19 de mayo de 2024
(Ciclo B - Año par)
- Se llenaron todos de Espíritu Santo y empezaron a hablar (Hch 2, 1-11)
- Envía tu Espíritu, Señor, y repuebla la faz de la tierra (Sal 103)
- Hemos sido bautizados en un mismo Espíritu, para formar un solo cuerpo (1 Cor 12, 3b-7. 12-13)
- Secuencia: Ven, Espíritu divino.
- Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo; recibid el Espíritu Santo (Jn 20, 19-23)
- Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf
El relato de los Hechos de los Apóstoles, que hemos escuchado en la primera lectura de hoy, ha puesto ante nuestros ojos el designio salvífico divino, y nos lo ha descrito como un hacer la unidad de todos los hombres asumiendo su diversidad, conservando sus diferencias: “cada uno los oímos hablar de las maravillas de Dios en nuestra propia lengua”. La unidad reside en el hecho de que todos cantan las maravillas de Dios; la diversidad en el hecho de que cada uno lo hace en su propia lengua. Dios no quiere una humanidad uniforme, homogénea. Dios ama la diversidad, la diferencia, como ya se vio en la creación de la humanidad: “Creó, pues, Dios al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios los creó, macho y hembra los creó” (Gn 1,27). Dios es uno, pero su imagen, que es el hombre, existe en la diferencia del varón y de la mujer.
La unidad que Dios quiere crear entre todos los hombres y entre los hombres y Él mismo, es una unidad que recoge y asume la diferencia en la que viven los hombres y los pueblos. Es una unidad enriquecida con las diferencias, unidad que el mundo no sabe realizar (pues la unidad que realiza el mundo es la de la uniformidad del pensamiento único) y que Dios va realizando en su Iglesia. Lo que en este día de Pentecostés se manifestó públicamente por primera vez fue el ser de la Iglesia como el lugar donde los hombres y los pueblos pueden unificarse entre sí y con Dios sin perder su propia identidad, sin tener que renunciar a su diferencia. La unidad que se hace en la Iglesia es la unidad de la confesión de fe y de la caridad, tal como expresó magistralmente san Agustín al escribir: “En las cosas necesarias, unidad; en las cosas discutibles, libertad; y siempre y en todos, caridad”.