Himno a la Fuente que brota eternamente del Corazón de Cristo

¡OH BELLEZA INEFABLE DEL DIOS ALTÍSIMO,
Destello purísimo de la eterna luz,
Vida que comunica la vida a todos los vivientes,
Luz que da su resplandor a toda luz,
Tú que conservas
en su inmutable esplendor y en su diversidad
a los astros que brillan
desde la primera aurora,
ante el trono de tu divinidad!

¡OH MANANTIAL ETERNO E INACCESIBLE,
lleno de luz y de dulzura,
que brota de esta Fuente escondida a todas las miradas humanas!
¡Profundidad sin fondo, altura sin límite,
grandeza inconmensurable y pureza inviolable!
De Ti mana el río
que alegra la ciudad de Dios (Sal 45,5)
y es gracias a Ti
como nuestras aclamaciones y acciones de gracias
se convierten en un cántico de alabanza,
pues podemos testimoniar, por experiencia, 
que en Ti está la fuente de la vida,
y que por tu luz
vemos la luz (Sal 35, 10).

(San Buenaventura +1274)