La acusación de los pecados


El arrepentimiento es fruto del trabajo en nosotros del Espíritu Santo, el Defensor, que nos defiende del “acusador de nuestros hermanos” (Ap 12, 10), que no es otro sino “el gran Dragón, la Serpiente antigua, el llamado diablo y Satanás, el seductor del mundo entero” (Ap 12, 9). Porque el Acusador lo critica todo, denuncia y ve el mal en todas partes, de una manera perversa. Y nosotros tenemos una tendencia a complacernos en lo que dice el Acusador, a rumiar todo aquello de lo que él acusa a los demás e incluso también a nosotros mismos. 

La “acusación de los pecados” que nos sugiere el Diablo es amarga y tiende a conducirnos a una imagen absolutamente negativa de nosotros mismos, como unos seres nefastos y perjudiciales para los demás. El Acusador trata de convencernos de que nosotros somos esos pecados que hemos cometido, que ellos expresan nuestro verdadero y auténtico ser, y que no podemos ser y actuar de otra manera. Su dinámica lleva a la desesperación y a la tentación del suicidio, tal como le ocurrió a Judas (cf. Mt 27, 3-5). 

En cambio la “acusación de los pecados” que suscita en nosotros el Espíritu Santo mediante el arrepentimiento, es dulce y nos conduce a la verdadera imagen de nosotros mismos, como seres de belleza, de comunión y de luz, de reconciliación y de paz, como “iconos de Dios”, creados a su imagen y semejanza, que ahora han manchado su ser por el pecado, pero que están llamados, mediante el arrepentimiento y el perdón, a reencontrar la belleza puesta en ellos por Dios, tal como le ocurrió a Pedro, que, tocado por la mirada de Jesús, “rompió a llorar amargamente” (Cf. Lc 22, 61-62). 


VI Domingo de Pascua

26 de mayo de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables (Hch 15, 1-2. 22-29)
  • Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben (Sal 66)
  • Me mostró la ciudad santa que descendía del cielo (Ap 21, 10-14. 22-23)
  • El Espíritu Santo os irá recordando todo lo que os he dicho (Jn 14, 23-29)
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Las personas con una discapacidad

Las barreras de la persona con una discapacidad mental son normalmente menos fuertes, precisamente porque es menos racional, menos voluntariosa. En efecto, si se siente sola y abandonada hará como todo el mundo: intentará afirmarse, dominar y ganar. Pero si descubre que es amada y que se cree en ella, entonces su corazón de niño que busca comunión y celebración se manifestará más fácilmente que en otros, con mayor rapidez podrá entrar en comunión con los demás, amarlos y darse a ellos. 

Un hombre que no ha sido tocado con amor por su madre, que ha vivido durante mucho tiempo en un medio hospitalario, tiene una carencia afectiva en el nivel de su cuerpo que le hace buscar torpemente el roce de una mujer. Y su torpeza hace que sea, de nuevo, rechazado. No es fácil ayudar a un adulto con carencias en el plano afectivo a encontrar la distancia correcta en su relación con una persona del sexo contrario. Es fácil tocar a un niño con delicadeza y ternura. Pero es mucho más difícil hacerlo con hombres y mujeres perturbados en sus cuerpos y en su sexualidad. Hay que encontrar el medio de tocarles sin ponerles en peligro, de una forma lícita. Por ejemplo, cuando están enfermos o se quejan de un dolor particular. O bien mediante bromas amistosas en las que hay toques mutuos, mediante juegos y bailes folclóricos, donde el hombre y la mujer saben cómo tocarse mutuamente porque hay reglas precisas que se deben respetar. 

V Domingo de Pascua

19 de mayo de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • Contaron a la Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos (Hch 14, 21b-27)
  • Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey (Sal 144)
  • Dios enjugará toda lágrima de sus ojos (Ap 21, 1-5a)
  • Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros (Jn 13, 31-33a. 34-35)
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Inmensa Potencia de Dios

Inmensa Potencia de Dios, 
invocación de la Trinidad, 
fe en Tres Personas, 
Confesión de un Dios único, 
Yo te invoco.

