La alegría

La alegría, fundamentalmente, es una expresión profunda del ser: en bondad, en verdad, en belleza.

Un rasgo que caracteriza la alegría es el hecho de que no nos pertenece. Simplemente irrumpe y nos atraviesa cuando aceptamos construir la existencia como práctica de hospitalidad. Si insonorizamos nuestro espacio vital, si impermeabilizamos nuestra atención, la alegría no nos visita. Los días sin alegría son esos de los que no nos queda memoria alguna. Llegan a su fin y no recordamos ni un gesto, ni una frase, nada que contar. En el fondo, no quisimos nada de aquello ni a aquellos con los que nos cruzamos, o no fuimos queridos; no permitimos que existiera (o no nos fue permitido) un tránsito, un retorno; no se abrió el corazón… Para acceder a la alegría, la vida tiene que hacerse porosa. Aun cuando el precio incluya el dolor.

Con frecuencia el sufrimiento debe excavar primero en nosotros la profundidad que después vendrá a llenar la alegría.



Autor: José TOLENTINO MENDONÇA
Título: Pequeña teología de la lentitud
Editorial: Fragmenta Editorial, Barcelona, 2017, (pp. 49-50)






Domingo de Pentecostés

15 de agosto 

28 de mayo de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar (Hch 2, 1-11)
  • Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra (Sal 103)
  • Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo (1 Cor 12, 3b-7. 12-13)
  • Secuencia: Ven, Espíritu divino
  • Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo; recibid el Espíritu Santo (Jn 20, 19-23)
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Queridos hermanos: El hombre bajo la ley del pecado no sabe vivir la diferencia, no sabe aceptar e integrar la diferencia como una riqueza de lo humano y como un motivo de alegría. Bajo la ley del pecado los hombres tendemos a ver en la diferencia un problema y queremos construir la unidad, la convivencia, la vida, en base a la homogeneidad: si todos somos iguales, si pensamos y sentimos y valoramos y expresamos la realidad de la misma manera, entonces no hay problema.

La torre de Babel es la expresión bíblica de esta manera humana de entender la unidad y la convivencia. Dice la Sagrada Escritura que la torre de Babel estaba hecha con ladrillos (que son todos iguales) y que todos los hombres hablaban una misma lengua (es decir, pensaban todos de la misma manera). Babel es el prototipo del pensamiento único.

Vigilia de Pentecostés

15 de agosto 

27 de mayo de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra (1.ª Gen 11, 1-9)
  • Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra (Sal 103)
  • El Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables (Rom 8, 22-27)
  • Manarán ríos de agua viva (Jn 7, 37-39)
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Jesús se presenta como la respuesta al corazón humano. El hombre necesita pan que sacie su hambre de verdad, de bien y de belleza; Jesús se presenta como el “pan de vida”. El hombre tiene sed de verdad, de bien y de belleza; Jesús se presenta como la fuente de agua viva que sacia esa sed, la sed del corazón del hombre.

La samaritana sentía esa sed y trataba de saciarla en el amor humano; pero siempre surgía la decepción: ya había tenido cinco maridos y el hombre con el que estaba tampoco era su marido. Jesús, precisamente a esa mujer, le habló de que él podía darle a beber un agua viva que saciaría la sed de su corazón para siempre; un agua que se convertiría en ella en “fuente de agua que brota para la vida eterna” (Jn 4,10-14).

Frases...

El problema de los moralistas que leen demasiados periódicos es que su odio al mal termina por comerse su amor al bien.

Gabriel Insausti

El fin del mundo

Nuestra fe-esperanza sabe que un día “las potencias del cielo serán sacudidas” (Lc 21, 26), es decir, que el estado actual del cosmos sufrirá una metamorfosis imprevisible, por la irrupción de un Gesto divino, de una Energía transcendente, que ya ha actuado en la Resurrección de Jesucristo, pero que no se encuentra encerrada de forma latente, en los elementos que constituyen el universo.

El quebrantamiento de las potencias celestes no dará miedo al creyente, porque el creyente no verá en ello el desencadenarse incontrolado de una naturaleza ciega, sino una nueva reestructuración en la incorruptibilidad del universo y el signo de la realización del “designio amoroso”, sí, amoroso, que el Padre del cielo “había proyectado realizar por Cristo, en la plenitud de los tiempos: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra” (Ef 1, 9-10).

De este modo el cristiano lleva en sí mismo la certeza de que este mundo terminará, pero no la lleva como una constatación desengañada o atemorizada, como la que puede tener un científico, sino como una esperanza, es decir, como una promesa que no fallará y que es como un latigazo dirigido a este mismo mundo que va a ser transformado.

Albert-Marie Besnard

Fallecido en 1978, este dominico dirigió, en 1968, la revista La Vie spirituelle. 
Fue un teólogo y predicador que escribió numerosas obras de espiritualidad.

VII Domingo de Pascua. Ascensión del Señor.

