Un corazón sencillo










Santa María, Madre de Dios,
consérvame un corazón de niño,
puro y limpio como agua de manantial.
Obtenme un corazón sencillo
que no se repliegue a saborear las propias tristezas;
un corazón magnánimo en donarse,
fácil para la compasión;
un corazón fiel y generoso que no olvide ningún bien
y no guarde rencor de ningún mal.
Fórmame un corazón dulce y humilde
que ame sin exigir ser amado,
contento de desaparecer en otros corazones,
sacrificándose ante vuestro divino Hijo;
un corazón grande e indomable,
para que ninguna ingratitud lo pueda cerrar
y ninguna indiferencia lo pueda cansar;
un corazón apasionado por la gloria de Cristo,
herido por Su amor,
con una llaga que no se cure sino en el cielo.


(P. L. de Grandmaison)

Oración en formato pdf