Feliz el hombre que conoce su debilidad: este conocimiento será para él fundamento y principio para todas las cosas buenas y bellas.
El hombre que ha llegado al conocimiento de su propia debilidad ha llegado al fondo de la humildad.
Si recuerdas siempre y conoces con exactitud que eres débil, no sobrepasarás nunca la línea fronteriza de la vigilancia.
Isaac de Nínive (Siglo VII)