El monje y el campesino


En Egipto, en el tiempo en que había allí numerosos monasterios, un monje se había hecho amigo de un campesino cándido y poco ilustrado. Un día, el campesino le dijo al monje:

- ¡Sabes, yo también venero a Dios que ha creado este mundo! Cada tarde pongo leche de cabra en una escudilla y la dejo debajo de una palmera. Y durante la noche, Dios viene y bebe mi leche. ¡Le gusta mucho! Siempre se la bebe toda, no queda nada en la escudilla.

Al oír esto, el monje no pudo evitar una sonrisa, y se puso a explicar a su amigo, sencillamente y con bondad, que Dios no tiene ninguna necesidad de leche de cabra. Pero el campesino se encabezonó, y persistía en su afirmación de que Dios venía a beber su leche todas las noches. Entonces el monje le propuso vigilar durante la noche siguiente, después de poner la escudilla con la leche.

Dicho y hecho. Esa misma noche el monje y el campesino se apostaron no muy lejos del árbol y, a la luz de la luna, vieron a un pequeño zorro que se acercaba y que lamía toda la leche de la escudilla.

XXII Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

28 de agosto de 2022

(Ciclo C - Año par)





  • Humíllate, y así alcanzarás el favor del Señor (Eclo 3, 17-20. 28-29)
  • Tu bondad, oh, Dios, preparó una casa para los pobres (Sal 67)
  • Vosotros os habéis acercado al monte Sion, ciudad del Dios vivo (Heb 12, 18-19. 22-24a)
  • El que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido (Lc 14, 1. 7-14)
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La luz de la Palabra

Si 3,17-18.20.28-29; Hb 12,18-19.22-24a; Lc 14,1.7-14

1.- «En el último puesto». Se podría decir que el evangelio de hoy trata de la humildad. Pero es difícil definir la humildad como virtud. En realidad no se debe aspirar a ella, porque entonces se querría ser algo; no se la puede ejercitar, porque entonces se querría llegar a algo. Los que la poseen no pueden ni saber ni constatar que la tienen. Simplemente se puede decir negativamente: el hombre no debe pretender nada para sí mismo. Por eso no debe ponerse por propia iniciativa en el primer puesto, donde se le ve, se le considera y se le aprecia y agasaja sobremanera; tampoco debe calcular a quiénes debe invitar para que le inviten después a él. Si se pone en el último puesto, no es para ser tenido por humilde, y si se le dice que suba más arriba, no se alegra por él, sino porque ve la benevolencia de su anfitrión. No se valora a sí mismo, porque no le interesa el rango que ocupa entre los hombres. Y si el Señor le dice que su actitud se verá recompensada “cuando resuciten los justos”, probablemente para él esto solo significará que se le promete que estará cerca de Dios. Pues solo esto le preocupa: que Dios está infinitamente por encima de él en bondad, poder y majestad.

Acto de consagración al corazón inmaculado de María



Oh María, Madre de Dios y Madre nuestra, nosotros, en esta hora de tribulación, recurrimos a ti. Tú eres nuestra Madre, nos amas y nos conoces, nada de lo que nos preocupa se te oculta. Madre de misericordia, muchas veces hemos experimentado tu ternura providente, tu presencia que nos devuelve la paz, porque tú siempre nos llevas a Jesús, Príncipe de la paz.

Nosotros hemos perdido la senda de la paz. Hemos olvidado la lección de las tragedias del siglo pasado, el sacrificio de millones de caídos en las guerras mundiales. Hemos desatendido los compromisos asumidos como Comunidad de Naciones y estamos traicionando los sueños de paz de de los pueblos y las esperanzas de los jóvenes. Nos hemos enfermado de avidez, nos hemos encerrado en intereses nacionalistas, nos hemos dejado endurecer por la indiferencia y paralizar por el egoísmo. Hemos preferido ignorar a Dios, convivir con nuestras falsedades, alimentar la agresividad, suprimir vidas y acumular armas, olvidándonos de que somos custodios de nuestro prójimo y de nuestra casa común. Hemos destrozado con la guerra el jardín de la tierra, hemos herido con el pecado el corazón de nuestro Padre, que nos quiere hermanos y hermanas. Nos hemos vuelto indiferentes a todos y a todo, menos a nosotros mismos. Y con vergüenza decimos: perdónanos, Señor.

