te pido perdón e imploro tu clemencia.
Hubo un tiempo en que yo no existía,
y Tú me creaste
Yo no había orado,
y Tú me hiciste.
Yo no había sido dado a luz,
y Tú me viste.
Yo no había aparecido,
y Tú tuviste piedad de mí.
Yo no te había invocado,
y tú me cuidaste.
Yo no había hecho un signo con la mano,
y Tú ya me habías mirado.
Yo no había suplicado,
y Tú me hiciste misericordia.
Yo no había articulado un sonido,
y Tú ya me habías escuchado.
Yo no había suspirado,
y tú ya habías inclinado tu oído hacia mí.
Sabiendo lo que me iba a ocurrir actualmente,
Tú no me has despreciado.
Considerando el mal uso que yo podía hacer de mi libertad,
Tú, sin embargo, me has modelado.
Créame de nuevo, Señor,
y no permitas que me pierda, yo que he sido curado por tu Sangre,
y alimentado en tu pecho, ¡oh Compasivo!
Pues lo propio de Ti es la salvación
y de Ti viene el perdón,
y a Ti conviene la gloria en todo,
Oh Señor Jesucristo
bendito con el Padre,
por tu Espíritu Santo
por lo siglos de los siglos.
San Gregorio de Narek
(944-1010)