Moderación

No hay que exagerar en nada, sino propiciar que nuestro amigo el cuerpo nos siga siendo fiel y contribuya al desarrollo de las virtudes.

Es un insensato aquel que debilita voluntariamente su propio cuerpo, aunque sea con el propósito de llegar a la perfección.

No emprendas nada que esté por encima de tus fuerzas. De lo contrario, caerás y el enemigo se burlará de ti.

La vía media es la mejor. Hay que darle al espíritu lo que es espiritual, y al cuerpo lo necesario.

No hay que desentenderse de lo que la vida social exige legítimamente de cada uno de nosotros: “Dad al césar lo que es del césar y a Dios lo que es de Dios” (Mt 22, 21).

Hay que ser paciente consigo mismo y soportar los propios defectos como se soportan los del prójimo, pero sin dejarse llevar por la pereza y esforzándose continuamente por obrar mejor.

Si hemos comido demasiado o hecho algo reprensible, no nos indignemos ni añadamos un mal a otro, sino que, guardando la paz interior, hemos de procurar animosamente enderezarnos.



San Serafín de Sarov