- La palabra del Señor me ha servido de oprobio (Jer 20, 7-9)
- Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío (Sal 62)
- Presentad vuestros cuerpos como sacrificio vivo (Rom 12, 1-2)
- Si alguno quiere venir en pos de mí, que se niegue a sí mismo (Mt 16, 21-27)
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XXII Domingo del Tiempo Ordinario
Él cura todas tus enfermedades
Que tenemos enfermedades espirituales es obvio, dice san Agustín, porque “todavía el alma es agitada por ciertas perturbaciones después de la remisión de los pecados, todavía se halla en medio de los peligros de las tentaciones, todavía se deleita con ciertas sugestiones, con otras no se deleita; con las que se deleita, alguna vez consiente y es atrapada por ellas. Estás enfermo, pero Él cura todas tus enfermedades (Sal 102, 3). No temas, se curarán todas tus dolencias, por grandes que sean. Porque mayor es el médico. Al Médico omnipotente no le sale al paso ninguna enfermedad incurable. Tú déjate únicamente curar; no apartes su mano; Él sabe lo que hace. No sólo te deleites cuando acaricia, sino tolérale también cuando saja”. San Agustín insiste: “Tú ponte únicamente bajo las manos del médico, pues Él aborrece al que rechaza sus manos (…) Te curará. Pero es necesario que quieras. Él cura a cualquier enfermo, pero no al que se opone a ello”. La curación definitiva y total llegará cuando esto corruptible se vista de incorrupción (1Co 15, 53).
(San Agustín)
XXI Domingo del Tiempo Ordinario
- Pongo sobre sus hombros la llave del palacio de David (Is 22, 19-23)
- Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos (Sal 137)
- De él, por él y para él existe todo (Rom 11, 33-36)
- Tú eres Pedro, y te daré las llaves del reino de los cielos (Mt 16, 13-20)
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Meditación sobre el tiempo de Navidad
¿Por qué se celebra Navidad el 25 de diciembre?
¿Por qué se escogió el 25 de diciembre para celebrar el nacimiento de Cristo, dado que no se puede probar históricamente que ése fuese el día de su nacimiento? Hay tres hipótesis al respecto:
a) La que se refiere al solsticio de invierno, fecha de la fiesta pagana del Sol invicto, instituida por el emperador Aureliano (270-275); Navidad sería la afirmación de que el verdadero sol de justicia (cf. Mal 4,2; Lc 1,78) es Cristo. Es la hipótesis de B. Botte, muy extendida.
b) La fecha del 25 de diciembre puede estar relacionada con la distancia de nueve meses entre esta fecha y el 25 de marzo, en la que, por tradición, se creía que coincidían el comienzo del mundo, la concepción de Jesús y su muerte. San Agustín se refería a esta tradición para el 25 de marzo. Hipótesis de L. Duchesne, actualizada por Th. J. Talley. [Lo interesante de esta tradición es el significado que tiene unir la historia de la creación con el nacimiento y la muerte de Cristo, que, al fin y al cabo, es lo que da sentido a la creación].
c) La que, en base al estudio de la cronología de los turnos sacerdotales en el Templo de Jerusalén, llegaría a la conclusión de que Zacarías sirvió en el Templo en el mes de octubre y seis meses después (marzo) sería la anunciación a la Virgen María. Según esta hipótesis, sostenida por A. Ammassari, la fecha del 25 de diciembre no sería simbólica sino histórica.
El problema no tiene fácil solución en lo que se refiere a la cuestión de la fecha.
¿Por qué instituyó la Iglesia la celebración de la Navidad?
Otra cosa es en cuanto a los motivos de fondo para la institución de la fiesta. En efecto, la fiesta de Navidad parece haber surgido como respuesta a la necesidad de afirmar la verdadera fe acerca de Cristo, el Verbo de Dios encarnado, frente a las herejías de los primeros siglos. La fiesta del Nacimiento del Señor, el 25 de diciembre en occidente y el 6 de enero en Oriente, contradice las ideas gnósticas y arrianas acerca de un Jesús que el día del bautismo fue "adoptado" como Hijo de Dios. Se trata de confesar y celebrar la verdadera fe en Jesús que confiesa que él es Hijo de Dios "consubstancial" al Padre, o sea, "de la misma naturaleza del Padre" y nacido de la Virgen María, tal como proclamó el Concilio de Nicea (325). Ésta es la preocupación básica que trasciende en los sermones y homilías de los Santos Padres sobre el misterio de la Navidad. Basta citar a san Gregorio Nacianceno en Oriente y a san León Magno en Occidente. La extraordinaria rapidez con que se extendió esta fiesta de Navidad, surgida en Roma, no parece explicarse suficientemente por el deseo de oponerse al atractivo del paganismo, sino más bien por lo que hoy llamaríamos un servicio a la fe y a la verdad del misterio de Cristo.
