Oración al enterrar a un monje


“Señor, es un gran atrevimiento para un mortal que es polvo y ceniza, recomendarte a Ti, nuestro Dios y Señor, otro mortal, también polvo y ceniza. Pero, seguros de tu amor, te imploramos con fe: mientras que la tierra recibe lo que viene de la tierra, acoge en la verdadera patria, junto a tu amigo Abraham, a quien acabas de arrancar de este mundo. Líbralo del fuego de la gehena, que no sufra ningún mal, sino que, inundado por tu alegría, encuentre en Ti su reposo. Que no reciba el castigo de sus faltas, sino que guste la dulzura de tu perdón. Que, cuando termine este mundo y resplandezca para todos la luz de tu Reino, resucite como criatura nueva, y se una a la muchedumbre de los santos que ocuparán su lugar a tu derecha, para recibir la corona de gloria. Te lo suplicamos por Jesucristo nuestro Señor”. 

(Oración pronunciada por el abad del monasterio de Sept-Fons en Francia, con ocasión del entierro de un monje)