III Domingo de Pascua

15 de agosto 

1 de mayo de 2022

(Ciclo C - Año par)





  • Testigos de esto somos nosotros y el Espíritu Santo (Hch 5, 27b-32. 40b-41)
  • Te ensalzaré, Señor, porque me has librado (Sal 29)
  • Digno es el Cordero degollado de recibir el poder y la riqueza (Ap 5, 11-14)
  • Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado (Jn 21, 1-19)
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Cada aparición del Resucitado es una fuente de revelación para los discípulos. Antes de subir al cielo el Señor tiene que inculcarles algunas verdades fundamentales, grabándolas en su corazón. La primera verdad que el Señor les revela, en esta nueva aparición, es la que ya les había dicho con anterioridad: “Sin mí no podéis hacer nada”. Después de haber estado toda la noche trabajando sin obtener nada, aparece ahora un desconocido que les indica que echen la red a la derecha de la barca y recogen en un instante lo que no habían sido capaces de recoger en toda la noche. Juan comprende enseguida que ese desconocido es el Señor, porque sólo Él posee una palabra que es fuente de vida, una palabra que otorga fecundidad allí donde el esfuerzo humano había fracasado: hacer lo que se ha estado haciendo siempre, pero hacerlo bajo la palabra del Señor, confiere a la vida una fecundidad inesperada.

Frases...

El objetivo del comunismo es hacer que los pobres sean ricos, mientras que el objetivo del cristianismo es hacer que los ricos se hagan pobres y que los pobres sean santos.



Dorothy Day

II Domingo de Pascua de la Divina Misericordia

15 de agosto 

24 de abril de 2022

(Ciclo C - Año par)





  • Crecía el número de los creyentes, una multitud tanto de hombres como de mujeres, que se adherían al Señor (Hch 5, 12-16)
  • Dad gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia (Sal 117)
  • Estuve muerto, pero ya ves: vivo por los siglos de los siglos (Ap 1, 9-11a. 12-13. 17-19)
  • A los ocho días llegó Jesús (Jn 20, 19-31)
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El Señor se hace presente en medio de sus discípulos, que están “con las puertas cerradas” porque tienen miedo, y les saluda dándoles la paz; al mismo tiempo les muestra las llagas de las manos y del costado. Al mostrarles sus llagas, les está diciendo que él es el mismo de antes, el que sufrió y murió en la cruz, que no es otro. Al darles la paz, les indica que esas llagas no son incompatibles con la paz, que él tiene la paz y da la paz, porque ha aceptado el plan del Padre sobre él, el designio de amor para con los hombres que comportaba el que él fuera la víctima, el cordero “sin defecto ni mancha” preparado desde “antes de la fundación del mundo”. Al unir la donación de la paz con la mostración de las llagas el Señor nos está diciendo que la paz nace del abandono filial al Padre, de rezar de verdad el Padre Nuestro, de decir de verdad “hágase tu voluntad”, aunque esa voluntad comporte el sufrimiento.

La humildad vence siempre al demonio

Abba Antonio decía también: «He visto tendidos sobre la tierra todos los lazos del enemigo, y gimiendo he dicho: "¿Quién podrá escapar de todos ellos?". Y oí una voz que respondía: "La humildad"» (XV, 3).

Un hombre poseído por el demonio, que echaba espuma por la boca, abofeteó en el rostro a un monje anciano. Éste le presentó al punto la otra mejilla [cf. Mt 5,39]. Pero el demonio, no pudiendo soportar la quemadura de su humildad, salió inmediatamente del poseso (XV, 71).

Unos fueron a la Tebaida para visitar a un anciano. Llevaban consigo a un hombre atormentado por el demonio para que el anciano le curase. El anciano, después de que se lo pidieran con mucha insistencia, dijo al demonio: "Sal de esa criatura de Dios". Y el demonio respondió: "Salgo, pero te hago esta pregunta: Dime ¿quiénes son los cabritos y quiénes los corderos [cf. Mt 25,32]?". El anciano le contestó: "Los cabritos son los que son como yo. Quienes sean los corderos, eso Dios lo sabe". Al oírle el demonio vociferó: "Salgo por esta humildad tuya". Y desapareció al instante (XV, 84).

