Si (Dios) es lento en (responder) a tus peticiones, si pides y no obtienes con facilidad lo pedido, no te indignes por ello, pues tú no eres más sabio que Dios.
Porque si de hecho sigues permaneciendo en la misma condición de antes (sin que la oración te cambie), esto se debe s tus comportamientos, que no son concordes con tu petición; o se debe a los caminos de tu corazón, que están separados del objeto de tu plegaria; o a tu edad interior, que es la de un niño, en comparación con la grandeza de las cosas (que pides).
No es bueno que lleguen a nuestras manos cosas grandes con facilidad, para que no (suceda que) pensemos que el don de Dios es poca cosa a causa de la rapidez con que lo obtenemos.
Todo aquello que se obtiene con facilidad, se pierde también fácilmente. Todo aquello que se obtiene con fatiga, se guarda con cuidado.
(San Isaac el Sirio – Siglo VII)