15 de agosto 

21 de mayo de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • A la vista de ellos, fue elevado al cielo (Hch 1, 1-11)
  • Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas (Sal 46)
  • Lo sentó a su derecha en el cielo (Ef 1, 17-23)
  • Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28, 16-20)
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El evangelio que acabamos de escuchar nos refiere las últimas palabras del Señor antes de subir al cielo, a sentarse a la derecha del Padre. En estas palabras el Señor hace dos afirmaciones categóricas sobre sí mismo y nos confía una misión. La primera afirmación sobre sí mismo que hace el Señor es “se me ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra”. San Pablo, en la segunda lectura de hoy, explica que Cristo resucitado está sentado “a la derecha del Padre” en el cielo. “Sentarse a la derecha del Rey” significa disponer de todo el poder del Rey. Por eso Pablo precisa que Cristo está “por encima de todo principado, potestad, fuerza y dominación”, es decir, por encima de todo el mundo angélico, mediante el cual Dios gobierna el universo, “y por encima de todo nombre conocido, no sólo en este mundo, sino en el futuro”: una manera de decir que no hay, ni habrá, ninguna realidad (ningún “nombre”) que pueda compararse a Cristo. Por eso añade: “y todo lo puso bajo sus pies”. Los discípulos por lo tanto no se equivocaron al postrarse ante Jesús, porque en Él, en ese hombre, Jesús de Nazaret, “habita corporalmente la plenitud de la divinidad” (Col 2,9). Como tiene pleno poder en el cielo y en la tierra, Él ahora los envía a toda la tierra y les da un encargo, una misión, que desglosa en tres mandatos. Escuchémoslos con atención, porque son encargos para nosotros.

Próximo viernes 19 de mayo


 

Muerte y resurrección


1. El sentido cristiano de la muerte.

Vida y muerte se compenetran y constituyen una unidad. La realidad de la muerte acompaña toda nuestra existencia, se hace presente en ella por medio de la enfermedad, el sufrimiento y los fracasos de la vida, y de este modo va poniendo de relieve el carácter caduco y efímero de todas nuestras realizaciones y nos permite exclamar: ¡Vanidad de vanidades, todo vanidad! (Qo 1,1). Pero al mismo tiempo es esta conciencia de la muerte la que vuelve preciosa nuestra vida, pues, al poner de relieve su carácter efímero, nos hace tomar conciencia del valor único de cada día y de cada instante, que pueden representar la última posibilidad de corresponder al amor de Dios, con lo que la vida entera se vuelve preciosa y apasionante, ya que de cada momento se puede decir: Ahora es el momento favorable, ahora es el día de salvación (2Co 6,2).

La fe cristiana nos presenta la muerte como una consecuencia del pecado y, por lo tanto, como algo en ningún modo querido por Dios: Por un hombre entró el pecado en el mundo, y por el pecado la muerte (Rm 5,12). Efectivamente la muerte tal como nosotros la conocemos y la experimentamos, es decir, como corte y ruptura desoladora y absurda de la existencia, como muerte dolorosa y terrible que contradice la voluntad de vivir que alienta en el hombre, esta muerte es contraria a la voluntad de Dios: que no fue Dios quien hizo la muerte, ni se recrea en la destrucción de los vivientes (Sb 1,13). De ahí que la superación del pecado que se nos ha dado en Jesucristo comporte también la superación del último enemigo (1Co 15,26), la muerte.

VI Domingo de Pascua

15 de agosto 

14 de mayo de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo (Hch 8, 5-8. 14-17)
  • Aclamad al Señor, tierra entera (Sal 65)
  • Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu (1 Pe 3, 15-18)
  • Le pediré al Padre que os dé otro Paráclito (Jn 14, 15-21)
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- “Si me amáis guardaréis mis mandamientos

El evangelio de hoy plantea, queridos hermanos, ya desde el inicio, lo que es la esencia de la experiencia cristiana: una relación de amor entre Jesucristo y cada uno de nosotros, entre el Señor y los discípulos. Se es cristiano porque se ha entrado en una historia de amor recíproco entre Cristo, el Señor, y cada uno de nosotros. Y esto, hermanos, es siempre un misterio, porque el amor es un acto libre, es una libre decisión del corazón por la cual cada uno decide amar a una persona; en este caso Cristo ha decidido amarnos a cada uno de nosotros y nosotros, por su gracia, hemos decidido también amarle a Él.

Amar a Jesús significa “guardar sus mandamientos”. “Guardar sus mandamientos” es mucho más que cumplir unas órdenes suyas, que realizar unos encargos que hemos recibido de Él. “Guardar sus mandamientos” significa acoger y conservar en el corazón y en el alma, con toda veneración y cariño todas sus palabras, sus sentimientos, su manera de ver las cosas y de reaccionar ante ellas, considerándolas como un tesoro, como la fuente de la verdadera sabiduría. Porque Cristo es la Sabiduría de Dios, Aquel que expresa y realiza a la perfección el criterio y la visión de Dios sobre la realidad, sobre todas las cosas. Y por eso no queremos tener otro criterio distinto de Él.

