Frases...

Mi lugar en la Iglesia se encuentra detrás de la última columna de la capilla más pequeña.




Autor: Jean-Luc MARION
Título: À vrai dire. Une conversation
Editorial: Cerf, Paris, 2021, (P. 109)

Nuestro Señor Jesucristo, Rey del Universo

15 de agosto 

26 de noviembre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • A vosotros, mi rebaño, yo voy a juzgar entre oveja y oveja (Ez 34, 11-12. 15-17)
  • El Señor es mi pastor, nada me falta (Sal 22)
  • Entregará el reino a Dios Padre, y así Dios será todo en todos (1 Cor 15, 20-26. 28)
  • Se sentará en el trono de su gloria y separará a unos de otros (Mt 25, 31-46)
  • Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf

La segunda lectura de hoy (1 Co 15) nos presenta a Jesucristo como el nuevo y definitivo Adán, primicia de una humanidad nueva, completamente sometida a Dios, en la que Dios “lo será todo para todos” y en la que todos los “principados, poderes y fuerzas” hostiles a Dios y enemigos del hombre serán destruidos. El último de todos ellos en ser aniquilado será la muerte, de manera que por Cristo todos los hombres volverán a la vida y Dios “enjugará toda lágrima de sus ojos, y no habrá ya muerte, ni llanto, ni gritos, ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado” (Ap 21, 4). Entonces se hará realidad el objeto de nuestra esperanza: “los cielos nuevos y la nueva tierra, en los que habita la justicia” (2 Pe 3, 13).

Pero la primera lectura de hoy (Ez 34) y el Evangelio (Mt 25) nos recuerdan que los hombres seremos aceptados o excluidos de esa realidad preciosa, que es el mundo nuevo, según la elección vital que hayamos realizado a lo largo de nuestra vida en la tierra. Pues al establecer su Reino Dios dirá un no rotundo y definitivo a determinadas realidades humanas: a todas aquellas que son contrarias a la caridad, al amor con el que Dios nos ama. No todo lo que el hombre ha generado, a lo largo de la historia humana, podrá ser integrado en la Jerusalén celestial: quien se haya identificado con el mundo “que yace en poder del Maligno” (1 Jn 5,19) y con todo lo que hay en él -“la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la jactancia de las riquezas” (1 Jn 2,16)-, no podrá ser ciudadano de la Jerusalén celestial. Así pues, cada hombre tiene que hacer una opción vital que determina su destino eterno: o elige el mundo o elige el Reino de Dios.

Frases...

Los estúpidos están llenos de certezas y los inteligentes llenos de dudas.




Autor: Henrique Cymerman
Título: Conversando con el enemigo. De Oporto a Abu Dabi pasando por Tel Aviv.
Editorial: Nagrela editores, Alcobendas, 2022, (p. 34)

Próxima sesión de la Escuela de la Fe

El viernes 24 de noviembre,

tendremos una nueva sesión de la Escuela de la Fe.

Lugar: en la parroquia (nada más terminar la Eucaristía)

Duración: 30 minutos (20:30 h - 21:00 h)



La comunión de los santos


1. El sentido sacramental originario.

El sentido originario de la expresión “comunión de los santos” es sacramental. La expresión hace referencia a las dos realidades sacramentales mayores, el bautismo y la eucaristía, para designar la comunidad de todos aquellos que participan del bautismo y de la eucaristía, de las “cosas santas” (los dones santos, los acontecimientos santos) que nos llegan a través de estos sacramentos. “Santos” son, pues, los que participan de las “cosas santas”, y la “comunión de los santos” se visibiliza en cada celebración de la eucaristía, aunque transciende, con mucho, a quienes están físicamente presentes en ella y abarca a todos aquellos que participan de estos bienes santos: Acuérdate, Señor, de tu Iglesia extendida por toda la tierra (...) Acuérdate también de nuestros hermanos que durmieron en la esperanza de la resurrección (...) y así, con María, la Virgen Madre de Dios, los apóstoles y cuantos vivieron en tu amistad a través de los tiempos, merezcamos, por tu Hijo Jesucristo, compartir la vida eterna (PE II). Como se ve la “comunión de los santos” transciende las fronteras del mundo visible, del tiempo y de la muerte para abarcar a todos aquellos que ya están en el cielo con el Señor glorificado.

