer en ti.



Autor: Madre Verónica María
Título: Que ninguno se pierda
Editorial: Instituto Iesu Communio, La Aguilera, 2022, (P. 74)

Sagrada Familia: Jesús, María y José.

15 de agosto 

31 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • Quien teme al Señor honrará a sus padres (Eclo 3, 2-6. 12-14)
  • Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos (Sal 127)
  • La vida de familia en el Señor (Col 3, 12-21)
  • El niño iba creciendo, lleno de sabiduría (Lc 2, 22-40)
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Mirar a la Sagrada Familia, que fue un matrimonio virginal: la calidad del amor entre María y José. La esencia del amor virginal es el “dejar ser” al otro y no pretender acapararlo para mí: saber agradecer la belleza del otro, aunque esa belleza no sea para mí.

La esencia del matrimonio no son las relaciones sexuales. La esencia del matrimonio es el caminar juntos hacia el Destino, que es Cristo, que es Dios. ¡Ya quisierais los casados tener entre vosotros una ternura como la que hubo entre María y José!

Lo primero en la Sagrada Familia es Dios. Lo que hizo a la Sagrada Familia no fue que José y María estuvieran enamorados y quisieran “hacerse felices” el uno al otro… Lo que hizo a la Sagrada Familia fue el hecho de que tanto para María como para José, el primero en su vida fue siempre y en todo Dios. Y por eso, y sólo por eso, María estaba esperando un hijo y José acogió en su casa a María y al hijo que ella esperaba.

Escuela de la fe #17: Perfumar el mundo.

Perfumar el mundo
"El buen olor de Cristo"


D. Fernando Colomer Ferrándiz
22 de diciembre de 2023


Enlace para escuchar en ivoox: https://go.ivoox.com/rf/126370699

Navidad (Misa del día)

15 de agosto 

25 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • Verán los confines de la tierra la salvación de nuestro Dios (Is 52, 7-10)
  • Los confines de la tierra han contemplado la salvación de nuestro Dios (Sal 97)
  • Dios nos ha hablado por el Hijo (Heb 1, 1-6)
  • El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros (Jn 1, 1-18)
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“Ha aparecido la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres”, hemos proclamado en la segunda lectura de hoy. Un acontecimiento increíble ha sucedido: “Cuando un sosegado silencio lo envolvía todo y la noche se encontraba en la mitad de su carrera”, la Palabra de Dios “saltó del cielo, desde el trono real” y vino a la tierra, morando en medio de nosotros (Sb 18,14). “Dios ha realizado un milagro nunca visto entre los habitantes de la tierra: el que mide el cielo con la palma de su mano, yace en un pesebre de poco más de un palmo; el que en la cavidad de su mano contiene todo el mar, experimenta qué es nacer en una gruta. El cielo está lleno de su gloria y el pesebre está colmado de su esplendor”, canta San Efrén (+373).

“Os traigo la buena noticia, la gran alegría para todo el pueblo”, dice el ángel a los pastores. Se trata de un admirable intercambio por el que el Hijo de Dios asume nuestra naturaleza humana, para hacernos partícipes de su naturaleza divina, para deificarnos, para hacernos dioses, por participación en su vida divina. Como dice San Gregorio Nacianceno (+390): “El que enriquece mendiga. Se empobrece tomando mi carne para que yo me enriquezca con su naturaleza divina. Se vacía quien está repleto de todas las cosas (…) para que yo participe de su plenitud”. Él, siendo rico, se ha hecho pobre por vosotros, a fin de que su pobreza os enriquezca (2Co 8,9)”.

Navidad (Misa de medianoche)

15 de agosto 

25 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • Un hijo se nos ha dado (Is 9, 1-6)
  • Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor (Sal 95)
  • Se ha manifestado la gracia de Dios para todos los hombres (Tit 2, 11-14)
  • Hoy os ha nacido un Salvador (Lc 2, 1-14)
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Queridos hermanos: ¿Cuál es el misterio que estamos celebrando? NO celebramos ciertamente el solsticio de invierno, ni los paisajes nevados, ni un vago y genérico “espíritu de la Navidad”, ni unos sentimientos filantrópicos de simpatía y bondad para todos, SINO el nacimiento en la carne del Hijo único de Dios. Es este acontecimiento histórico, realmente acontecido, lo que celebramos hoy. Es este hecho, que es el único, por cierto, que puede fundamentar unos sentimientos de bondad y de misericordia para con todos los hombres, y sobre todo de esperanza de salvación para todos.

Este hecho consiste en que “un niño nos ha nacido, un hijo de nos ha dado”, como afirma el profeta Isaías en la primera lectura de hoy. Cuando nace un niño, sus padres descubren inmediatamente, con sorpresa, que ese hijo que ha venido al mundo a través de ellos, a través de su abrazo de amor, es otro, es distinto, es un sujeto humano diferente, en el que ya se vislumbran formas y criterios propios, independientes de los de sus padres. Aunque su existencia misma depende todavía por completo del cuidado de sus padres para subsistir, sin embargo ya muestra claramente su alteridad, su ser-otro.

Frases...

Hay dos formas de espera: la espera pasiva, en la pereza, y la espera receptiva, en la apertura. Quien espera pasivamente en la pereza impide la llegada de lo que espera. Quien espera en una tensión tranquila, abierta a lo que puede encontrar, trabaja por su venida.


Paul Tillich

IV Domingo de Adviento (hasta la hora de nona)

15 de agosto 

24 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • El reino de David se mantendrá siempre firme ante el Señor (2 Sam 7, 1-5. 8b-12. 14a. 16)
  • Cantaré eternamente tus misericordias, Señor (Sal 88)
  • El misterio mantenido en secreto durante siglos eternos ha sido manifestado ahora (Rom 16, 25-27)
  • Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo (Lc 1, 26-38)
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En la proximidad de la Navidad la liturgia de este IV domingo de Adviento nos recuerda cuál es la identidad de Jesús, del Mesías esperado, porque en la identidad de Jesús, descubrimos también la identidad de Dios. El evangelio de hoy nos describe esta identidad con dos expresiones: “Hijo del Altísimo” o “Hijo de Dios” y, por otro lado, “hijo de David”, puesto que el ángel le dice a María que el Señor Dios le dará el trono de David su padre.

