Súplica del don del silencio


 “Desgraciado en efecto el solitario” (Si 4,10) que no te tiene como único compañero. Cuántos hombres están entre la gente y están solos porque no están contigo. Pueda yo, estando contigo, no estar nunca solo…

Que la tierra de mi alma calle en tu presencia, Señor, a fin de que entienda lo que dice en mí el Señor Dios. En efecto las palabras que tú susurras sólo en un profundo silencio pueden ser escuchadas.


Guigo II (+1193)