Potencia de Dios que me conduce, 
Sabiduría de Dios que me guía, 
Mirada de Dios que me concede ver, 
Oído de Dios que me concede escuchar, 
Palabra de Dios que me concede hablar, 
Mano de Dios que me guarda, 
Camino de Dios que me traza el camino, 
Escudo de Dios que me protege 
¡Yo te invoco en este día!

Potencia de los cielos, yo te invoco:
pon una coraza sobre mí 
contra todos los que me quieren hacer daño, 
contra todas las fuerzas que quieren destruir mi cuerpo y mi alma, 
contra las redes del diablo y la seducción de los vicios, 
contra las solicitaciones de la naturaleza 
y contra todo error, 
contra las opiniones de los falsos profetas 
y contra toda sabiduría prohibida al hombre.

Oh Cristo, Potencia de Dios, defiéndeme 
del veneno y de la muerte por el fuego, 
de la guerra, de todo accidente mortal y de toda herida. 
Por tu poder que toda bendición descienda sobre mí. 
Cristo conmigo, Cristo delante de mí, 
Cristo detrás de mí, Cristo en mí, 
Cristo debajo de mí y por encima de mí, 
Cristo a mi derecha y a mi izquierda. 
Que Cristo esté conmigo cuando me acuesto y cuando me levanto, 
que Cristo esté en el corazón de todo el que piense en mí, 
que Cristo esté en la boca de todo el que hable de mí, 
que Cristo esté en la mirada de todo el que me mire 
y en el oído de quien oiga hablar de mí. 

Inmensa Potencia de Dios, yo te invoco.

(S. Patricio, s. V)

IV Domingo de Pascua

12 de mayo de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • Sabed que nos dedicamos a los gentiles (Hch 13, 14. 43-52)
  • Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño (Sal 99)
  • El Cordero los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas (Ap 7, 9. 14b-17)
  • Yo doy la vida eterna a mis ovejas (Jn 10, 27-30)
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Conversación con Georges Steiner (II)

Creo que el judío tiene una misión: la de ser un peregrino de las invitaciones. La de ser por todas partes un invitado para tratar, muy lentamente, dentro de los límites de sus capacidades, de explicar al hombre que en la tierra somos todos invitados. De enseñar a nuestros conciudadanos de la vida que debemos aprender ese arte tan difícil de sentirse en casa en todas partes. Y el de contribuir a cada comunidad a la que se le invita. Y si llega el día en el que toca preparar el equipaje y partir, puede resultar terriblemente difícil, angustioso, sumamente duro en términos materiales, pero para mí eso forma parte de la misión del judío. Y si mañana tuviera que empezar de cero –aunque a mi edad no es muy probable- en Indonesia, digamos, lo primero que haría sería aprender indonesio. Lo que me vendría muy bien, porque me he vuelto muy perezoso.  

Mi primer trabajo sería muy poca cosa, pero soy lo bastante arrogante para pensar que el segundo sería mucho mejor. En fin, ojalá acabara diciendo a Dios nuestro Señor: “¡Esta historia es la mar de interesante!”. En todo caso, lo que no haría, y eso se lo puedo asegurar, sería gritar: “¿Cómo me ha podido pasar esto? ¿Por qué a mí? ¿Por qué soy una víctima?”. ¡En absoluto! “Esta historia es fascinante, Señor”. Fascinantes, todas esas nuevas culturas por descubrir. Humani nihil a me alienum, como dijo el gran poeta latino: nada humano me es ajeno. Uno puede sentirse en casa en todas partes. Dadme una mesa de trabajo y ya tengo una patria. No creo ni en el pasaporte –cosa ridícula- ni en la bandera. Creo profundamente en el privilegio del encuentro con lo nuevo.  

III Domingo de Pascua

5 de mayo de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo (Hch 5, 27b-32. 40b-41)
  • Te ensalzaré, Señor, porque me has librado (Sal 29)
  • Digno es el Cordero degollado de recibir el poder y la riqueza (Ap 5, 11-14)
  • Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado (jn 21, 1-19)
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