Fuego eterno, abismo de caridad

¡Oh Dios eterno, hogar de toda luz,
oh fuego por encima de cualquier otro fuego,
único fuego que arde sin consumirse,
fuego que destruye en el alma todo pecado
y todo amor propio;
fuego que no destruye el alma
sino que la alimenta con un amor insaciable,
de tal modo que el alma, saciada de Ti,
te desea cada vez más,
y cuanto más te desea,
más te posee y te gusta,
oh fuego soberano, fuego eterno, abismo de caridad!

Oh Dios infinito,
el amor solo y siempre el amor,
te ha empujado a crearnos a tu imagen y semejanza,
a colmarnos de gracias infinitas y de dones sin medida.
Oh bondad por encima de toda bondad,
Tú nos has dado el Verbo, tu Hijo único,
para que viviera con nosotros,
en contacto con nuestro ser de corrupción
y con nuestras tinieblas.
El amor fue la causa de este don.
Oh Grandeza eterna, Tú te has abajado,
te has hecho pequeña, para hacer al hombre grande.
E incluso antes de que existiéramos,
Tú nos has amado.
Verdaderamente hacia cualquier lado que mire
no encuentro otra cosa más que el abismo de tu caridad.

Santa Catalina de Siena