III Domingo del Tiempo Ordinario

15 de agosto 

22 de enero de 2023

(Ciclo A - Año impar)





  • En Galilea de los gentiles el pueblo vio una luz grande (Is 8, 23b - 9, 3)
  • El Señor es mi luz y mi salvación (Sal 26)
  • Decid todos lo mismo y que no haya divisiones entre vosotros (1 Cor 1, 10-13. 17)
  • Se estableció en Cafarnaún, para que se cumpliera lo dicho por Isaías (Mt 4, 12-23)
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Al enterarse Jesús de que habían arrestado a Juan, se retiró a Galilea (…) Así se cumplió lo que había dicho el profeta Isaías”. Con estas palabras san Mateo nos hace ver que Jesús otorga en su vida un peso a las circunstancias externas, que las observa, las valora y toma decisiones en base a ellas. A pesar de ser Dios, Jesús descubre la voluntad del Padre a través de las circunstancias externas de su vida -como nos ocurre a nosotros- y actúa en función de ellas. Jesús no se comporta como un héroe desafiante sino como un hombre humilde que examina la realidad en la que se encuentra envuelto para tomar sus decisiones, en este caso concreto la decisión de huir buscando un sitio más seguro. Y a través de esto se cumple la Escritura, el plan de Dios se va realizando. Él dirá a sus discípulos: “Cuando os persigan en una ciudad huid a otra, y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra” (Mt 10,23). También nosotros debemos aprender a leer la voluntad de Dios a través de las circunstancias de nuestra vida (y no esperar que un ángel nos la diga).

El hecho de que Jesús se retire a Galilea y de que sea precisamente allí donde inicia su ministerio tiene algo de desconcertante. Porque Galilea era la parte menos “judía” de Israel. Ya Isaías la llama “Galilea de los gentiles”. Cuando san Mateo escribe su evangelio, la mitad de la población de Galilea era gentil: había otras religiones, además de la fe judía, y eran bilingües, hablaban tanto arameo como griego. Cabía esperar que el Mesías iniciaría su actividad en Jerusalén, la capital religiosa del país, o incluso en el desierto, el lugar del idilio entre el Señor y su pueblo en la historia santa. El hecho de que Jesús “se establezca” en Cafarnaún implica la adquisición de una casa, y el que inicie su predicación en Galilea significa que su mensaje va a ir dirigido tanto a los judíos como a los gentiles (paganos). Lo que los magos significaron con su gesto de ir a adorarle y el mandato que dará a sus discípulos de ir al mundo entero, se ratifica y se anticipa en este hecho de iniciar su predicación en Galilea.

Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos”. Estas palabras condensan la predicación de Jesús (y también la de la Iglesia, que no hace sino repetirlas a lo largo de la historia). Indican dos cosas: que hay un acontecimiento que está ocurriendo y que hemos de vivir de cara a él. El acontecimiento es que el “reino de los cielos” (circunloquio respetuoso de Mateo para no nombrar a Dios) o “reino de Dios”, está a las puertas, al alcance de la mano, se está acercando, está viniendo. No es todavía una realidad completamente presente. De hecho Jesús nos enseñará a rezar pidiendo que “venga tu reino” (Mt 6,10). Pero está definitivamente cercano y ya no es posible ningún paso hacia atrás, sino sólo hacia delante, hacia su plena manifestación. El “reino de los cielos” indica el señorío de Dios sobre todo lo creado: que Dios no va a dejar a los hombres a merced de los poderes de la naturaleza y de la historia, ni a la condición de estar sometidos unos a otros.

Pero para que este reino de los cielos se haga realidad entre nosotros hace falta una decisión de nuestra libertad. Y esa decisión se llama conversión. “Conversión” significa, ante todo, vivir de cara a este acontecimiento, vivir convencidos de que él es el acontecimiento decisivo, el que va a decir la última palabra sobre la historia humana. Y si la última palabra es de Dios y de su reino, entonces tengo que “dar la espalda” al dinero, al poder, a la vanidad, a las influencias humanas, que son los poderes que dominan la historia en este tiempo. “Convertíos” significa “daos la vuelta”, “giraos”, dejad de estar pendientes de todos los poderes de este mundo, porque este mundo va a pasar y lo definitivo es el reino de los cielos que está viniendo.

Los primeros llamados por Jesús son un ejemplo de esta conversión: inmediatamente dejaron las redes y le siguieron. Esta disponibilidad total es la qua hace posible que el reino de los cielos vaya siendo implantado en medio de los hombres. Que el Señor, también a cada uno de nosotros, nos la conceda.