XXI Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

21 de agosto de 2022

(Ciclo C - Año par)





  • De todas las naciones traerán a todos vuestros hermanos (Is 66, 18-21)
  • Id al mundo entero y proclamad el Evangelio (Sal 116)
  • El Señor reprende a los que ama (Heb 12, 5-7. 11-13)
  • Vendrán de oriente y occidente, y se sentarán a la mesa en el reino de Dios (Lc 13, 22-30)
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La luz de la Palabra

Is 66,18-21; Hb 12,5-7.11-13; Lc 13,22-30


1.- «De entre ellos escogeré sacerdotes y levitas». La profecía del final del libro de Isaías (primera lectura) dice al pueblo de Israel con toda claridad que Dios llamará también a hombres de países lejanos, que “nunca oyeron su fama”, y de entre ellos escogerá a algunos como sacerdotes y servidores particulares. Para Israel es una tarea sumamente difícil saberse el pueblo elegido y a la vez tener que relativizarse hasta el punto de tener que admitir esto: la misma elección afectará a otros cuando llegue el momento, un momento que solo Dios conoce. Estos otros, que en general eran considerados por Israel como enemigos de Dios, son ahora llamados por Dios “vuestros hermanos”. Los sacrificios que ellos ofrecerán en el templo del Señor no están manchados ni carecen de valor (como los sacrificios paganos), pues traen ofrendas “en vasijas puras”. ¿Cómo se comportará Israel con respecto a esta promesa?

Himno de la tarde



Luz radiante de la gloria,
del Padre celeste venturoso e inmortal,
¡oh Jesucristo!

Llegados a la caída del sol
contemplamos la claridad de la tarde:
cantamos al Padre, al Hijo
y al Espíritu Santo de Dios.

Tú eres digno para siempre
de ser cantado por voces puras,
¡oh Hijo de Dios!, que das la vida.
Así proclama tu gloria el universo.


(Este himno continúa siendo la oración de la tarde en la Iglesia griega. San Basilio [330-379] da testimonio de él diciendo: “Nuestros padres no quisieron recibir en silencio la gracia de esta luz de la tarde, en cuanto aparece, bendicen a Dios”)

Asunción de la Virgen María

15 de agosto 

15 de agosto de 2022

(Ciclo C - Año par)





  • Una mujer vestida del sol, y la luna bajo sus pies (Ap 11, 19a; 12, 1-6a. 10ab)
  • De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir (Sal 44)
  • Primero Cristo, como primicia; después todos los que son de Cristo (1 Cor 15, 20-27a)
  • El Poderoso ha hecho obras grandes en mí: enaltece a los humildes (Lc 1, 39-56)
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Celebramos hoy, queridos hermanos, la solemnidad de la Asunción de la bienaventurada Virgen María, en cuerpo y alma, al cielo. Lo que la liturgia propone hoy a nuestra contemplación es el destino final en el que se encuentra la Madre del Señor desde que terminó el curso de su vida terrena, diciéndonos que ella ha alcanzado ya plenamente el estado glorioso que tendrán, a partir del último día, todos los justos resucitados o los que, por vivir todavía cuando vuelva el Señor, serán transformados sin pasar por la muerte, tal como anuncia san Pablo: “He aquí que os anuncio un misterio: no todos moriremos, pero todos seremos transformados” (1Co 15, 51).

Familia, amistad y soledad

Así como la vida personal y privada es inferior a la participación en el Cuerpo de Cristo, la vida colectiva es inferior a la vida personal y privada, y aquella solo tiene valor si está al servicio de esta. La principal finalidad de la comunidad secular no es otra que facilitar y salvaguardar la familia, la amistad y la soledad. Ser feliz en el hogar es el objetivo de todo esfuerzo humano. Si nos centramos en los valores naturales, hay que decir que no existe nada bajo el sol ni la mitad de bueno que una familia que ríe unida en torno a una mesa, o dos amigos charlando junto a una jarra de cerveza, o un hombre que lee a solas un libro que le gusta; y que toda la economía, la política, las leyes, los ejércitos y las instituciones, salvo en la medida en que prolonguen y multipliquen escenas como estas, son solo como arar en el mar y sembrar en el viento: una trivialidad sin sentido y un incordio para el espíritu.


