En el resplandor de Dios

¡Señor, yo creo, pero que mi fe sea más firme!
¡Yo espero, pero que mi esperanza sea más confiada!
¡Yo amo, pero que mi amor sea más ardiente!
¡Yo me arrepiento, pero que mi arrepentimiento sea más vivo!

Yo te adoro como fuente primera,
te deseo como fin último,
te alabo como bienhechor incesante,
te llamo como defensor bondadoso.

Que tu sabiduría me dirija,
que tu justicia me contenga,
que tu clemencia me consuele,
que tu poder me proteja.

Señor, yo te ofrezco mis pensamientos,
para que tú seas su término,
mis palabras, para que tú seas su objeto,
mis acciones, para que tú seas su regla,
mis sufrimientos, para que tú seas su motivo.

Te ruego, Señor, que ilumines mi inteligencia,
que inflames mi voluntad,
que purifiques mi corazón,
que santifiques mi alma.

Haz que yo llore mis faltas pasadas,
rechace mis tentaciones futuras,
corrija mis malas tendencias,
cultive las virtudes que me convienen.

Concédeme, Dios de bondad,
el amor a ti y el celo por el prójimo.
Que yo triunfe sobre la voluptuosidad por una vida austera,
sobre la avaricia por la generosidad,
sobre la cólera por la dulzura,
sobre la tibieza mediante el fervor.

Hazme prudente en la decisión,
inquebrantable en el peligro,
paciente en la adversidad,
humilde en el éxito.

Que yo aprenda de ti
lo pequeño que es todo lo terrestre,
lo grande que es lo divino,
lo breve que es nuestro tiempo
y lo estable que es tu eternidad.



     Clemente XI
     (1649-1721)