Escuela de la fe #09: Ya y todavía no
Ya y todavía no
D. Fernando Colomer Ferrándiz
20 de mayo de 2022
Enlace para escuchar en ivoox: https://go.ivoox.com/rf/126370046
VII Domingo de Pascua. Ascensión del Señor.
29 de mayo de 2022
(Ciclo C - Año par)
- A la vista de ellos, fue elevado al cielo (Hch 1, 1-11)
- Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas (Sal 46)
- Lo sentó a su derecha en el cielo (Ef 1, 17-23)
- Mientras los bendecía, fue llevado hacia el cielo (Lc 24, 46-53)
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La vocación esencial de la mujer
VI Domingo de Pascua
22 de mayo de 2022
(Ciclo C - Año par)
- Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros, no imponeros más cargas que las indispensables (Hch 15, 1-2. 22-29)
- Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben (Sal 66)
- Me mostró la ciudad santa que descendía del cielo (Ap 21, 10-14. 22-23)
- El Espíritu Santo os irá recordando todo lo que os he dicho (Jn 14, 23-29)
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El cuarto mandamiento
1. El cuarto mandamiento.
V Domingo de Pascua
15 de mayo de 2022
(Ciclo C - Año par)
- Contaron a la Iglesia lo que Dios había hecho por medio de ellos (Hch 14, 21b-27)
- Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey (Sal 144)
- Dios enjugará toda lágrima de sus ojos (Ap 21, 1-5a)
- Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros (Jn 13, 31-33a. 34-35)
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En el evangelio de hoy el Señor nos
habla de la belleza. “Glorificar”, en efecto, significa, en la Biblia, “mostrar
la belleza” de alguien. “Ahora es glorificado el Hijo del hombre y Dios es
glorificado en él” significa, pues, “ahora se va a percibir la belleza del Hijo
del hombre y la belleza de Dios en él”.
Para los hombres la belleza significa,
a menudo, un atractivo, una fascinación, una seducción que después se revelan
engañosas: una hermosa apariencia, pero a la que no corresponde una realidad
igualmente hermosa. En cambio en la Biblia la belleza significa el esplendor de la verdad y “glorificar”
significa, por lo tanto, “mostrar la verdad profunda de un ser”, mostrar esa
verdad en todo su esplendor.
Jesucristo es “el más bello de los
hombres” (Sal 44) porque su verdad profunda es la más bella. Esa verdad
profunda es que Él es solo amor y misericordia, y que su destino es dar su vida
por nosotros para que nosotros podamos participar de su vida divina, de la vida
eterna que Él comparte con el Padre y con el Espíritu Santo. Dostoievski
escribió: “La belleza salvará al mundo”; y añadió a continuación: “Pero, ¿de
qué belleza se trata?”. Hay una belleza que es apariencia vacía de contenido,
que es cosmética que disfraza la vacuidad de un ser; y hay una belleza que es
Verdad y Amor: esa es la belleza de
Jesucristo y esa es la belleza que salvará al mundo.
Créame de nuevo, Señor
te pido perdón e imploro tu clemencia.
Hubo un tiempo en que yo no existía,
y Tú me creaste
Yo no había orado,
y Tú me hiciste.
Yo no había sido dado a luz,
y Tú me viste.
Yo no había aparecido,
y Tú tuviste piedad de mí.
Yo no te había invocado,
y tú me cuidaste.
Yo no había hecho un signo con la mano,
y Tú ya me habías mirado.
Yo no había suplicado,
y Tú me hiciste misericordia.
Yo no había articulado un sonido,
y Tú ya me habías escuchado.
Yo no había suspirado,
y tú ya habías inclinado tu oído hacia mí.
IV Domingo de Pascua
8 de mayo de 2022
(Ciclo C - Año par)
- Sabed que nos dedicamos a los gentiles (Hch 13, 14. 43-52)
- Nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño (Sal 99)
- El Cordero los apacentará y los conducirá hacia fuentes de aguas vivas (Ap 7, 9. 14b-17)
- Yo doy la vida eterna a mis ovejas ( Jn 10, 27-30)
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En el evangelio de hoy, queridos
hermanos, el Señor nos describe su relación con nosotros mediante la imagen del
pastor que cuida de sus ovejas. Y lo hace mediante cuatro afirmaciones
fundamentales:
1) Mis
ovejas escuchan mi voz. En nuestro mundo y en nuestra vida suenan
muchas voces (radio, televisión, medios de comunicación social, redes
sociales…): nosotros las oímos todas,
pero escuchamos sólo aquellas que
nuestro corazón elige. Se oye con los
oídos; pero se escucha con el
corazón, porque escuchar es abrir nuestra alma, en una actitud de atención, de
acogida y receptividad, hacia aquel que habla y hacia lo que nos dice. El
cristiano oye muchas voces pero escucha la voz del Señor otorgándole a ella una primacía
e importancia sobre todas las demás voces. Lo cual supone, por parte nuestra,
una opción, un acto libre, un juicio de valor.