XIII Domingo del Tiempo Ordinario

30 de junio de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • Eliseo se levantó y siguió a Elías (1 Re 19, 16b. 19-21)
  • Tú eres, Señor, el lote de mi heredad (Sal 15)
  • Habéis sido llamados a la libertad (Gál 5, 1. 13-18)
  • Tomó la decisión de ir a Jerusalén. Te seguiré adondequiera que vayas (Lc 9, 51-62)
  • Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf

El corazón del hombre y el corazón de Jesús



La devoción y las devociones

Conviene distinguir entre “la” devoción y “las” devociones. En singular “devoción” significa una movilización de toda la personalidad del hombre para orientarla hacia Dios. “Las” devociones, en cambio, son los diferentes instrumentos, medios, objetos, prácticas, que se utilizan para avivar en el hombre “la” devoción, es decir, el encuentro con Dios. Aquí entran, por ejemplo, medios como el santo rosario, la práctica de los nueve primeros viernes de mes, el rezo de la coronilla o del rosario de la divina misericordia, el vía crucis y cualquier práctica de piedad.

Cada devoción cumple su función movilizando unos determinados resortes psíquicos del ser humano, y por ello es perfectamente comprensible que a unos hombres, por su manera de ser, les “vayan” más unos determinados “soportes exteriores” de la devoción que otros. pero suele ocurrir que quienes experimentan el influjo benéfico de una devoción tiendan a pensar que quienes no practican esa devoción, habiéndola conocido, no son buenos cristianos. De ahí que las devociones suelan ser fuente de malentendidos dentro de la Iglesia.

No fue, por lo tanto, casual, que en el mensaje de san Juan Pablo II en Paray-le-Monial, en 1987, el papa no hablara prácticamente del Sagrado Corazón, sino del Corazón de Cristo, optando así por remontarse a lo esencial del mensaje que santa Margarita María transmitió y dejando de lado las formas peculiares que utilizó y que, obviamente, correspondían a la sensibilidad espiritual de aquel momento.

Y digo esto porque voy a sostener la tesis de que la devoción al Corazón de Jesús es más una espiritualidad que una “devoción”, porque es una vía que conduce al centro de la revelación cristiana, conectando el centro del hombre con el centro de Dios. La palabra “corazón” expresa precisamente el centro de aquello a lo que se refiere (como cuando decimos, por ejemplo, “y así llegamos al corazón de la cuestión”). Por eso vamos a empezar reflexionando cobre lo que significa el corazón.

Domingo. Santísimo Cuerpo y Sangre de Cristo.

23 de junio de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • Ofreció pan y vino (Gén 14, 18-20)
  • Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec (Sal 109)
  • Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor (1 Cor 11, 23-26)
  • Comieron todos y se saciaron (Lc 9, 11b-17)
  • Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf

Tú que hablas en el silencio



Santo es Dios,
el Padre de todo lo que existe.
Santo eres Tú,
que existes desde el principio.
Santo eres Tú,
que has creado todas las cosas por tu Verbo.

Recibe las palabras que desde mi alma
y desde mi corazón suben hacia Ti,
oh Inefable, oh Indecible,
que hablas en el silencio.
Te suplico que me des a conocer
nuestra naturaleza profunda,
que te inclines hacia mí y me hagas fuerte.
Y yo irradiaré esta gracia
en caridad sobre mis hermanos
que son tus hijos.

Mi espíritu pertenece al Espíritu Santo.
Por eso profeso y confieso la fe
de la que recibo vida y luz.
Tú eres digno de alabanza, oh Padre.


(Antigua oración cristiana escrita en un papiro conservado en Berlín)

Domingo. Santísima Trinidad.

16 de junio de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • Antes de que la tierra existiera, la Sabiduría fue engendrada (Prov 8, 22-31)
  • ¡Señor, Dios nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra! (Sal 8)
  • A Dios, por medio de Cristo, en el amor derramado por el Espíritu (Rom 5, 1-5)
  • Lo que tiene el Padre es mío. El Espíritu recibirá y tomará de lo mío y os lo anunciará (Jn 16, 12-15)
  • Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf

Los hijos nos instruyen

En cuanto el espíritu empieza a desplegarse en el hijo, recibimos de él interrogaciones dignas de la metafísica más elevada: “¿Por qué hay tantos días? ¿Dónde van las noches? ¿Por qué siempre hay cosas? ¿Por qué yo soy yo y no soy él? ¿Por qué Dios es Dios?

