Cada hombre es único

Cada hombre es único y es amado por Dios con un amor único. Sobre cada hombre, Dios tiene un proyecto de amor, un secreto conocido solo por Él y por su Hijo. Cada hombre es un don de amor del Padre al Hijo, una palabra de amor escrita secretamente en letras de carne. Este secreto de amor único, personal, es la clave de la felicidad eterna de cada uno. Cuando un hombre entra en una relación profunda con Cristo, se convierte en una respuesta de amor del Hijo al Padre, dejándose habitar por el Espíritu Santo. Que todas las criaturas sean, al menos potencialmente, palabras vivas, palpitantes, vibrantes, de amor entre el Padre y el Hijo, es lo que otorga al amor fraterno una fuerza indestructible. Un hombre puede despreciarnos, intentar escandalizarnos, perjudicarnos todo lo que pueda, pero su misma nocividad no podrá apagar el amor que le tenemos, si nuestro amor está fundado en el amor de Dios, en el hecho de que ese hombre ha sido creado como una palabra de amor entre el Padre y el Hijo en la unidad del Espíritu Santo.

Olvidar, desconocer o ignorar la caridad divina en su dimensión trinitaria, como algunos hacen hoy, es un hecho muy grave, porque en ella está la clave de un amor fraternal incorruptible, universal y eterno. Si el hombre busca en sí mismo el recurso al perdón, a la bondad y a la misericordia (lo que ciertamente es muy bello), tropieza inevitablemente con sus propios límites, con sus insuficiencias y sus rechazos. Mientras que, cuando el amor es de Dios, no necesita reinventar al otro para poder amarlo. Porque no lo confunde con sus proyecciones e intereses, sino que acepta ver al otro tal como es, lúcidamente, con todas sus insuficiencias, heridas y comportamientos desajustados. Porque el amor, si es de Dios, ve todo eso, pero ve también más lejos y se remonta al acto creador de cada hombre como una palabra de amor.




Autor: Soeur CATHERINE
Título: Récits d’une ermite de montagne
Editorial: Le Relié, Paris, 2019, pp. 103-104