Sobre el silencio

El abba Isaías dijo: "Ama callar más que hablar. Puesto que el callar economiza y el hablar dispersa" (IV, 18).

El abba Macario el Grande, decía en Scitia a los hermanos después de la misa en la iglesia: "Huid, hermanos". Y uno de los Padres le dijo: "¿Dónde podremos huir más lejos de este desierto?". El abba puso su dedo en la boca y dijo: "Huid de esto"; y él entró en su celda y, cerrando la puerta, se quedaba solo (IV, 30).

El abba Titoés decía: "Nuestra verdadera peregrinación es dominar nuestra propia boca" (IV, 52).

Otro hermano preguntó al mismo abba Pastor diciendo: "Si veo alguna cosa, ¿quieres que te lo diga?". El anciano le respondió: "Está escrito: Aquel que responde antes de escuchar, acarrea necedad y deshonra sobre sí [Prov 18,13]. Si has sido interrogado, habla; pero si no, guarda silencio" (X, 86).

Un hermano principiante preguntó a un anciano: "¿Qué es lo mejor: callar o hablar?". Él le dijo: "Si las palabras son inútiles, déjalas y calla; pero si son buenas, dale lugar al bien y habla. Sin embargo, aunque sean buenas, no prolongues el final del discurso, y estarás en el descanso" (X, 163).

Un hermano dijo a un anciano: "Dime una práctica". El anciano le respondió: "Aparta de ti la discusión acerca de cualquier asunto, y serás salvo" (X, 179).



Título: Apotegmas de los padres del desierto
Editorial: Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 2017







VII Domingo del Tiempo Ordinario

24 de febrero de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • El Señor te ha entregado hoy en mi poder, pero yo no he querido extender la mano (1 Sam 26, 2. 7-9. 12-13. 22-23)
  • El Señor es compasivo y misericordioso (Sal 102)
  • Lo mismo que hemos llevado la imagen del hombre terrenal, llevaremos también la imagen del celestial (1 Cor 15, 45-49)
  • Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso (Lc 6, 27-38)
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Lo demoníaco y lo femenino

Pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar (Gn 3, 15). Según este versículo, lo que va contra lo demoníaco y acaba por aplastar la cresta de su orgullo son estas dos cosas: lo femenino y la filiación. 

Conviene definir lo femenino. Conocemos la concretísima definición de Aristóteles en su De generatione animalium: “Entendemos por macho aquel ser que engendra en otro y por hembra aquel ser que engendra en sí”. Lo masculino corresponde a una operación transitiva y, por eso, visible: arroja su simiente fuera de sí mismo; su tiempo sexual es corto, su espacio, el de afuera; es el espacio-tiempo de la eyaculación. Lo femenino corresponde a una operación inmanente y por eso invisible: acoge en sí algo que se hace incluso a pesar suyo; su tiempo sexual es largo, su espacio, el de la interioridad; es el espacio-tiempo de la gestación. Llevar al otro en sí, dejar que se opere en su seno un oscuro crecimiento, ¿no son esas cualidades de lo femenino exactamente las del alma en su relación con su Creador y Salvador? Porque el alma -y el Cantar de los Cantares bastaría para probarlo al presentar al pueblo elegido bajo la figura de la esposa- debe estar metafísicamente en una postura femenina en relación con Dios: la de una receptividad a la gracia que opera en nosotros a pesar nuestro, como en la parábola propia de Marcos que compara el Reino con un grano que crece por sí solo. 

De esta postura femenina es precisamente de la que reniega lo demoníaco. El diablo no tiene entrañas. No acoge al otro en su corazón, como aquello que sería más querido que uno mismo. Por supuesto, esta división entre lo femenino y lo masculino no se corresponde con exactitud a la de la mujer y el hombre. Ambos pueden dejarse seducir por lo demoníaco y entonces, como el hombre ya no es masculino, sino fálico, la mujer ya no es femenina, sino histérica: “La Venus eterna (capricho, histeria, fantasía) es una de las formas seductoras del Diablo”, afirma Baudelaire. Esta Venus eterna es la mujer que renuncia a las profundidades de la matriz, es decir, a un recogimiento profundo de lo invisible. 

