Justos y pecadores

Ama a los pecadores, pero rechaza sus obras. No los desprecies por sus inclinaciones, para que no seas tentado también tú cuando te encuentres en su misma situación.

Ni siquiera aquel que está inmerso en los pecados se encuentra excluido de la esperanza, porque aún es posible que encuentre la vida. Mientras vive tiene esperanza, lo mismo que aquel que camina rectamente. Tú, hombre, ¿por qué tratas con insolencia al pecador? ¡Piensa que las ganancias que has logrado con las fatigas de tu comercio no han entrado aún al puerto! La esperanza de aquel hombre sobre el cual te enalteces no ha sido todavía rechazada por Dios. Porque es posible que, dentro de poco, él te adelante en la virtud y Dios le acoja más fácilmente que a ti. Pues aún no ha llegado la muerte para poner fin a su conducta, ¡ni tampoco a la tuya! Muchos cambios acontecen a los hombres mientras se encuentran todavía en esta vida; y Dios mira al final, no a las realidades intermedias.

Hay muchos justos que caen de su justicia, y hay pecadores que ascienden y que ocupan su puesto. Por tanto, que el justo no se ensalce, pues está todavía en esta vida; y que el pecador no abandone la esperanza, pues Dios está a su lado si él le busca.

Isaac de Nínive (Siglo VII)