Termina tu obra en mí

Oh Dios que escrutas los riñones y los corazones,
tú penetras los secretos de mi pensamiento.
Ante ti está al descubierto lo que tú has sembrado en mi alma
y que te puede ser ofrecido;
tú conoces también lo que yo mismo
o el ‘hombre malo’ hemos sembrado en ella.

Alimenta lo que tú has sembrado
y hazlo crecer hasta su acabamiento.
Del mismo modo que yo no puedo
iniciar nada bueno sin ti,
tampoco puedo terminarlo lejos de ti.

No me juzgues, oh Dios de misericordia,
según lo que te disgusta en mí;
arranca de mí lo que no ha sido puesto por ti,
porque yo no puedo corregirme a mí mismo sin ti.







San Anselmo de Cantorbery (+1109)