San León Magno afirma, en una de sus cartas: “De nada sirve reconocer a nuestro Señor como hijo de la bienaventurada Virgen María y como hombre verdadero y perfecto, si no se le cree descendiente de aquella estirpe que en el Evangelio se le atribuye. Pues dice Mateo: Genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. El evangelio de hoy se preocupa de subrayar que José, con quien estaba desposada la virgen María, era “de la estirpe de David”.

Buscar y comprender a Dios

Señor Dios nuestro, nosotros creemos en Ti, Padre, Hijo y Espíritu Santo. Pues la Verdad no habría dicho: “Id y bautizad a todas las naciones en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo” (Mt 28, 19), si Tú no fueras Trinidad. Y Tú no habrías ordenado, Señor Dios nuestro, que fuéramos bautizados en un nombre que no fuera el del Señor nuestro Dios.

Tanto como he podido, tanto como Tú me has concedido poder, yo te he buscado; he deseado ver con la inteligencia lo que yo creía; he estudiado mucho y mucho también me he fatigado; Señor Dios mío, mi única esperanza, escúchame, pues tengo miedo de que, a causa del cansancio, no quiera buscarte más; haz que siempre busque ardientemente tu rostro (Sal 104, 4). Dame la fuerza de seguir buscándote, Tú que has hecho que yo te encuentre y me has dado la esperanza de encontrarte cada vez más.

Ante Ti está mi fuerza y mi debilidad: guarda mi fuerza y cura mi debilidad. Ante Ti está mi conocimiento y mi ignorancia: acógeme cuando quiero entrar por las puertas que Tú me has abierto; y cuando llame a las puertas que Tú me has cerrado, ábrelas, Señor. Concédeme acordarme siempre de Ti, comprenderte a Ti, que es a quien yo amo. Acrecienta en mí estos dones, hasta que Tú me hayas reformado por completo.

San Agustín

III Domingo de Adviento

15 de agosto 

17 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • Desbordo de gozo en el Señor (Is 61, 1-2a. 10-11)
  • Me alegro con mi Dios (Salmo: Lc 1, 46-50. 53-54)
  • Que vuestro espíritu, alma y cuerpo se mantenga hasta la venida del Señor (1 Tes 5, 16-24)
  • En medio de vosotros hay uno que no conocéis (Jn 1, 6-8. 19-28)
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El evangelio de hoy nos presenta a Juan el Bautista ante todo como el testigo de la luz, según lo que el evangelista afirma de él poco antes: “Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino (…) para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él” (Jn 1,6-8). El bautismo era una actividad insólita en la historia de Israel. Por eso Juan, bautizando, llamaba la atención, y suscitaba algunas preguntas del tipo: “¿Adónde quiere llegar Juan actuando así? ¿Quién piensa que es?” Por eso las autoridades judías, desde Jerusalén, envían una delegación compuesta por sacerdotes, levitas y fariseos, para preguntarle a Juan quién es él y con qué autoridad hace lo que está haciendo. Estas preguntas van a darle a Juan la ocasión de dar testimonio de la luz.

Resulta paradójico que la luz necesite un testimonio. Sin embargo los hombres no se encuentran de manera espontánea con el resplandor de la luz, y hace falta que alguien les ayude a reconocer ese resplandor, a descubrir dónde está la luz. Es como si la luz fuera un tesoro escondido que debe ser primero descubierto, para que, a continuación, lo ilumine todo con su resplandor. Y así es Jesús. Él es “la Palabra (…) que ilumina a todo hombre que viene a este mundo” (Jn 1,9). Pero su verdadera realidad no se encuentra simplemente en la superficie, siendo accesible con cualquier acercamiento. Porque Él no se impone, no hace violencia ni fuerza a nadie. Por eso es siempre posible evitarle y prescindir de Él. Jesús es la luz que exige la libre decisión del hombre para iluminar. Esa libre decisión se llama fe. Y para que el hombre pueda tomarla es imprescindible la ayuda del testimonio. Juan es el primer testigo de Jesús, el primero que revela su verdadera realidad y que le pone de manifiesto como luz.

El desierto

El desierto permite deshacerse de todos los ropajes que nos dificultan el acceso a la verdadera persona que cada uno de nosotros somos. Esta verdadera persona es nuestra identidad profunda, la que conocemos cuando discernimos y renunciamos a todas esas falsas identificaciones de nosotros mismos que nos dejan un regusto de insatisfacción, de no cumplimiento, de desacuerdo, de mentira o de injusticia. Un tiempo de vida suficientemente retirado, solitario, permite este conocimiento de sí mismo.

El desierto es el lugar donde los espejismos y las ilusiones se disipan; el lugar en el que aparecen los verdaderos desafíos; el lugar donde se ponen a prueba las motivaciones y los apegos profundos; el lugar donde se deja de lado lo accesorio y lo secundario para ocuparse de lo esencial; el lugar en el que se reordenan las prioridades. El desierto es el lugar en el que encontramos la distancia necesaria para liberarnos de las esclavitudes dominantes y de las posibles alienaciones y podemos clarificar, evaluar y fortalecer nuestro comportamiento, nuestro proyecto de vida; es el lugar para anticipar y prever las adversidades que aparecerán en el desarrollo de nuestra vocación. Todo esto es lo que ocurre en el desierto cuando un verdadero discípulo de Cristo entra en él, viviendo de su Espíritu.




