Ofrenda

Oh muy divina voluntad,
que me has rodeado de tus misericordias;
te doy infinitas gracias por ellas
y te adoro desde lo profundo de mi alma;
me abandono y pongo todo mi ser en tus manos,
para el tiempo y para la eternidad,
suplicándote que realices en mí
tus designios eternos,
sin permitir
que yo te lo impida.

Que tus ojos divinos,
que penetran los íntimos repliegues de mi corazón,
vean que mi único deseo
es el cumplimiento de tu voluntad;
pero que vean también mi debilidad y mi impotencia.

Por eso yo te suplico, Salvador mío,
que me concedas la gracia de hacer y soportar
todo lo que te complazca
y como te complazca, para que,
consumida en el fuego de tu amorosa voluntad,
yo sea una víctima de holocausto agradable a ti,
que te alabe y te bendiga con todos los santos.


Santa Juana Francisca de Chantal
(1572-1641)