Señor,
permítenos
retomar hoy ante Ti,
la
oración de San Francisco de Asís,
que
alaba eternamente a su Creador,
a
través de la creación y las criaturas.
La
oración que no pide nada sino que agradece siempre,
tanto
en el tiempo del abandono
como
en el tiempo de la fiesta en el corazón.
Oración
de alabanza y de alegría,
aleluya
irrefrenable que sube a los labios
en
el impulso de la adoración.
Alabado
seas mi Señor por todas tus criaturas
y
especialmente por nuestro hermano el matemático,
que
penetra el número y la geometría del mundo,
y
que sin embargo sabe que el mundo no es solamente número y geometría
sino
también poesía, gratuidad y gesto de amor.
Alabado
seas mi Señor por nuestro hermano el físico,
al
que el estudio de la materia no ha hecho materialista
y
cuya humildad contrasta con la altanería de sus antepasados
que
creían poseer el mundo porque descubrían algunas de sus leyes.
Alabado
seas mi Señor por nuestro hermano el biólogo,
que
penetra en el centro de la vida que Tú, el Viviente, has creado,
pero
que no pretende encerrar la vida en el laboratorio,
ni
reducir la persona a los límites de su saber.
Alabado
seas mi Señor por nuestro hermano el arqueólogo,
que
conoce la gesta de los hombres de otros
tiempos y de otros lugares,
pero
que sabe ver en todos ellos el esfuerzo de una idéntica humanidad
que
te busca y que te halla, cuando tú consientes en salir a su encuentro.
Alabado
seas mi Señor por nuestro hermano el sociólogo,
al
que las leyes que los hombres se dan a sí mismos para vivir en sociedad,
no
le han hecho olvidar tu Ley suprema,
ni
la muchedumbre innumerable de las ciudades le ha ocultado
al
hombre único e insustituible que nace con cada uno de tus hijos.
Alabado
seas mi Señor por nuestro hermano el jurista,
que
no hace de sus conocimientos un medio de dominio sobre los demás,
sino
que refiriéndolos a la justicia y a la paz,
los
convierte en un eficaz instrumento de servicio a sus hermanos.
Alabado
seas mi Señor por nuestro hermano el educador,
que
lejos de pretender hacer del hombre una simple pieza del engranaje social,
sabe
reconocer en él tu imagen
y
ayudarle a perfeccionar la semejanza contigo,
haciéndole
crecer en la libertad y el señorío.
Alabado
seas mi Señor por nuestro hermano el filósofo,
que
no pretende hacer con su reflexión un fascinante juego de palabras,
sino
que busca apasionada y sinceramente la verdad,
y
a ella pretende referir su ser,
intuyendo
en lo profundo de su corazón,
que
Tú eres la Verdad.
Alabado
seas mi Señor por nuestro hermano el teólogo,
que
lejos de considerarse el juez de tu Palabra,
o
de cargar pesados fardos sobre las espaldas de los demás,
se
constituye en el primer oyente de tu Palabra
y
en el humilde servidor de sus hermanos.
Alabado
seas mi Señor Dios
por
estos hombres y mujeres a los que su ciencia no ha embriagado,
y
que no pretenden imponerse a los humildes en el orgullo ciego del saber.
Alabado
seas mi Señor por la humildad de estos hombres de ciencia,
que
se arrodillan ante Ti,
Omnisciencia
eterna,
Sabiduría
mas allá de cualquier ciencia,
Espíritu
que vela en todo espíritu.
Amén.