Ponerse en la presencia de Dios

Para ponernos en la presencia de Dios, nos lo representaremos llenando todo el universo, y los contemplaremos en todos los lugares, como la atmósfera que lo envuelve todo. Así veremos a Dios alrededor nuestro, rodeándonos por todas partes, y existiendo nosotros en Él, como los peces existen en el mar, y los pájaros en el aire.

O bien nos retiraremos al lugar escondido de nuestro interior, para contemplar como la esencia divina llena nuestra alma, viendo con una mirada firme y tranquila, como el Padre y el Hijo producen el Espíritu Santo.

O también podemos mirar a Jesucristo en el Santo Sacramento del altar. Y para honrarlo basta con saber lo que la fe nos enseña: que es Dios hecho hombre, y que esta misma humanidad presente en el sagrario, está sentada a la derecha del Padre Eterno.

Y también podemos humillarnos y reconocernos indignos de hablar con Dios, diciendo con Abraham, nuestro padre en la fe: Que no se enfade mi Señor si me atrevo hablar, yo que soy polvo y ceniza.
Santa Juana Francisca de Chantal