Tu nombre Padre

¿Quién eres tú, Señor, y quién soy yo?
Tú eres el Dios de infinita majestad,
gloria de los ángeles y alegría de todos los elegidos.
En tu presencia los cielos, la tierra y todo lo que contienen
son menos que un grano de arena.
Y yo soy un pequeño gusano de tierra,
pecador e hijo de Adán pecador.
¡Y sin embargo tú quieres que yo te llame PADRE!
¡Qué excelencia y dignidad me concedes!
Que mi alma sepa reconocerla
y que te dé todas las gracias que te debo.
Y como yo no soy capaz de hacerlo,
suplico a los ángeles que me ayuden
a alabarte y darte gracias continuamente.

El nombre de padre que es tuyo, Señor,
me testimonia el amor inmenso que me tienes.
También me enseña y me advierte
de que debo amarte con todo mi corazón.
Pues sería un hijo muy ingrato
el que teniendo un Padre bueno, santo, dulce glorioso
y amante como tú eres,
no lo amara.
Por eso te pido que mi corazón sea inflamado
para que entre tú, Padre mío, y yo, hijo tuyo,
haya un continuo amor recíproco.

San Francisco de Sales
(1567-1622)