Jesús, mi único y verdadero amigo

Jesús,
tú eres el único y el verdadero amigo.
Tú te interesas por todos mis males,
te cargas con ellos
y conoces el secreto para convertirlos en bien;
tú me escuchas cuando yo te cuento mis aflicciones
y sabes consolarme en ellas.

Te encuentro siempre y en todo lugar,
porque nunca te alejas de mí;
y si tengo que cambiar mi lugar de residencia,
no dejo nunca de encontrarte dondequiera que vaya.

Tú no te cansas nunca de escucharme
y de hacerme el bien.
Y yo estoy seguro de ser amado
siempre que yo te amo.

No necesitas para nada mis bienes
y no te empobreces nada
al darme los tuyos.
Y aunque yo sea muy miserable,
y encuentres personas más nobles,
más puras y más santas que yo,
no por eso dejas de ser mi amigo.
Y la muerte,
que me separará de todos mis amigos,
me reunirá contigo.

Ninguna desgracia propia de la edad o de la vida
te alejará de mí, sino que más bien, al contrario,
cuando todo me sea adverso,
Tú estarás más cerca de mí que nunca,
y yo gozaré plenamente de tu compañía.

Tú soportas mis defectos
con una paciencia admirable;
y ninguna de mis infidelidades y mis ingratitudes
te hieren tanto
que no estés siempre dispuesto a volver a mí,
si yo te lo pido.

San Claudio La Colombière