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

19 de noviembre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Trabaja con la destreza de sus manos (Prov 31, 10-13. 19-20. 30-31)
  • Dichosos los que temen al Señor (Sal 127)
  • Que el Día del Señor no os sorprenda como un ladrón (1 Tes 5, 1-6)
  • Como has sido fiel en lo poco, entra en el gozo de tu señor! (Mt 25, 14-30)
  • Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf
Un hombre que se iba al extranjero: Los Padres de la Iglesia, San Gregorio Magno y San Jerónimo, por ejemplo, nos explican que este hombre que emprende un largo viaje es Cristo, quien, una vez resucitado, se fue al cielo con la misma carne que había tomado aquí en la tierra.

Un talento: Era una suma desorbitada de dinero, el equivalente a más de quince años de salario. Con ello se nos quiere indicar un bien inmenso. Este bien no es otro que la palabra de Dios, que la doctrina evangélica, tal como nos explican San Juan Crisóstomo y San Jerónimo: ése es el inmenso bien que el Señor nos ha confiado a nosotros, sus siervos, para que negociemos con él. “Negocia con él” aquél que anuncia el Evangelio, que “proclama la palabra, que insiste, reprende, amenaza, exhorta con toda paciencia y doctrina”, tal como le manda hacer San Pablo a Timoteo (2 Tm 4,2).

Al cabo de mucho tiempo: Efectivamente, pasa mucho tiempo desde que Cristo subió al cielo hasta que regresará en la majestad de su gloria para juzgar a los vivos y a los muertos.

Purificarse para orar



No se puede contemplar a Dios con los ojos contaminados por el mundo.

No es posible alabarlo y hablar con Dios con los mismos labios que profieren palabrotas, que mienten, que murmuran, que difaman y que hasta calumnian.

No se puede escuchar a Dios con el oído que se complace en escuchar chismes, sucias historietas, palabras que ofenden al Señor.

Ya que los ojos deben ser claros, reflejos de un alma limpia y de un corazón puro.

Los labios deben bendecir incluso a aquellos que nos maldicen.

El oído debe estar atento a la Palabra y a la llamada del Rey y Señor nuestro.

Por ello, Señor, purifica mis ojos para que puedan contemplarte. Para que mi mirada no esté distraída por las vanas cosas del mundo y, menos aún, para que mis ojos se enturbien en la impureza.

Purifica mis labios, mi boca, como purificaste la boca de tu profeta, para que hable de ti y contigo.

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 


12 de noviembre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Quienes buscan la sabiduría la encuentran (Sab 6, 12-16)
  • Mi alma está sedienta de ti, Señor, Dios mío (Sal 62)
  • Dios llevará con él, por medio de Jesús, a los que han muerto (1 Tes 4, 13-18)
  • Que llega el esposo, salid a su encuentro! (Mt 25, 1-13)
  • Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf

El Señor mediante esta parábola nos entrega, queridos hermanos, una enseñanza nueva e importante sobre nuestra salvación. Las diez vírgenes son un símbolo de los creyentes, de los discípulos, de nosotros, los cristianos. Ya de entrada se nos insinúa, por lo tanto, que no basta con ser cristiano -con ser “virgen”- para alcanzar la salvación, puesto que de las diez vírgenes cinco son necias y cinco son sensatas. La parábola está centrada sobre el hecho de que “el Esposo tardaba”: el Esposo, obviamente, es Cristo, pues por el bautismo hemos sido desposados con Cristo “como una virgen pura” (2 Co 11,2), y su tardanza es el tiempo que media entre su resurrección y ascensión gloriosa al cielo y su segunda venida.