VI Domingo del Tiempo Ordinario

17 de febrero de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • Maldito quien confía en el hombre; bendito quien confía en el Señor (Jer 17, 5-8)
  • Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor (Sal 1)
  • Si Cristo no ha resucitado, vuestra fe no tiene sentido (1 Cor 15, 12. 16-20)
  • Bienaventurados los pobres. Ay de vosotros, los ricos (Lc 6, 17. 20-26)
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Tu belleza es inaccesible

Tu belleza es inaccesible,
tu esplendor no tiene igual,
tu gloria es incomparable.
¿Quién te ha visto o podría verte por completo, a Ti, Dios mío?
¿Qué ojo tendrá la fuerza de contemplar el Todo?
¿Quién podrá percibir al que está por encima del Todo
y comprender y contemplar al que mantiene unidos todos los seres,
que está fuera de ellos
y que, llenando el Todo y todo lo que contiene,
se encuentra siempre, de un modo inexplicable,
todo entero fuera del Todo?


(San Simeón el Nuevo Teólogo, +1022)

V Domingo del Tiempo Ordinario

10 de febrero de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • Aquí estoy, mándame (Is 6, 1-2a. 3-8)
  • Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor (Sal 137)
  • Predicamos así, y así lo creísteis vosotros (1 Cor 15, 1-11)
  • Dejándolo todo, lo siguieron (Lc 5, 1-11)
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La muerte del amigo

(El P. Francisco Chisholm, sacerdote escocés misionero en China, ha creado un humilde dispensario para atender las necesidades sanitarias de la pobre gente que le rodea. En esa tarea le ayuda, desde la lejana Escocia, un amigo suyo de la infancia y adolescencia, que es médico y que le envía paquetes con material sanitario. Para sorpresa suya, este viejo amigo suyo, Willie Tulloch, decide trasladarse a China por un tiempo, para ayudarle a él en esa labor. Nada más llegar, se declara la peste y ellos dos, junto con la madre María Verónica, una aristócrata alemana que no congenia para nada con el estilo sencillo y humilde del P. Francisco, pero que es muy eficiente como en la atención a los enfermos, y un teniente del ejército chino llamado Shon, se prodigan atendiendo a los pacientes. El Dr. Tulloch es un agnóstico recalcitrante, que ya de joven discutía con Francisco de cuestiones religiosas, sin ponerse nunca de acuerdo, pero queriéndose siempre mucho como amigos. La peste termina por afectar al Dr. Tulloch y Francisco, tiene que asistir, impotente y desconcertado, a la muerte de su amigo)

Francisco se aproximó al lecho. Sentía un gran temor. La muerte les había acompañado a lo largo de aquellas semanas como algo familiar, terrible, pero común. Pero ahora que la sombra de la muerte cubría a su amigo, sentía un dolor terrible.

Tulloch no había perdido la consciencia y reconoció a Francisco. Procuró sonreír:

- Vine en busca de aventuras y parece que las he encontrado.

Y un momento después, entornando los ojos, añadió como si se le acabase de ocurrir una idea:

-Soy débil como un gato, Francisco.

IV Domingo del Tiempo Ordinario

3 de febrero de 2019
(Ciclo C - Año impar)






  • Te constituí profeta de las naciones (Jer 1, 4-5. 17-19)
  • Mi boca contará tu salvación, Señor (Sal 70)
  • Quedan la fe, la esperanza y el amor. La más grande es el amor (1 Cor 12, 31-13,13)
  • Jesús, como Elías y Eliseo, no solo es enviado a los judíos (Lc 4, 21-30)
  • Homilía: pulsar aquí para leer la homilía en formato pdf

El corazón de Jesús y el corazón del hombre


Charla dada por D. Fernando Colomer en la capilla de Adoración Eucarística Perpetua de Murcia, para profundizar en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús (1 de febrero de 2019)