La alegría de tu misericordia

«Por la mañana sácianos de tu misericordia, y toda nuestra vida será alegría y júbilo» (Salmo 89, 14)


Que lo que colme los anhelos de mi alma y de este modo la sacie sea tu misericordia, no tu justicia, humanamente entendida como justicia retributiva con la que das a cada uno “lo suyo”, lo que cada cual merece. 
Que sea, en cambio, “tu misericordia”, es decir, esa peculiar manera tuya, Señor, de “hacer justicia” que consiste en cargar Tú con la culpa del pecador y expiarla muriendo por él en la cruz. 
Que sea este misterio tan terrible y tan dulce de tu misericordia el que invada mi alma cada mañana y la sacie, a fin de que saciada con tu misericordia, ya no tenga hambre de los bienes relativos y efímeros de este mundo. 
Y entonces toda mi vida será “alegría y júbilo”. Pues el júbilo y la alegría proceden de la adhesión a tu misericordia, Señor: eso es lo que me llena el corazón de esperanza para todo hombre, incluso para mí mismo, y me permite vivir en la alegría y el júbilo.
Que así sea.