Dice la parábola que “todas se durmieron”. En este caso el dormirse no es un defecto o un pecado, porque la parábola no quiere inculcarnos tanto la vigilancia cuanto la preparación, el hecho de estar ya preparados para cuando aparezca el Señor. Pues el Señor, en efecto, aparecerá de improviso (Mc 13,36; Lc 21, 34) -San Lucas dice que caerá sobre nosotros “como un lazo” (21,35). Cristo es el Señor de las sorpresas y por eso llegará “a medianoche”.

Frases...

Hay cosas sobre las que no tenemos el control, a decir verdad, casi todas.



Alessandro D’AVENIA

El silencio


Sólo después de haber escuchado “la voz de un fino silencio” (1R 19, 11-12) –según la traducción literal del hebreo- fue cuando Elías se cubrió el rostro con su manto y salió al encuentro de Dios. Y fue entonces, solamente entonces, cuando el Dios vivo y verdadero se puso a hablar con él. Esta voz en el límite del silencio, este silencio habitado por la presencia divina, abrió el oído del profeta de fuego a la palabra de Dios. Aunque la historia de Israel es rica en teofanías espectaculares, Dios prefiere manifestarse dulcemente, en la oscuridad, en la intimidad de un corazón que está al acecho, atento y despierto. En ese estuche cerrado que es el silencio, su Palabra puede nacer y surgir, hacerse viva y ser “más eficaz y más incisiva que una espada de dos filos” (Hb 4, 12).

XXXI Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

5 de noviembre de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • Os habéis separado del camino recto y habéis hecho que muchos tropiecen en la ley (Mal 1, 14b - 2, 2b. 8-10)
  • Guarda mi alma en la paz, junto a ti, Señor (Sal 130)
  • Deseábamos entregaros no solo el Evangelio de Dios, sino hasta nuestras propias personas (1 Tes 2, 7b-9. 13)
  • Ellos dicen, pero no hacen (Mt 23, 1-12)
  • Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf

El evangelio que acabamos de escuchar nos describe, queridos hermanos, el estilo que el Señor quiere que exista entre nosotros, sus discípulos. Para ello el Señor empieza por criticar a los letrados y fariseos, por decirnos lo que no le gusta de ellos, de su manera de actuar. Pero la finalidad de esta crítica es, obviamente, proponernos otro estilo, otra manera de ser y de actuar. Tres son las críticas que el Señor hace a los letrados y fariseos:

1) Que su vida no es coherente con su doctrina. Con ello el Señor nos indica que espera de nosotros que nuestra vida sea coherente con la verdad que profesamos en nuestra fe. Pero al mismo tiempo nos enseña, como subraya San Jerónimo (ss. IV-V), que debemos saber apreciar la verdad aunque sea proclamada por personas que no son coherentes con ella. El Señor dice, en efecto: “haced y cumplid lo que os digan, pero no hagáis lo que ellos hacen”. No hay que negar una verdad, porque quien la proclama no sea coherente con ella: Los medievales -que eran cristianos- decían: “La diga quien la diga, la verdad procede siempre del Espíritu Santo”.

2) Que no ayudan a las personas a vivir según la verdad. El Señor critica así la actitud de quienes no hacen más que proclamar la verdad, pero sin ayudar al prójimo a vivirla. Es la actitud de los sempiternos moralistas, que nos dicen lo que está bien y lo que está mal, lo que hay que hacer y lo que no hay que hacer, pero que no son capaces de echarnos una mano para hacer el bien y evitar el mal. El Señor, en cambio, espera de nosotros que seamos hombres y mujeres que saben echar una mano, ayudar a los demás a vivir según la verdad y el bien. Es muy fácil condenar el aborto (y hay que hacerlo); pero lo que el Señor quiere es que ayudemos a la chica que está embarazada a tener a su hijo.

Frases...

El mal imaginario es romántico, variado;
el mal real, triste, monótono, desértico, tedioso.


El bien imaginario es aburrido;
el bien real es siempre nuevo, maravilloso, embriagante.



Simone WEIL