Himno a la misericordia divina

¡Oh eterna Misericordia,
Tú que cubres las faltas de tus criaturas,
Tú que dices a los que se convierten:
“Ya no me acuerdo de vuestras ofensas”!

Oh Misericordia inefable,
que dices a propósito de quienes te persiguen:
“Quiero que recéis por ellos para que yo les haga misericordia”.

¡Oh Misericordia que se derrama de Tu Divinidad, oh Padre eterno,
y que gobierna, junto con tu Potencia, el mundo entero!

En tu Misericordia hemos sido creados,
y en ella hemos sido re-creados por la sangre de Tu Hijo.
Es tu Misericordia quien nos guarda;
es ella la que, en la Cruz, ha puesto a tu Hijo en manos de la muerte.
En la Cruz la Vida ha vencido a la muerte de nuestro pecado,
y la muerte de nuestro pecado ha arrancado la vida del cuerpo del Cordero inmaculado.
¿Quién ha sido vencido? La muerte.
¿Quién ha sido la causa? Tu Misericordia.

Tu Misericordia da la Vida;
da la Luz que permite conocer Tu bondad en cada criatura,
tanto en los justos como en los pecadores.
Tu Misericordia resplandece
en lo más alto de los cielos y en la vida de tus santos.

¡Amor loco de Cristo,
por tu Misericordia has querido vivir con Tus criaturas!
¡Encarnarte no te ha bastado y has querido morir!
¡Como si la muerte no te bastara todavía,
has querido descender a los infiernos,
para liberar a los santos
cumpliendo en ellos la promesa de Tu Misericordia!

Santa Catalina de Siena (1347-1380)