Lo que yo había buscado en vano en algunos grupos artísticos: la energía, la gratuidad, al abandono a la Providencia, la alegría sin reserva y las penas sin medida, lo encuentro ahora ahí, entre el parque y el caballito balancín, gracias a mi hijo. Por gracia, la cuestión de la paternidad apenas preocupa a quien nos la otorga: “Para un niño, su padre será siempre infinitamente menos interesante que un caballo. Lo mejor que el pater puede hacer es dar precisamente la ilusión de ser un cuatro patas. A veces se da cuenta de ello, y entonces hace dócilmente el caballito” .

El monje que fue mi guía me animó en el sentido de esta ligereza. Cuando le presenté a nuestra primera hija al hermano Michel, en la abadía de Solesmes, me dijo simplemente: “Tiene usted en brazos ahora a su director espiritual”. Era excesivo. Pero hablaba como el Mesías. En lugar de decir: “Sed grandes como yo”, Jesús llama a un niño pequeño, lo pone en medio de los discípulos y declara: Yo os aseguro: si no cambiáis y os hacéis como los niños, no entraréis en el Reino de los Cielos (Mt 18, 2-3). Porque las chiquilladas son la seriedad suprema.

El niño nos atrae a una isla virgen fuera del continente civilizado. Nos ‘descondiciona’. Afloja las cadenas que nos someten a las reglas de una época y de un país, nos retira de las preocupaciones mundanas, de las complicaciones del decoro, de la angustia sexual. Nos permite así tomar cierta distancia respecto de las leyes ambientes, cuya pertinencia se ve así cuestionada, desacreditada o verificada. El niño prohibe al mundo cerrarse tanto en sus satisfacciones chatas como en sus engreídas ansiedades: “¿Qué habéis hecho con vuestra primera apertura contemplativa?”, pregunta con su sola presencia. “¿Son vuestros progresos verdaderos progresos si habéis matado ese impulso primero?” ¿Vale la pena que yo crezca?”

El hijo nos instruye, sin decir una palabra, sobre nuestra propia filiación: “La llegada de un hijo llama al amor de los padres a hacer memoria de la totalidad de su ser. Nunca se van a despertar en ellos con más profundidad, en tanto que adultos, su filiación y su origen, que tiene su fuente en sus propios padres” .

Con la adolescencia, las cosas se estropean.


Autor: Fabrice HADJADJ
Título: La profundidad de los sexos (Por una mística de la carne)
Editorial Nuevo Inicio, Granada, 2010, (pp. 180-183)







Domingo de Pentecostés

9 de junio de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar (Hch 2, 1-11)
  • Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra (Sal 103)
  • Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo (1 Cor 12, 3b-7. 12-13)
  • Secuencia. Ven, Espíritu divino.
  • Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo; recibid el Espíritu Santo (Jn 20, 19-23)
  • Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf

Vigilia de Pentecostés

8 de junio de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • Se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra (1ª Gén 11, 1-9)
  • Dichoso el pueblo que Dios se escogió como heredad (Sal 32)
  • El Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables (Rom 8, 22-27)
  • Manarán ríos de agua viva (Jn 7, 37-39)
  • Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf

Lo único necesario (Salmo 26)

Catequesis parroquial nº 152 

Autor: D. Fernando Colomer Ferrándiz
Fecha: 29 de mayo de 2019

Para escuchar la charla en ivoox, pulse aquí: https://www.ivoox.com/36686001

Para escuchar la charla en YouTube, pulse aquí: 


VII Domingo de Pascua. Ascensión del Señor.

2 de junio de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • A la vista de ellos, fue elevado al cielo (Hch 1, 1.-11)
  • Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas (Sal 46)
  • Lo sentó a su derecha en el cielo (Ef 1, 17-23)
  • Mientras los bendecía, fue llevado hacia el cielo (Lc 24, 46-53)
  • Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf