Santo Tomás Moro

Señor,
concédeme una buena digestión, y también algo que digerir.
Concédeme la salud del cuerpo y el sentido común necesario
para conservarla lo mejor posible.
Concédeme, Señor, un alma santa,
que no pierda nunca de vista lo que es bueno y puro,
que no se asuste a la vista del pecado,
sino que encuentre el modo de volver a poner todo en orden.
Concédeme un alma que no conozca el aburrimiento,
que no sea quejica ni ande siempre entre lamentaciones y suspiros.
No permitas que me preocupe demasiado de mí mismo,
ni que me conceda demasiada importancia.
Dios mío, concédeme el sentido del humor,
la gracia de comprender las bromas,
para que saboree un poco de felicidad en la vida
y sepa transmitirla a los demás.


Santo Tomás Moro