30 de abril de 2023
(Ciclo A - Año impar)
- Dios lo ha constituido Señor y Mesías (Hch 2, 14a. 36-41)
- El Señor es mi pastor, nada me falta (Sal 22)
- Os habéis convertido al pastor de vuestras almas (1 Pe 2, 20b-25)
- Yo soy la puerta de las ovejas (Jn 10, 1-10)
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“Yo soy la puerta de las ovejas”, dice el Señor. La imagen de las ovejas designa, ya desde el Antiguo Testamento, al pueblo de Dios. Según el profeta Ezequiel (c. 34), Dios mismo es el verdadero pastor de las ovejas, su dueño y señor, que las cuida dando la vida por ellas y que reprende a los malos pastores que se aprovechan de ellas. Al afirmar ahora que Él es la “puerta” de las ovejas, el Señor afirma que todo el que se acerque a sus ovejas debe hacerlo a través de Él y que si no lo hace a través de Él, es que es un ladrón y un salteador, alguien que no tiene buenas intenciones al acercarse a las ovejas. Cristo es, pues, el criterio, la norma, que permite discernir quién se acerca a nosotros con buenas o con malas intenciones: según que se acerque a nosotros en el nombre y con las actitudes de Cristo o no.
“Yo soy la puerta” es una afirmación muy cercana a “Yo soy el Camino”: quien pasa por la puerta, que es Cristo, está en el camino que conduce -que él mismo es- a la Verdad y a la Vida. “Yo soy la puerta” significa también que Cristo es la libertad, porque la puerta es aquello que permite “entrar y salir” y el que “entra y sale” es libre, mientras que el esclavo, el prisionero, no puede “entrar y salir”. El que vive en Cristo es libre porque “el Señor es Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad” (2Co 3,17). Y “vosotros, hermanos, habéis sido llamados a la libertad” (Ga 5,13).