El diablo, transformado en ángel de luz, se apareció a un hermano, y le dijo: "Soy el ángel Gabriel y he sido enviado a ti". Pero el hermano le contestó: "Mira no sea que te hayan enviado a otro, porque yo no soy digno de que me envían un ángel". Y el demonio desapareció al punto (XV, 87).

Decía un anciano: «Si alguno dice "perdóname" con humildad, quema a los demonios tentadores» (XV, 98).

Un sacerdote pagano oyó lo que contaba el demonio y decidió hacerse monje. Y desde el comienzo de su conversión practicó la humildad más perfecta, pues decía: «La humildad quiebra toda la fuerza del enemigo, como yo mismo se lo oí a los demonios: "Cuando atacamos a los monjes, si uno de ellos hace una metanía, todo nuestro poder se desvanece"» (XV, 112).

Decían los ancianos: «Aunque se te aparezca de verdad un ángel, no le acojas fácilmente, sino humíllate, diciendo: "No soy digno de ver un ángel, yo que vivo en el pecado"» (XV, 88).

Se contaba que un anciano moraba en su celda y sufría fuertes tentaciones. Veía claramente a los demonios y se burlaba de ellos. Al verse vencido por el anciano, el demonio se le presentó y le dijo «Soy Cristo». Al verle, el anciano cerró los ojos. Y el diablo le dijo «Soy Cristo, ¿por qué cierras los ojos?». Y le contestó el anciano: «Yo aquí no quiero ver a Cristo, sino en la otra vida». Al oír esto despareció el diablo (XV, 89).

Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor

15 de agosto 

17 de abril de 2022

(Ciclo C - Año par)





  • Hemos comido y bebido con él después de su resurrección de entre los muertos (Hch 10, 34a. 37-43)
  • ste es el día que hizo el Señor: sea nuestra alegría y nuestro gozo (Sal 117)
  • Buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo (Col 3, 1-4)
  • Él había de resucitar de entre los muertos (Jn 20, 1-9)
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El evangelio de hoy pone de relieve el papel de las mujeres que seguían y amaban a Jesús, en la constitución de la fe pascual, es decir, de la fe en la resurrección de Jesucristo. A lo largo de la vida terrena de Jesús, los evangelios nos hablan de algunas mujeres que le seguían y le servían con sus bienes (Lc 8, 3). A diferencia de los apóstoles, estas mujeres no fueron llamadas explícitamente por Jesús a su seguimiento, sino que son mujeres que, al encontrarse con él, entendieron inmediatamente que él era Aquel que su corazón esperaba desde siempre, Aquel en quien y por quien Dios iba a realizar su obra de salvación, en primer lugar en su propia vida; de alguna de ellas -de María Magdalena- el Señor había expulsado siete demonios (Lc 8, 2). Ellas habían comprendido también, de manera intuitiva, que “el asunto de Jesús” era Jesús mismo, era su Persona. Y por eso ellas cuidaban de Él, cuidaban de su Persona. Jamás ellas habrían planteado la cuestión que un día planteó Pedro: “Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido: ¿qué recibiremos, pues?” (Mt 19, 27). Esa cuestión es una cuestión propia de quien entiende que Jesús lleva entre manos un “asunto” -el Reino del que tanto habla- y quiere considerar la rentabilidad de implicarse en ese negocio. Sin embargo ellas tenían clarísimo que la recompensa era “estar con Él”: antes de que Pablo lo escribiera, ellas ya sabían que “estar con Cristo es, con mucho, lo mejor” (Flp 1, 23), y su corazón ya estaba colmado por la presencia del Señor.