Autor: Soeur CATHERINE
Título: Récits d’une ermite de montagne
Editorial: Le Relié, Paris, 2019, (pp. 192 ; 210)










II Domingo de Adviento

15 de agosto 

10 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • Preparadle un camino al Señor  (Is 40, 1-5. 9-11)
  • Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación (Sal 84)
  • Esperamos unos cielos nuevos y una tierra nueva (2 Pe 3, 8-14)
  • Enderezad los senderos del Señor (Mc 1, 1-8)
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En este tiempo de Adviento la liturgia de la Iglesia dirige nuestra atención hacia la única promesa que Dios nos ha hecho y que todavía no ha cumplido, la que profesamos en el Credo diciendo: “Desde allí ha de venir a juzgar a vivos y muertos”. Y a nosotros, como a los primeros cristianos, se nos plantea la cuestión: ¿por qué tarda tanto en venir el Señor?

San Pedro, en la segunda lectura de hoy, responde a esta pregunta recordándonos, en primer lugar, que el tiempo de Dios no es como el tiempo de los hombres, que para Dios “mil años son como un día y un día es como mil años”. Con ello nos invita a entrar en el misterio de Dios, a comprender que los plazos de Dios no son nuestros plazos, y que los “cálculos” de Dios no se hacen con una medida humana. Nos invita, por lo tanto, a la confianza, al abandono, a saber que Él está ahí, actuando, pero con un obrar que no se ajusta a los parámetros de nuestra temporalidad.

Frases...

El tamaño de la inteligencia de un hombre siempre puede medirse por su alegría.


C. S. LEWIS

La Inmaculada Concepción de la Virgen María

15 de agosto 

8 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • Pongo hostilidad entre tu descendencia y la descendencia de la mujer (Gen 3, 9-15. 20)
  • Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas (Sal 97)
  • Dios nos eligió en Cristo antes de la fundación del mundo (Ef 1, 3-6. 11-12)
  • Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo (Lc 1, 26-38)
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La liturgia de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María nos retrotrae al inicio de la creación, al paraíso en el que Dios situó al hombre recién creado a imagen y semejanza de Él, creado “en la santidad y en la justicia”. Es el hombre según el querer de Dios, el hombre conforme a su voluntad. El hombre así creado vivía en la inocencia, lo que significa que veía todas las cosas en Dios, que percibía la realidad en la mirada de Dios. Por eso dice la Escritura que “estaban desnudos y no sentían vergüenza”. En efecto, en la desnudez corporal veían el ser personal del otro, “se veían”, porque así es la mirada de Dios: “todo es puro para los puros”.

Orantes

Con frecuencia somos testigos de que creyentes y no creyentes se acercan para presentar sus inquietudes, sus necesidades y sufrimientos. Cuando experimentan la impotencia, llaman a la puerta de aquellos que saben que oran y que también rezan por ellos; acuden a aquellos que saben que no solo escuchan sus sufrimientos, sino que hacen suyo el dolor y se lo presentan a Dios con la fe y la esperanza puesta en Cristo Resucitado y en su victoria, que es nuestra victoria.

“Este es el que ama a los hermanos, el que ora mucho por su pueblo…”, reza el responsorio del Oficio de Pastores. ¡Ama a sus hermanos el que ora por ellos!...

Quizá la mayor miseria de este mundo sea la de no poder reconocer la ausencia de Dios como ausencia. Hoy muchos languidecen por la falta de Cristo, y sufren la peor de las enfermedades: han perdido el gusto por vivir.

I Domingo de Adviento

15 de agosto 

3 de diciembre de 2023

(Ciclo B - Año par)





  • ¡Ojalá rasgases el cielo y descendieses!  (Is 63, 16c-17. 19c; 64, 2b-7)
  • Oh, Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve (Sal 79)
  • Aguardamos la manifestación de nuestro Señor Jesucristo (1 Cor 1, 3-9)
  • Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el señor de la casa (Mc 13, 33-37)
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Dos palabras resumen la exhortación que el Señor nos hace en este primer domingo de Adviento: “Mirad” y “vigilad”. “Mirad”, es decir, “tened los ojos abiertos” para percibir bien cuál es vuestra situación. Para ello el Señor nos narra una breve parábola de la que se desprende que nuestra situación se caracteriza por dos rasgos:

a) Por la ausencia del dueño de la casa, del Señor. En efecto, el mundo, y con él nuestra vida, transcurre como si no hubiera “dueño de la casa”, puesto que está ausente, puesto que se ha ido de viaje. Esta sensación de ausencia puede suscitar en nosotros algunas tentaciones, que San Agustín (+ 430) describe así: “Los hombres observan que los bienes y los males de la vida presente son participados indistintamente por buenos y malos (…) Y se dicen para sus adentros que Dios no se ocupa de las cosas humanas, sino que las ha abandonado al azar, en el profundo abismo de este mundo, ni se preocupa en absoluto de nosotros. Y de ahí pasan a desdeñar los mandamientos”.

Frases...

Mi lugar en la Iglesia se encuentra detrás de la última columna de la capilla más pequeña.




Autor: Jean-Luc MARION
Título: À vrai dire. Une conversation
Editorial: Cerf, Paris, 2021, (P. 109)

Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo

15 de agosto 

26 de noviembre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • A vosotros, mi rebaño, yo voy a juzgar entre oveja y oveja (Ez 34, 11-12. 15-17)
  • El Señor es mi pastor, nada me falta (Sal 22)
  • Entregará el reino a Dios Padre, y así Dios será todo en todos (1 Cor 15, 20-26. 28)
  • Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros (Mt 25, 31-46)
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La segunda lectura de hoy (1 Co 15) nos presenta a Jesucristo como el nuevo y definitivo Adán, primicia de una humanidad nueva, completamente sometida a Dios, en la que Dios “lo será todo para todos” y en la que todos los “principados, poderes y fuerzas” hostiles a Dios y enemigos del hombre serán destruidos. El último de todos ellos en ser aniquilado será la muerte, de manera que por Cristo todos los hombres volverán a la vida y Dios “enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte, ni llanto, ni gritos, ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado” (Ap 21, 4). Entonces se hará realidad el objeto de nuestra esperanza: “los cielos nuevos y la nueva tierra, en los que habita la justicia” (2 Pe 3, 13).

