Para dar gracias a Dios

Yo confieso vuestro nombre, oh Dios,
luz y fuerza de mi alma,
que me habéis gobernado y dirigido desde mi infancia
contando todos los cabellos de mi cabeza.
Os doy gracias por todos los beneficios
que habéis querido obrar en mí, por mí y a causa de mí.

Me habéis protegido día y noche
a la sombra de vuestras alas
y me habéis guardado como a la niña de vuestros ojos.

Como el águila que invita a sus pequeños a volar
y que vuela sobre ellos,
extiende sus alas y los toma y lleva sobre sus hombros,
habéis previsto todos mis caminos,
habéis sondeado mis riñones,
habéis extendido vuestra mano
sobre la cólera de mis enemigos
y me habéis salvado,
no por mi justicia,
sino por vuestra pura misericordia.

A Vos la alabanza y la gloria
por los siglos de los siglos.

Amén.

San Pedro Canisio