La celebración de la fiesta de Navidad no es un aniversario histórico sino la celebración del misterio del nacimiento del Hijo de Dios en Belén. El Hijo eterno del Padre, hecho Dios-con-nosotros por su encarnación, resucitado y glorificado está con nosotros y nos comunica la gracia propia de su nacimiento. Este misterio lo celebramos en el "hoy" de la salvación de Dios: dado que "hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición humana" y "hoy que nos ha nacido el Salvador para comunicarnos la vida divina…, te pedimos que nos hagas igualmente partícipes del don de su inmortalidad" (oración colecta y poscomunión de la misa del día). La celebración del misterio es hacer presente y actual, en el tiempo, la gracia que aquel acontecimiento trajo al mundo y a los hombres.
La importancia de la solemnidad de Navidad se refleja en el hecho de que la liturgia romana ha elaborado cuatro misas en torno a ella: la de la vigilia, la de medianoche, la de la aurora y la del día de Navidad, con un total de doce lecturas y cuatro salmos responsoriales.
Relación íntima y profunda conexión entre Navidad y Pascua
"Después de la anual evocación del misterio pascual, la Iglesia no tiene nada más santo que la celebración del nacimiento del Señor y de sus principales manifestaciones" (Normas universales sobre el año litúrgico). Esto es lo que hace en el tiempo litúrgico de Navidad.
Palabras sobre el hombre
- Complejidad
- Intersubjetividad
- Corporalidad
- Espiritualidad
- Libertad
- Afectividad
- Historicidad
- Mortalidad
XX Domingo del Tiempo Ordinario
- A los extranjeros los traeré a mi monte santo (Is 56, 1. 6-7)
- Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben (Sal 66)
- Los dones y la llamada de Dios son irrevocables (Rom 11, 13-15. 29-32)
- Mujer, qué grande es tu fe (Mt 15, 21-28)
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Asunción de la Bienaventurada Virgen María
- Una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies (Ap 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab)
- De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir (Sal 44)
- Primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo (1 Cor 15, 20-27a)
- El Poderoso ha hecho obras grandes en mí; enaltece a los humildes (Lc 1, 39-56)
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Un corazón sencillo
consérvame un corazón de niño,
puro y limpio como agua de manantial.
Obtenme un corazón sencillo
que no se repliegue a saborear las propias tristezas;
un corazón magnánimo en donarse,
fácil para la compasión;
un corazón fiel y generoso que no olvide ningún bien
y no guarde rencor de ningún mal.
Fórmame un corazón dulce y humilde
que ame sin exigir ser amado,
contento de desaparecer en otros corazones,
sacrificándose ante vuestro divino Hijo;
un corazón grande e indomable,
para que ninguna ingratitud lo pueda cerrar
y ninguna indiferencia lo pueda cansar;
un corazón apasionado por la gloria de Cristo,
herido por Su amor,
con una llaga que no se cure sino en el cielo.
(P. L. de Grandmaison)
XIX Domingo del Tiempo Ordinario
- Permanece de pie en el monte ante el Señor (1 Re 19, 9a. 11-13a)
- Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación (Sal 84)
- Desearía ser un proscrito por el bien de mis hermanos (Rom 9, 1-5)
- Mándame ir a ti sobre el agua (Mt 14, 22-33)
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Reconciliación
XVIII Domingo del Tiempo Ordinario
- Venid y comed (Is 55, 1-3)
- Abres tú la mano, Señor, y nos sacias (Sal 144)
- Ninguna criatura podrá separarnos del amor de Dios manifestado en Cristo (Rom 8, 35. 37-39)
- Comieron todos y se saciaron (Mt 14, 13-21)
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