Al acostarse










Concede a mis párpados
un sueño ligero,
para que mi voz
no permanezca muda mucho tiempo.

Tu creación velará
para salmodiar con los ángeles.

Que esté mi sueño siempre
habitado por tu presencia.

Y que la noche no retenga
ninguna de las manchas del pasado día.

Que las locuras de la noche
no pueblen mis sueños.

Separado incluso del cuerpo,
te canta el Espíritu, ¡oh Dios!

Padre, Hijo
y Espíritu Santo.
A Ti el honor, el poder y la gloria
por los siglos de los siglos.

Amén.

(San Gregorio Nacianceno [329-390])