Mar sin fondo










¡Oh Trinidad eterna!
Tú eres un mar sin fondo
en el que, cuanto más me sumerjo, más te encuentro,
y cuanto más te encuentro, más te busco todavía.
El alma que se sacia en tus profundidades
te desea sin cesar,
porque siempre está hambrienta de ti,
y siempre desea ver su propia luz
en tu luz.

En esta luz yo te conozco
y tú estás presente a mi espíritu,
tú que eres el Bien supremo e infinito,
el Bien más allá de todo bien,
que constituye la verdadera felicidad.
Tú eres la Belleza que sobrepasa toda belleza,
la Sabiduría por encima de toda sabiduría.
Revísteme, Trinidad eterna,
revísteme de ti misma
para que yo pase esta vida en la luz
de tu revelación que ha embriagado mi alma.

Santa Catalina de Siena
(1347-1380)