1 de noviembre de 2023
(Ciclo A - Año impar)
- Vi una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar, de todas las naciones, razas, pueblos y lenguas (Ap 7, 2-4. 9-14)
- Esta es la generación que busca tu rostro, Señor (Sal 23)
- Veremos a Dios tal cual es (1 Jn 3, 1-3)
- Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en el cielo (Mt 5, 1-12a)
- Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf
- Cantidad. Lo primero que llama la atención en esta fiesta es la afirmación que hace la Iglesia de que hay muchos, muchísimos santos: “una muchedumbre inmensa, que nadie podría contar” (Ap). Los que la Iglesia venera, inscribiéndolos en el catálogo de los santos, son una pequeñísima parte de esa muchedumbre. En ella están tantos y tantos hermanos nuestros, que han sido en esta tierra padres y madres de familia, hombres y mujeres solteros, sacerdotes, religiosos, personas más o menos anónimas que, a pesar de sus fallos, han abierto su corazón a Dios. Nosotros esperamos que en esa muchedumbre estén nuestros antepasados, nuestros seres queridos; también nuestros enemigos, aquellos con los que no hemos sabido entendernos aquí en la tierra: que después, en el cielo, estemos por fin todos juntos y reconciliados.
- Identidad y diferencia. Todos los santos reflejan el rostro bendito del Señor, alguno o algunos de los rasgos de ese rostro. El evangelio de hoy nos ha descrito ese rostro mediante las nueve bienaventuranzas que nos narra san Mateo. Cada uno de los santos ha reflejado en su vida alguna de esas bienaventuranzas, ha sido una pequeña encarnación del rostro de Cristo. Y por eso está en el cielo. Los santos son Cristo en medio de nosotros; no valen por sí mismos, sino por Aquel que se hace presente en ellos.