Protégeme del adversario

Oh Creador mío y Padre de bondad,
que conoces la pequeñez de mi naturaleza,
mantén lejos de mí la impetuosidad del adversario,
arranca de mis miembros la semilla del pecado,
extingue su ardor de mi corazón. Aproxima la mano de la curación
hasta mí y que ella cure los engaños de mi alma.

Liga mis sentidos interiores
con los lazos de la cruz.
acrecienta en mí la plenitud de tu amor,
mediante la comprensión del Crucificado.
Introduce mi pensamiento en el secreto de los misterios
de los que es portadora la cruz.
Graba en mi memoria la humildad de tu Hijo;
haz que crezca en mí el asombro
por la gracia de la salvación,
que has llevado a cabo en mi favor.

(Isaac de Nínive - Siglo VII)