Viernes Santo

15 de agosto 

15 de abril de 2022

(Ciclo C - Año par)





  • Él fue traspasado por nuestras rebeliones (Is 52, 13 - 53, 12)
  • Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu (Sal 30)
  • Aprendió a obedecer; y se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación (Heb 4, 14-16; 5, 7-9)
  • Pasión de nuestro Señor Jesucristo (Jn 18, 1 - 19, 42)
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La vida de Jesús, queridos hermanos, fue como la nuestra, como es toda vida humana. En ella el peso de las circunstancias, de las “casualidades”, fue enorme y determinó gran parte de su desarrollo. Pero lo típico de Jesús fue que él supo discernir, a través de todo ello, una llamada del Padre del cielo, una misión que el Padre le encomendaba, y que supo entregarse a ella de todo corazón. Por eso el Señor no vivió sus circunstancias como fatalidad sino como vocación, como llamada, como misión.

Jueves Santo

15 de agosto 

14 de abril de 2022

(Ciclo C - Año par)





  • Prescripciones sobre la cena pascual (Éx 12, 1-8. 11-14)
  • El cáliz de la bendición es comunión de la sangre de Cristo (Sal 115)
  • Cada vez que coméis y bebéis, proclamáis la muerte del Señor (1 Cor 11, 23-26)
  • Los amó hasta el extremo (Jn 13, 1-15)
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La Iglesia celebra hoy los tres dones que el Señor nos entregó en la última cena: el don de la Eucaristía, el don del sacerdocio y el don del mandamiento nuevo que el Señor ejemplificó en el lavatorio de los pies y que formuló, un poco más adelante, diciendo: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que, como yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros” (Jn 13,34).

El tercer mandamiento

 


1. El día del sábado.

“El día séptimo será día de descanso completo, consagrado al Señor” (Éxodo 31,15), proclama el tercer mandamiento del Decálogo. El sentido de este mandamiento radica ante todo en el hecho de que el actuar de Dios constituye para el hombre un modelo preceptivo: del mismo modo que Dios “tomó respiro” el día séptimo (Éxodo 31,17), también el hombre debe “descansar” y hacer que los demás, sobre todo los pobres, “recobren aliento” (Éxodo 23,12). De este modo la observancia del sábado, interrumpiendo los trabajos cotidianos, constituye una protesta contra las servidumbres del trabajo y el culto al dinero (Nehemías 13,15-22).

La observancia del sábado constituye un memorial de la creación del mundo y de la liberación de Israel de la esclavitud de Egipto: Pues en seis días hizo el Señor el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen, y el séptimo descansó; por eso bendijo el Señor el día del sábado y lo hizo sagrado (Éxodo 20,11). Y también: Acuérdate de que fuiste esclavo en el país de Egipto y de que el Señor tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y tenso brazo; por eso el Señor tu Dios te ha mandado guardar el día de sábado (Deuteronomio, 5,15). Por ello mismo es un signo de la alianza de Dios con su pueblo: Los israelitas guardarán el sábado celebrándolo de generación en generación como alianza perpétua (Éxodo 31,16).

Jesús nunca faltó a la santidad del día del sábado, sino que, con autoridad, dio la interpretación auténtica de esta ley afirmando que el sábado ha sido instituido para el hombre y no el hombre para el sábado (Marcos 2,27). Y que si el sentido del sábado es configurarnos con el obrar divino es lícito en sábado hacer el bien en vez del mal, salvar una vida en vez de destruirla (Marcos 3,4), pues el actuar de Dios es misericordia y salvación para el hombre. Por eso Jesús curó en día de sábado (Mateo 12,9-14) argumentando: si se circuncida a un hombre en sábado, para no quebrantar la Ley de Moisés, ¿os irritáis contra mí porque he curado a un hombre entero en sábado? (Juan 7,23), y afirmando que el Hijo del hombre es Señor del sábado (Marcos 2,28).