Pero la primera lectura de hoy (Ez 34) y el Evangelio (Mt 25) nos recuerdan que los hombres seremos aceptados o excluidos de esa realidad preciosa, que es el mundo nuevo, según la elección vital que hayamos realizado a lo largo de nuestra vida en la tierra. Pues al establecer su Reino Dios dirá un no rotundo y definitivo a determinadas realidades humanas: a todas aquellas que son contrarias a la caridad, al amor con el que Dios nos ama. No todo lo que el hombre ha generado, a lo largo de la historia humana, podrá ser integrado en la Jerusalén celestial: quien se haya identificado con el mundo “que yace en poder del Maligno” (1 Jn 5,19) y con todo lo que hay en él -“la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la jactancia de las riquezas” (1 Jn 2,16)-, no podrá ser ciudadano de la Jerusalén celestial. Así pues, cada hombre tiene que hacer una opción vital que determina su destino eterno: o elige el mundo o elige el Reino de Dios.

Frases...

Los estúpidos están llenos de certezas y los inteligentes llenos de dudas.




Autor: Henrique Cymerman
Título: Conversando con el enemigo. De Oporto a Abu Dabi pasando por Tel Aviv.
Editorial: Nagrela editores, Alcobendas, 2022, (p. 34)

Próxima sesión de la Escuela de la Fe

El viernes 24 de noviembre,

tendremos una nueva sesión de la Escuela de la Fe.

Lugar: en la parroquia (nada más terminar la Eucaristía)

Duración: 30 minutos (20:30 h - 21:00 h)



La comunión de los santos


1. El sentido sacramental originario.

El sentido originario de la expresión “comunión de los santos” es sacramental. La expresión hace referencia a las dos realidades sacramentales mayores, el bautismo y la eucaristía, para designar la comunidad de todos aquellos que participan del bautismo y de la eucaristía, de las “cosas santas” (los dones santos, los acontecimientos santos) que nos llegan a través de estos sacramentos. “Santos” son, pues, los que participan de las “cosas santas”, y la “comunión de los santos” se visibiliza en cada celebración de la eucaristía, aunque transciende, con mucho, a quienes están físicamente presentes en ella y abarca a todos aquellos que participan de estos bienes santos: Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra (...) Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección (...) y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna (PE II). Como se ve la “comunión de los santos” transciende las fronteras del mundo visible, del tiempo y de la muerte para abarcar a todos aquellos que ya están en el cielo con el Señor glorificado.

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

19 de noviembre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Trabaja con la destreza de sus manos (Prov 31, 10-13. 19-20. 30-31)
  • Dichosos los que temen al Señor (Sal 127)
  • Que el Día del Señor no os sorprenda como un ladrón (1 Tes 5, 1-6)
  • Como has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu señor! (Mt 25, 14-30)
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Un hombre que se iba al extranjero: Los Padres de la Iglesia, San Gregorio Magno y San Jerónimo, por ejemplo, nos explican que este hombre que emprende un largo viaje es Cristo, quien, una vez resucitado, se fue al cielo con la misma carne que había tomado aquí en la tierra.

Un talento: Era una suma desorbitada de dinero, el equivalente a más de quince años de salario. Con ello se nos quiere indicar un bien inmenso. Este bien no es otro que la palabra de Dios, que la doctrina evangélica, tal como nos explican San Juan Crisóstomo y San Jerónimo: ése es el inmenso bien que el Señor nos ha confiado a nosotros, sus siervos, para que negociemos con él. “Negocia con él” aquél que anuncia el Evangelio, que “proclama la palabra, que insiste, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina”, tal como le manda hacer San Pablo a Timoteo (2 Tm 4,2).

Al cabo de mucho tiempo: Efectivamente, pasa mucho tiempo desde que Cristo subió al cielo hasta que regresará en la majestad de su gloria para juzgar a los vivos y a los muertos.

Purificarse para orar



No se puede contemplar a Dios con los ojos contaminados por el mundo.

No es posible alabarlo y hablar con Dios con los mismos labios que profieren palabrotas, que mienten, que murmuran, que difaman y que hasta calumnian.

No se puede escuchar a Dios con el oído que se complace en escuchar chismes, sucias historietas, palabras que ofenden al Señor.

Ya que los ojos deben ser claros, reflejos de un alma limpia y de un corazón puro.

Los labios deben bendecir incluso a aquellos que nos maldicen.

El oído debe estar atento a la Palabra y a la llamada del Rey y Señor nuestro.

Por ello, Señor, purifica mis ojos para que puedan contemplarte. Para que mi mirada no esté distraída por las vanas cosas del mundo y, menos aún, para que mis ojos se enturbien en la impureza.

Purifica mis labios, mi boca, como purificaste la boca de tu profeta, para que hable de ti y contigo.

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 


12 de noviembre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Quienes buscan la sabiduría la encuentran (Sab 6, 12-16)
  • Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío (Sal 62)
  • Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto (1 Tes 4, 13-18)
  • Que llega el esposo, salid a su encuentro! (Mt 25, 1-13)
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El Señor mediante esta parábola nos entrega, queridos hermanos, una enseñanza nueva e importante sobre nuestra salvación. Las diez vírgenes son un símbolo de los creyentes, de los discípulos, de nosotros, los cristianos. Ya de entrada se nos insinúa, por lo tanto, que no basta con ser cristiano -con ser “virgen”- para alcanzar la salvación, puesto que de las diez vírgenes cinco son necias y cinco son sensatas. La parábola está centrada sobre el hecho de que “el Esposo tardaba”: el Esposo, obviamente, es Cristo, pues por el bautismo hemos sido desposados con Cristo “como una virgen pura” (2 Co 11,2), y su tardanza es el tiempo que media entre su resurrección y ascensión gloriosa al cielo y su segunda venida.

Dice la parábola que “todas se durmieron”. En este caso el dormirse no es un defecto o un pecado, porque la parábola no quiere inculcarnos tanto la vigilancia cuanto la preparación, el hecho de estar ya preparados para cuando aparezca el Señor. Pues el Señor, en efecto, aparecerá de improviso (Mc 13,36; Lc 21, 34) -San Lucas dice que caerá sobre nosotros “como un lazo” (21,35). Cristo es el Señor de las sorpresas y por eso llegará “a medianoche”.

Frases...

Hay cosas sobre las que no tenemos el control, a decir verdad, casi todas.



Alessandro D’AVENIA

El silencio


Sólo después de haber escuchado “la voz de un fino silencio” (1R 19, 11-12) –según la traducción literal del hebreo- fue cuando Elías se cubrió el rostro con su manto y salió al encuentro de Dios. Y fue entonces, solamente entonces, cuando el Dios vivo y verdadero se puso a hablar con él. Esta voz en el límite del silencio, este silencio habitado por la presencia divina, abrió el oído del profeta de fuego a la palabra de Dios. Aunque la historia de Israel es rica en teofanías espectaculares, Dios prefiere manifestarse dulcemente, en la oscuridad, en la intimidad de un corazón que está al acecho, atento y despierto. En ese estuche cerrado que es el silencio, su Palabra puede nacer y surgir, hacerse viva y ser “más eficaz y más incisiva que una espada de dos filos” (Hb 4, 12).

XXXI Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

5 de noviembre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Os habéis separado del camino recto y habéis hecho que muchos tropiecen en la ley (Mal 1, 14b - 2, 2b. 8-10)
  • Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor (Sal 130)
  • Deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas (1 Tes 2, 7b-9. 13)
  • Ellos dicen, pero no hacen (Mt 23, 1-12)
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El evangelio que acabamos de escuchar nos describe, queridos hermanos, el estilo que el Señor quiere que exista entre nosotros, sus discípulos. Para ello el Señor empieza por criticar a los letrados y fariseos, por decirnos lo que no le gusta de ellos, de su manera de actuar. Pero la finalidad de esta crítica es, obviamente, proponernos otro estilo, otra manera de ser y de actuar. Tres son las críticas que el Señor hace a los letrados y fariseos:

1) Que su vida no es coherente con su doctrina. Con ello el Señor nos indica que espera de nosotros que nuestra vida sea coherente con la verdad que profesamos en nuestra fe. Pero al mismo tiempo nos enseña, como subraya San Jerónimo (ss. IV-V), que debemos saber apreciar la verdad aunque sea proclamada por personas que no son coherentes con ella. El Señor dice, en efecto: “haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen”. No hay que negar una verdad, porque quien la proclama no sea coherente con ella: Los medievales -que eran cristianos- decían: “La diga quien la diga, la verdad procede siempre del Espíritu Santo”.

2) Que no ayudan a las personas a vivir según la verdad. El Señor critica así la actitud de quienes no hacen más que proclamar la verdad, pero sin ayudar al prójimo a vivirla. Es la actitud de los sempiternos moralistas, que nos dicen lo que está bien y lo que está mal, lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer, pero que no son capaces de echarnos una mano para hacer el bien y evitar el mal. El Señor, en cambio, espera de nosotros que seamos hombres y mujeres que saben echar una mano, ayudar a los demás a vivir según la verdad y el bien. Es muy fácil condenar el aborto (y hay que hacerlo); pero lo que el Señor quiere es que ayudemos a la chica que está embarazada a tener a su hijo.

Frases...

El mal imaginario es romántico, variado;
el mal real, triste, monótono, desértico, tedioso.


El bien imaginario es aburrido;
el bien real es siempre nuevo, maravilloso, embriagante.



Simone WEIL

Todos los santos

15 de agosto 

1 de noviembre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas (Ap 7, 2-4. 9-14)
  • Esta es la generación que busca tu rostro, Señor (Sal 23)
  • Veremos a Dios tal cual es (1 Jn 3, 1-3)
  • Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo (Mt 5, 1-12a)
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- Cantidad. Lo primero que llama la atención en esta fiesta es la afirmación que hace la Iglesia de que hay muchos, muchísimos santos: “una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar” (Ap). Los que la Iglesia venera, inscribiéndolos en el catálogo de los santos, son una pequeñísima parte de esa muchedumbre. En ella están tantos y tantos hermanos nuestros, que han sido en esta tierra padres y madres de familia, hombres y mujeres solteros, sacerdotes, religiosos, personas más o menos anónimas que, a pesar de sus fallos, han abierto su corazón a Dios. Nosotros esperamos que en esa muchedumbre estén nuestros antepasados, nuestros seres queridos; también nuestros enemigos, aquellos con los que no hemos sabido entendernos aquí en la tierra: que después, en el cielo, estemos por fin todos juntos y reconciliados.

- Identidad y diferencia. Todos los santos reflejan el rostro bendito del Señor, alguno o algunos de los rasgos de ese rostro. El evangelio de hoy nos ha descrito ese rostro mediante las nueve bienaventuranzas que nos narra san Mateo. Cada uno de los santos ha reflejado en su vida alguna de esas bienaventuranzas, ha sido una pequeña encarnación del rostro de Cristo. Y por eso está en el cielo. Los santos son Cristo en medio de nosotros; no valen por sí mismos, sino por Aquel que se hace presente en ellos.

XXX Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto  

29 de octubre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Si explotáis a viudas y a huérfanos, se encenderá mi ira contra vosotros (Ex 22, 20-26)
  • Yo te amo, Señor; tú eres mi fortaleza (Sal 17)
  • Os convertisteis, abandonando los ídolos, para servir a Dios y vivir aguardando la vuelta de su Hijo (1 Tes 1, 5c-10)
  • Amarás al Señor tu Dios, y a tu prójimo como a ti mismo (Mt 22, 34-40)
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La pregunta que le hacen hoy al Señor en el evangelio tiene pleno sentido dentro del judaísmo, donde hay 613 preceptos -entre mandatos y prohibiciones- que constituyen la Torah, La Ley de Dios, que el judío piadoso tiene que cumplir. ¿Cuál es el más importante de todos estos preceptos, aquel en cuya observancia está Dios más interesado, aquel que, en cierto modo, nos da la clave de todos los demás?

La respuesta del Señor empieza con una palabra: amarás. Con ello ya se nos está diciendo que la clave de todos los preceptos es el amor. “Amor” es una palabra que nosotros asociamos inmediatamente al sentimiento, a la afectividad. Sin embargo, conviene recordar que, el amor, en la Biblia, designa, ante todo, una decisión de vincularse a alguien, a quien se le conceden, por esa vinculación, unos derechos sobre uno mismo, y a los actos concretos que alimentan esa decisión: amar es hacer alianza con aquel a quien se ama. Y “hacer alianza” significa unir mi destino al destino de otro y saber que, a partir del momento en que he sellado una alianza, yo puedo contar siempre con esa persona, para caminar hacia mi destino, como ella puede contar conmigo para caminar hacia el suyo.

Ser uno mismo

¿Quién soy yo? Esta es una de las preguntas más difíciles de responder. Porque no se trata de averiguar cómo soy yo, sino de percibir quién soy yo, es decir, mi identidad única e irrepetible, y eso es un misterio que sólo se nos desvelará cuando el Señor, en su infinita misericordia, nos entregue la piedrecita blanca en la que está grabado “un nombre nuevo que nadie conoce sino el que lo recibe” (Ap 2, 17). Ese nombre nuevo es el que define mi verdadera identidad, la que Dios me confió como llamada y tarea, la que he ido realizando a tientas durante mi vida terrena y la que, finalmente, el Señor me ha regalado.

Es muy importante ser fiel a la misión que Dios le ha confiado a cada uno. Lo expresa Newman en uno de sus sermones: “Yo he sido creado para hacer o para ser algo para lo cual ningún otro ha sido creado; yo ocupo en los consejos y en el mundo de Dios un lugar que no ocupa ningún otro; tanto si soy rico como si soy pobre, si soy estimado o desdeñado por los hombres, Dios me conoce y me llama por mi nombre. Dios me ha creado para un determinado servicio; me ha confiado un trabajo a realizar que no ha confiado a ningún otro. Tengo que realizar una misión cuyo sentido no descubriré quizás mientras esté en este mundo, pero que descubriré en el otro. Yo soy de cierta manera necesario a sus planes, tan necesario en mi lugar como un arcángel en el suyo (…) En la gran obra de Dios yo tengo que desempeñar un papel; yo soy un eslabón, un vínculo entre personas. No me ha creado para nada. Yo haré el bien, yo ejecutaré la tarea que me ha encomendado” .

XXIX Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

22 de octubre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Yo he tomado de la mano a Ciro, para doblegar ante él las naciones (Is 45, 1. 4-6)
  • Aclamad la gloria y el poder del Señor (Sal 95)
  • Recordamos vuestra fe, vuestro amor y vuestra esperanza (1 Tes 1, 1-5b)
  • Dad al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios (Mt 22, 15-21)
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El Evangelio de hoy, queridos hermanos, nos permite comprender la curiosa y difícil, e incómoda, condición de los cristianos, que, por el bautismo, hemos muerto y resucitado con Cristo (Col 2, 12) y hemos sido sentados con Él en el cielo (Ef 2, 6), pero que, sin embargo, seguimos viviendo aquí en la tierra, en este mundo que es provisional y que desparecerá cuando vuelva el Señor y nos regale unos “nuevos cielos y una nueva tierra en los que habite la justicia” (2P 3, 13). Nuestra paradójica situación consiste en que, por el bautismo y la vida nueva que él nos otorga “somos ciudadanos del cielo” (Flp 3, 20), aunque todavía vivimos en la tierra y estamos sometidos a las leyes propias de este mundo terreno. Esta doble ciudadanía, del cielo y de la tierra, puede inducirnos a la tentación de despreciar las leyes de la tierra con la excusa de que nuestra ciudadanía más verdadera y definitiva es la del cielo. Y aquí la palabra del Señor nos advierte de que este desprecio no sería el camino adecuado.

Pues dad al César lo que es del César significa que el Señor declara legítimo el orden temporal y nos enseña que el cristiano, en principio, respeta ese orden temporal y se mueve en él con naturalidad, acatando las leyes que le son propias. A la luz de esta enseñanza de Jesús, san Pablo escribirá más tarde a los cristianos de Roma: “Todos deben someterse a las autoridades constituidas… Dad, pues, a cada uno lo que corresponda: al que tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto; al que honor, honor” (Rm 13,1.7).

El bautismo



1. El encuentro con Jesucristo.

El bautismo es la manera concreta como Jesucristo te encuentra en tu vida y te dice sígueme (Mc 2, 14). En él está en juego el ser mismo del cristiano. Uno no se hace cristiano por aprender una doctrina y practicarla sino por tener un encuentro con una persona, con Jesucristo, y comprender, a través de ese encuentro, que Él es el significado de la vida, que las cosas son como Él las ve (fe), que los anhelos del corazón son los que Él desvela y cumple a la vez (esperanza) y que la actitud correcta ante la realidad entera es la que Él proclama y vive (caridad).

En ese encuentro uno comprende, además, que ver, sentir y actuar como Él actúa, es algo que no nace de la carne y de la sangre (Jn 1, 13), es decir, que no surge espontáneamente del hombre, de una decisión de su libertad, sino que es algo que sólo puede ocurrir si uno nace de lo alto (Jn 3, 3), si el propio ser es, de nuevo, remodelado, estructurado, según el querer y el actuar de Dios: el que no nazca de agua y de Espíritu no puede entrar en el Reino de Dios (Jn 3, 5). Por eso nadie puede hacerse cristiano a sí mismo, sino que tiene que ser hecho cristiano por otro, en realidad, por el mismo Dios. La libertad desempeña aquí un papel capital pero secundario: se trata de acoger lo que te es dado, lo que te es ofrecido y propuesto. Pero la iniciativa de la propuesta no es tuya, es de Dios. De ahí que para ser cristiano uno tenga que ser bautizado, es decir, tenga que agachar la cabeza -reconocer que no es la propia libertad la fuente última del significado- y acoger como un don del cielo el agua vivificadora que se derrama sobre él en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28, 19).

XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

15 de octubre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Preparará el Señor un festín, y enjugará las lágrimas de todos los rostros (Is 25, 6-10a)
  • Habitaré en la casa del Señor por años sin término (Sal 22)
  • Todo lo puedo en aquel que me conforta (Flp 4, 12-14. 19-20)
  • A todos los que encontréis, llamadlos a la boda (Mt 22, 1-14)
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La parábola del evangelio de hoy nos habla, queridos hermanos, de la historia de la salvación y nos la describe como un banquete de bodas, subrayando el carácter dramático que lo acompaña.

Ya en el Antiguo Testamento el amor de Dios hacia los hombres se nos había revelado como un amor esponsal, tal como lo vemos en el Cantar de los cantares, en el profeta Oseas y también en el profeta Isaías, que llega a pronunciar esta contundente frase: “el que te creó te desposa” (Is 54,5). Estas bodas se han cumplido en la encarnación del Hijo de Dios, en la que “Dios Padre casó a su Hijo cuando le unió a la naturaleza humana en el seno de la Virgen, cuando quiso que el que era Dios en la eternidad, se hiciese hombre en el tiempo”, según afirma san Gregorio Magno.

El carácter dramático que acompaña a estas bodas reside, en primer lugar, en la indiferencia con la que los invitados a la boda responden a la invitación de Dios: “Los convidados no hicieron caso; uno se marchó a sus tierras, otro a sus negocios”. El interés por las cosas de este mundo y de esta vida se antepone al deseo de Dios: no se encuentra tiempo para atender la invitación de Dios. Y el drama sube de tono cuando algunos, no sólo no atienden a la invitación divina, sino que esta invitación genera en ellos una agresividad tal que “echaron mano a los criados y los maltrataron hasta matarlos”. Así ha ocurrió con los profetas y con Jesucristo, y así sigue ocurriendo con los cristianos hoy en día.

Frases...

La contemplación del Misterio no produce inquietud, sino paz. Esta es la diferencia entre la atracción pagana por “lo mistérico” y la reverencia cristiana ante el Misterio.



Dora RIVAS, Raíces en el cielo, Cypress Cultura, Polonia, 2021, p. 22


San Policarpo de Esmirna

Señor, Dios Todopoderoso, Padre de Jesucristo, tu hijo amado y bendito, por el que te hemos conocido, Dios de los ángeles y de las potestades, Dios de toda la creación y de toda la familia de los justos que viven en tu presencia.

Te bendigo por haberme juzgado digno de este día y de esta hora, digno de ser contado entre el número de tus mártires y de participar en el cáliz de tu Cristo, para resucitar a la vida eterna del alma y del cuerpo en la incorruptibilidad del Espíritu Santo.

Pueda yo hoy, con ellos ser recibido en tu presencia, como oblación preciosa y bienvenida: Tú me preparaste para ello, Tú me lo mostraste. Has guardado tu promesa, Dios de la fidelidad y de la verdad. Por esta gracia y por todo, te alabo, te bendito, te glorifico por medio del eterno y celestial sacerdote, Jesucristo, tu amado hijo.

Por Él, que está contigo y con el Espíritu Santo, gloria te sea dada ahora y por los siglos venideros. Amén.



(Oración que pronunció san Policarpo, obispo de Esmirna, de 86 años de edad, 
cuando estaba atado al poste para ser quemado, en el año 156)

XXVII Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

8 de octubre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • La viña del Señor del universo es la casa de Israel (Is 5, 1-7)
  • La viña del Señor es la casa de Israel (Sal 79)
  • Ponedlo por obra, y el Dios de la paz estará con vosotros (Flp 4, 6-9)
  • Arrendará la viña a otros labradores (Mt 21, 33-43)
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La imagen de la viña sirve, tanto en el evangelio como en la primera lectura de hoy, para describirnos sintéticamente el drama de la historia de la salvación. Este drama consiste precisamente en que Dios, para realizar su plan de salvación universal, ha elegido una porción de la humanidad a la que ha cuidado y educado con todo cariño, para que le sirviera de instrumento de su obra de salvación; y esta porción de la humanidad, que es la casa de Israel, que es la Iglesia, que es el alma de cada bautizado, en vez de existir para el Señor, en vez de florecer y fructificar para Él, ha querido existir, florecer y fructificar para sí misma, en vez de para Dios.

Para recordarle que la razón de su existencia era ser el pueblo de Dios, es decir, su pertenencia total al Señor, el Señor ha ido enviando a los profetas. Cada uno de ellos, a su manera y según las circunstancias de su tiempo, ha dicho en el fondo lo mismo: no existís para vosotros mismos sino para Dios, la razón de ser de vuestra existencia no es que exista un pueblo más, sino que ese pueblo sea de Dios, y que por lo tanto exista, funcione, actúe, florezca y dé frutos para Dios, como signo de la presencia de Dios en medio de los hombres y de su voluntad salvadora. Y este mensaje ha sentado siempre mal, porque los miembros de ese pueblo han querido existir para ellos en vez de para Dios. Por eso han maltratado a los profetas.

Frases...



Jesús es la estrella polar de tu libertad, sin Él pierdes la orientación, pues sin el conocimiento de la verdad la libertad se desorienta y confunde, y el corazón siente gran soledad.


(Benedicto XVI)

El Paraíso original

Léon Bloy piensa que sólo en el paraíso original el hombre puede conocerse en verdad: “Sólo se puede ser uno mismo remontándonos al estado anterior a la Caída. Porque ver a Dios es, por fin, verse a sí mismo. Cuando nosotros veremos a Dios tal cual es, nos veremos también a nosotros mismos, tal cual somos, por fin, sin velo. La experiencia de la identidad verdadera conduce a la desnudez primera, anterior a la Caída, al esplendor original de los hijos de Dios: ¡la Humanidad desnuda compareciendo ante la Divinidad desnuda! El Creador desnudo espera a su creatura desnuda. El paraíso terrestre era un lugar en el que toda la especie humana estaba socializada, unificada, en la persona del Primer hombre, era santa, por gracia y por naturaleza, inundada por la luz beatífica, resplandeciente de gloria y de belleza. Era como un diluvio de alegría en un diluvio de esplendor”.



Autor: François ANGELIER

Título: Bloy ou la fureur du Juste

Editorial: Éditions Points, 2015, (pp. 137-138)




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XXVI Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

1 de octubre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Cuando el malvado se convierte de la maldad, salva su propia vida (Ez 18, 25-28)
  • Recuerda, Señor, tu ternura (Sal 24)
  • Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús (Flp 2, 1-11)
  • Se arrepintió y fue. Los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios (Mt 21, 28-32)
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Dos grandes verdades nos enseña el Señor, queridos hermanos, con esta pequeña parábola. En primer lugar que la fe es una obediencia, que creer es obedecer, es fiarse tanto de Dios, que concedo más peso a lo que Él me dice que a lo que mis propios ojos están viendo y mis manos palpando; y entonces consiento en que mi obrar sea determinado por Su palabra, hago lo que Él me indica, independientemente de lo que yo vea o sienta.

Los publicanos y las prostitutas hicieron lo que Dios les decía por boca de Juan el Bautista, es decir, cambiaron de vida. Si ellos “preceden” en el camino del Reino de Dios a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, no es porque Dios arbitrariamente los prefiera a ellos, pasando por encima de su modo de vida, sino porque, obedientes a la palabra de Dios, ellos cambiaron de vida. Para caminar hacia el Reino de Dios hay que “hacer” algo, hay que obedecer a Dios y realizar lo que Él nos pide que realicemos. Lo cual supone siempre un cambio de vida, un abandonar una determinada manera de vivir. Mateo, que es el único evangelista que escribe esta parábola, sabía bien lo que decía; porque él había sido un publicano, y para seguir a Jesús tuvo que dejar ese modo de vida, tuvo que abandonar el mostrador de la recaudación de impuestos y empezar a vivir de otra manera.

Frases...

“La gracia profunda de la Comunidad viene de la adoración eucarística de Dios realmente presente en medio de nosotros: Emmanuel. De esta adoración nace la compasión hacia todos los hombres que mueren de hambre, material y espiritualmente. De esta compasión nace el deseo de evangelizar en el mundo entero y particularmente a los más pobres”


(De los estatutos de la Comunidad del Emmanuel)


El cielo










Se me va poblando el cielo
de rostros y corazones,
se va volviendo mi hogar,
llenándoseme de nombres.

No es ya un extraño país
lejano en el horizonte,
es cita donde me aguardan
pupilas que me conocen,
labios que me dieron besos,
pieles que llevan mis roces.

Se me va poblando el cielo
de rostros y corazones,
de gestos ya conocidos,
de amor, de abrazos que acogen,
en los que revivir puedo
amadas palpitaciones,
y tantos y tantos sueños
que aguardan consumaciones.

Se me va poblando el cielo
de rostros y corazones:
me gusta saber que Dios
prepara para los hombres
Paraísos que permiten
recuperar los adioses.

(Un cartujo)

XXV Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

 24 de septiembre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Mis planes no son vuestros planes (Is 55, 6-9)
  • Cerca está el Señor de los que lo invocan (Sal 144)
  • Para mí la vida es Cristo (Flp 1, 20c-24. 27a)
  • ¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno? (Mt 20, 1-16)
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- Muchas y muy importantes son, hermanos, las verdades que el Señor nos recuerda con esta parábola. En primer lugar nos recuerda que Dios no es un empresario del que cabe esperar que proceda con justicia y equidad. Cuando un empresario es justo y equitativo, da a cada uno de sus obreros según sus merecimientos, según el rendimiento de su trabajo. Si Dios fuera un empresario la queja de los trabajadores de la primera hora estaría completamente justificada. Pero Dios es un padre que tan sólo quiere que sus hijos se esfuercen por estar con Él, por vivir en su casa, por ayudarle en su tarea, por trabajar en su viña. Entonces el Padre da a cada uno lo que un padre da a todos sus hijos: su abrazo de amor, su Espíritu Santo. ¿Qué otra cosa puede dar un padre?

- Nos recuerda también, en segundo lugar, que Dios es libre. Si los hombres somos libres -y lo somos-, si queremos, con toda razón, que los demás respeten nuestra libertad, también nosotros tenemos que respetar la libertad de Dios. ¿O es que Dios no es libre? Todos consideramos que tenemos pleno derecho a disponer de lo que es nuestro según nuestro libre arbitrio, según nuestro leal saber y entender. Pues también Dios puede disponer de lo suyo según su libertad, que nunca es caprichosa ni injusta. “Lo suyo” son sus dones: Dios puede dar a este hermano unos dones que no me ha dado a mí. Y no debo protestar por ello. “Lo suyo” son también las misiones, las tareas, que Él encarga a los hombres, es decir, los diferentes “trabajos” que hay que hacer en su viña: a unos predicar, a otros gobernar, a otros sufrir en silencio ofreciendo su dolor por la salvación del mundo, a otros testimoniar el amor de Dios en la recíproca entrega y mutua fidelidad conyugal, a otros el renunciar al mundo, retirándose de él, para orar por la salvación de todos, etc., etc. Y yo no debo envidiar el don y la misión que mi hermano ha recibido, sino vivir la mía con amor, como enseña san Francisco de Sales.