Él que me ha dado bienes tan grandes,
y he seguido la ruta del Maligno
para mirar con éste el fondo del infierno!
Aquí estoy indigno de tus bienes,
ingrato ante tus favores,
cerrado al Amor
y atado por las amarras del pecado.
Pero Tú, Señor, Tú eres Refugio,
Tú mismo, Tú eres Redención,
Tú, Tú eres Socorro,
y eres Tú quien es Expiación,
Tú, Tú eres Beatitud.
Por Ti viene la Curación,
tuya es la Misericordia,
único Poderoso, Viviente, Inefable,
Señor Jesucristo, Dios bienhechor.
Bendito seas, Bendito y de nuevo Bendito;
con tu Espíritu Santo sé exaltado por siempre
en la gloria de tu Padre consubstancial,
¡oh Grande por los siglos de los siglos!
Amén.
San Gregorio de Narek
(944-1010)