Perdonar para ser sanado


Señor Jesús, quiero suplicarte la gracia de perdonar a todos los que me han ofendido a lo largo de mi vida. Te doy gracias porque Tú me amas mucho más que yo mismo. Te doy gracias porque me vas a conceder la fuerza de perdonar.

Perdono de corazón a mis padres: por todas las veces que me desatendieron, o que hicieron más caso a mis hermanos que a mí, o que me chantajearon con su afecto, o que de algún modo me utilizaron, o me hicieron sentir culpable. Tú los amas, Señor, en su límite y en su mismo pecado. Tú los perdonas. Y yo en tu Nombre y en tu Amor los perdono y los amo también.

Perdono también de corazón a mis hermanos, abuelos, tíos, primos, sobrinos, a todos mis familiares. Por todas las veces que hayan sido para mí fuente de sufrimiento; por todas las veces que me han humillado, o que me han tratado como posesión suya, o que se han burlado de mí, o que me han ridiculizado; por todas las veces que han desconfiado de mí y que me han mirado sin esperanza, como un caso perdido. Tú los perdonas y los amas, Señor. Y yo, apoyado en tu Amor, los perdono y los amo también.

Frases...

El que tiene a Dios lo tiene todo y el que tiene todo menos a Dios, no tiene nada; y el que tiene a Dios y todo lo demás, no tiene nada más que el que tiene solo a Dios.


San Agustín

V Domingo de Pascua

15 de agosto  

7 de mayo de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Eligieron a siete hombres llenos del Espíritu Santo (Hch 6, 1-7)
  • Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti (Sal 32)
  • Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real (1 Pe 2, 4-9)
  • Yo soy el camino y la verdad y la vida (Jn 14, 1-12)
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Queridos hermanos:

Si contemplamos el panorama espiritual de la humanidad, a lo largo de su historia, vemos que el hombre siempre ha estado habitado por el deseo de una plenitud de verdad, de bien y de belleza, por una plenitud de sentido y felicidad que el hombre denomina “Dios”, y que no encuentra en ninguna de las realidades de esta vida. Por eso el hombre ha buscado siempre a Dios. Podemos considerar a la humanidad como un inmenso laboratorio en el que los hombres, agrupados según sus culturas, sus talantes peculiares, sus mentalidades distintas, van buscando el camino para encontrar esa plenitud llamada Dios y poder ser saciados por ella, poder ver colmada la propia pobreza con la riqueza de la Divinidad. Así han surgido las diferentes religiones.

Al considerar las diferentes religiones observamos que todos sus iniciadores o fundadores han hablado de la misma manera, aunque hayan dicho cosas distintas. Todos ellos han expuesto el camino que ellos honestamente han encontrado para llegar a la Fuente, para poder saciar la sed que hay en el corazón humano, sed de Verdad y de Vida. Todos ellos han dicho: yo os muestro el Camino que he encontrado para llegar a la Verdad y a la Vida.

Todos, excepto uno: Jesús de Nazaret. Jesús no ha dicho: “yo os muestro el camino que os conducirá a la verdad y a la vida”, sino que ha afirmado que Él mismo es el Camino, y la Verdad y la Vida, es decir, que Él es el camino y el término del camino y que, por lo tanto, quien le encuentra a Él, quien está con Él, ha alcanzado ya, de algún modo, la meta, porque “quien me ha visto a mí ha visto al Padre” (…) porque “yo estoy en el Padre y el Padre en mí”. El cristianismo, hermanos, consiste en creer esto.

El nombre, la mano y la voz

La vida es el tiempo que transcurre desde el momento en que deciden qué nombre ponerte hasta que ese mismo nombre es sólo una inscripción en una lápida. Ni en un caso ni en el otro tomas tú la iniciativa, esas letras son todo lo que tienes para salir a la luz e intentar permanecer en ella. Quizá por eso los antiguos decían que el destino está en el nombre: te guste o no, estás obligado a responder a esa llamada.

De cómo se posa una mano sobre la piel de las cosas depende que en el mundo reine la ternura o la violencia, la misericordia o el abandono, el amor o el control, la alegría o la soledad. La mano permite que las cosas se detengan, que no tengan que buscar la vida en otra parte. El contacto nos hace saber quiénes somos y quiénes no somos, dónde empezamos y dónde terminamos y la carne que nos une. Toda la vida es cuestión de tacto.

Para mí, el timbre de una voz contiene la presencia de una persona, y no se puede imaginar lo precisa que es la voz representando lo que no se ve. Una cara puede acostumbrarse a mentir, incluso en sus rasgos, pero una voz no.


Autor: Alessandro D’AVENIA
Título: ¡Presente!
Editorial: Encuentro, Madrid, 2022, (pp. 9, 35 y 146)








Vivir la unidad

Catequesis parroquial nº 174

Autor: D. Fernando Colomer Ferrándiz
Fecha: 26 de abril de 2023