Domingo de Ramos

15 de agosto 

10 de abril de 2022

(Ciclo C - Año par)






PROCESIÓN:
MISA:
  • No escondí el rostro ante ultrajes, sabiendo que no quedaría defraudado (Is 50, 4-7)
  • Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Sal 21)
  • Se humilló a sí mismo; por eso Dios lo exaltó sobre todo (Flp 2, 6-11)
  • Pasión de nuestro Señor Jesucristo (Lc 22, 14 - 23, 56)
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Homilía antes de la procesión:

Según san Lucas, fueron los discípulos quienes aclamaron a Jesús como rey. Ellos habían recorrido con Él los caminos de Galilea y de Judea y habían visto todos los milagros que Jesús había hecho, las “obras de poder” con las que Él manifestaba que Dios estaba, en Él y por Él, bendiciendo a su pueblo, cuidando de sus hijos, estableciendo su reino en medio de ellos. Y ahora lo aclamaban como rey “en nombre del Señor”, es decir, como el Mesías, el último y definitivo rey que Dios enviaba a su pueblo antes de instaurar por completo su reino.

Nosotros somos también sus discípulos, caminamos con Él, detrás de Él, siguiéndolo. Y experimentamos que, cuanto más unidos estamos a Él, cuanto más y mejor guardamos sus palabras y las ponemos en práctica, más alegría y esperanza hay en nuestro corazón, más crece en nosotros la capacidad de perdonar y de pedir perdón; experimentamos que Él nos va haciendo más sencillos, más dulces, más comprensivos, más fraternales. Y concluimos, con toda razón, que por Él y en Él, el Reino de Dios se va abriendo camino en nuestra vida.

Oración por un difunto



¡Oh Dios, tienes poder sobre la vida y la muerte, Dios de los espíritus y Dios de toda carne, Dios que das la muere y la vida, conduces a las puertas del infierno y nos retiras de ellas, creas en el hombre su espíritu, acoges las almas de los santos y les das el reposo; Tú cambias, transformas y transfiguras a tus criaturas de acuerdo con lo que es justo y útil: sólo Tú eres incorruptible, inmutable, eterno!

Te rogamos por el sueño y el reposo de este servidor (de esta sierva), recrea su alma y su espíritu en los lugares de tu pastoreo, en las moradas del reposo con Abraham, Isaac y Jacob y todos los santos; y el cuerpo resucítale el día por Ti fijado según las promesas formales y concédele en los santos pastos el lote que le convenga.

No te acuerdes de sus crímenes ni de sus pecados; haz su partida pacífica y bendita. Cura la tristeza de los sobrevivientes por medio de tu Espíritu consolador y concédenos a todos el final dichoso.

Por tu Hijo único, Jesucristo, por quien te sean dadas gloria y poder por los siglos de los siglos. Amén.

V Domingo de Cuaresma

15 de agosto 

3 de abril de 2022

(Ciclo C - Año par)





  • Mirad que realizo algo nuevo; daré de beber a mi pueblo (Is 43, 16-21)
  • El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres (Sal 125)
  • Por Cristo lo perdí todo, muriendo su misma muerte (Flp 3, 8-14)
  • El que esté sin pecado, que le tire la primera piedra (Jn 8, 1-11)
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Al escuchar este santo evangelio podemos tener la impresión de que la ley de Moisés era excesivamente dura y exagerada al dictaminar que “si alguno comete adulterio con la mujer de su prójimo, el adúltero y la adúltera deben ser castigados con la muerte” (Lev 20,10). Sin embargo la ley de Moisés es la ley que Dios dio a Moisés, es decir, es la ley de Dios y lo que ella hace es expresar la verdad de las cosas. Y la verdad de las cosas es que el pecado es como un suicido del ser, porque el ser del hombre consiste en ser una mera relación a Dios y quien peca rompe esa relación que le constituye y, por lo tanto, se está suicidando, está negando el fundamento, el origen y la finalidad de su ser, y en consecuencia, se está autodestruyendo. Y esto es lo que san Pablo, con toda razón, afirma cuando dice que “el salario del pecado es la muerte” (Rm 6, 23).