Trátame con bondad, Señor

Señor muy compasivo,
Manantial de misericordia,
Dador de bienes,
Hijo del Altísimo,
Señor Jesucristo,

ten misericordia de mí,
sálvame,
trátame con bondad,
mírame en mi peligro,
considera mi corazón quebrantado;

abájate hacia mi miseria,
contempla mi desconcierto en mi angustia irremediable,
socórreme frente a mis debilidades que me conducen a la perdición.

Para que sea glorificado tu Nombre, oh Jesús,
siendo proclamado en todo
con el Padre y tu Espíritu Santo,
en lo alto del cielo,
y abajo en la tierra,
por todos sus habitantes
por los siglos de los siglos.

Amén.

San Gregorio de Narek
(944-1010)