1 de octubre de 2023
(Ciclo A - Año impar)
- Cuando el malvado se convierte de la maldad, salva su propia vida (Ez 18, 25-28)
- Recuerda, Señor, tu ternura (Sal 24)
- Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús (Flp 2, 1-11)
- Se arrepintió y fue. Los publicanos y las prostitutas van por delante de vosotros en el reino de Dios (Mt 21, 28-32)
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Dos grandes verdades nos enseña el Señor, queridos hermanos, con esta pequeña parábola. En primer lugar que la fe es una obediencia, que creer es obedecer, es fiarse tanto de Dios, que concedo más peso a lo que Él me dice que a lo que mis propios ojos están viendo y mis manos palpando; y entonces consiento en que mi obrar sea determinado por Su palabra, hago lo que Él me indica, independientemente de lo que yo vea o sienta.
Los publicanos y las prostitutas hicieron lo que Dios les decía por boca de Juan el Bautista, es decir, cambiaron de vida. Si ellos “preceden” en el camino del Reino de Dios a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo, no es porque Dios arbitrariamente los prefiera a ellos, pasando por encima de su modo de vida, sino porque, obedientes a la palabra de Dios, ellos cambiaron de vida. Para caminar hacia el Reino de Dios hay que “hacer” algo, hay que obedecer a Dios y realizar lo que Él nos pide que realicemos. Lo cual supone siempre un cambio de vida, un abandonar una determinada manera de vivir. Mateo, que es el único evangelista que escribe esta parábola, sabía bien lo que decía; porque él había sido un publicano, y para seguir a Jesús tuvo que dejar ese modo de vida, tuvo que abandonar el mostrador de la recaudación de impuestos y empezar a vivir de otra manera.