La oración

Dios es un ser personal, no un anónimo “algo” sino un concreto “Alguien” a quien podemos dirigirnos llamándole “tú”: yo te invoco porque tú me respondes, Dios mío (Salmo 17,6). Por eso la fe en Dios se expresa ante todo en la oración. El mismo Señor en su vida terrestre oró mucho: los sábados...