Autor: C. S. LEWIS
Título: El peso de la gloria
Editorial: Rialp, Madrid, 2019, (p. 156)








XX Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

14 de agosto de 2022

(Ciclo C - Año par)





  • Me has engendrado para pleitear por todo el país (Jer 38, 4-6. 8-10)
  • Señor, date prisa en socorrerme (Sal 39)
  • Corramos, con constancia, en la carrera que nos toca (Heb 12, 1-4)
  • No he venido a traer paz, sino división (Lc 12, 49-53)
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La luz de la Palabra

Jr 38,4-6.8-10; Hb 12,1-4; Lc 12,49-53

1.- «No paz, sino división». El fuego que según el evangelio Jesús ha venido a prender en el mundo, es fuego del amor divino que debe alcanzar a los hombres. A partir de la cruz, su terrible bautismo, comenzará a arder. Pero no todos se dejarán inflamar por la exigencia absoluta e incondicional de este fuego, de manera que aquel amor, que querría y podría conducir a los hombres a la unidad, los divide a causa de su resistencia. Más clara e inexorablemente que antes de Cristo, la humanidad entera se dividirá en dos reinos, bloques o Estados, lo que Agustín designa como la “ciudad de Dios”, dominada por el amor, y la “ciudad de este mundo”, dominada por la concupiscencia. Jesús muestra que la división rompe los vínculos familiares más íntimos y, según la descripción de Pablo, a menudo atraviesa incluso los corazones de los hombres, donde la carne lucha contra el espíritu (Ga 5,17), y el “hombre desgraciado” “no hace lo que quiere, sino lo que (en el fondo) detesta” (Rm 7,15). Pero esto no es para Jesús ni para Pablo una trágica fatalidad, sino una lucha que ha de mantenerse hasta la victoria final: porque el amor y el odio no son dos principios igualmente eternos (como pensaban los maniqueos), sino porque nosotros podemos “vencer al mal a fuerza de bien” (Rm 12,21), para lo cual se nos da la fuerza de la gracia de Dios.

Frases...

“Porque el bien creciente del mundo depende en parte de actos al margen de la historia; y que las cosas no nos vayan tan mal a ti y a mí, como pudiera haber ocurrido se debe en parte a los que vivieron fielmente una vida oculta y descansan en tumbas que nadie visita”.


Georges Eliot

XIX Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 


7 de agosto de 2022

(Ciclo C - Año par)




  • Con lo que castigaste a los adversarios, nos glorificaste a nosotros, llamándonos a ti (Sab 18, 6-9)
  • Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad (Sal 32)
  • Esperaba la ciudad cuyo arquitecto y constructor iba a ser Dios (Heb 11, 1-2. 8-19)
  • Lo mismo vosotros, estad preparados (Lc 12, 32-48)
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Todos los textos de esta celebración nos exigen vivir en tensión, en movimiento (éxodo), desinstalados, en estado de peregrinación; en una palabra: vivir en vela, en vela en razón de la fe, en razón de la promesa de Dios, en razón de las cuentas que habremos de rendir pronto.        

1.- «La fe es seguridad de lo que se espera». La segunda lectura llama a esta existencia desinstalada simplemente “fe”. La fe se apoya en una palabra recibida de Dios que anuncia una realidad invisible y futura. Esto se muestra en la existencia de Israel, que comienza con el éxodo de Abrahán y se continúa a través de los siglos, esta fe puede ser sometida a duras pruebas, como cuando se exige a Abrahán que sacrifique a su hijo, como demuestra también el hecho de que todos los representantes de la Antigua Alianza “murieron sin haber recibido al tierra prometida”. Estos aprendieron casi más drásticamente que los cristianos lo que significa vivir “como huéspedes y peregrinos en la tierra”, y buscar una patria que está más allá de toda su existencia perecedera. Porque en el destino de Jesús y en la recepción del Espíritu Santo los cristianos no solamente “han visto y saludado de lejos” la patria celeste, sino que, como dice Juan, “han oído, visto y palpado la Palabra que es la vida eterna”, y según Pablo han recibido el Espíritu Santo como arras, como prenda o garantía de lo que esperan, por lo que pueden y deben ir al encuentro del cumplimiento de la promesa con mayor seguridad, y por ello también con mayor responsabilidad.

Permanencia

Dilo, como un conjuro,
cuando no escucha nadie
o al caer una hoja
en la luz de la tarde
o grítalo, o escribe
con un gesto en el aire
que no, nada se pierde
si lo ha amado alguien,
que todo lo que ha sido
queda en alguna parte
igual que la menuda
semilla que se esparce
y espera, en el surquero,
su instante para darse.



Autor: Gabriel INSAUSTI
Título: Récord de permanencia
Editorial: Rialp, Madrid, 2020, p. 188