La enseñanza de los Padres del desierto I: Humildad y Silencio

Catequesis parroquial nº 147

Autor: D. Fernando Colomer Ferrándiz
Fecha: 24 de octubre de 2018

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XXX Domingo del Tiempo Ordinario

28 de octubre de 2018
(Ciclo B - Año par)






  • Guiaré entre consuelos a los ciegos y los cojos (Jer 31, 7-9)
  • El Señor ha estado grande con nosotros, y estamos alegres (Sal 125)
  • Tú eres sacerdote para siempre según el rito de Melquisedec (Heb 5, 1-6)
  • "Rabbuní", haz que recobre la vista (Mc 10, 46-52)
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La misericordia

Si eres de verdad misericordioso, cuando te priven de manera inicua e injusta de aquello que es tuyo, no te enojes ni dentro ni fuera de ti. No muestres a los otros lo que estás soportando; por el contrario, haz que las injurias de la injusticia que has sufrido queden devoradas por la pasión de la misericordia, como la fuerza del vino queda atemperada con la mucha agua.

Recuerda esto a propósito de Aquel que dispone cada cosa: las acciones de todos los hombres están delante de sus ojos y resplandecen ante él más que el sol; y si él quisiera, sería capaz de destruir a todos los hombres con el soplo de su boca. 

Tú, en cambio, no has sido constituido para clamar venganza en contra de las acciones y en contra de aquellos que las cometen, sino para invocar sobre el mundo la misericordia, para velar por la salvación de todo y para unirte al sufrimiento de cada hombre, de los justos y de los pecadores.

Sé amigo de todos los hombres y solitario en tu pensamiento. Únete al sufrimiento de cada uno y aléjate de cada uno con tu cuerpo. No amonestes a ninguno, no reprendas a ninguno, ni siquiera a aquellos cuya conducta es muy mala.

Extiende tu manto sobre el que cae y cúbrelo. Si no puedes tomar sobre ti mismo sus pecados y recibir en su puesto el castigo por ellos, soporta al menos que te tomen como desvergonzado para no avergonzarle a él.

Isaac de Nínive (Siglo VII)



XXIX Domingo del Tiempo Ordinario

21 de octubre de 2018
(Ciclo B - Año par)






  • Al entregar su vida como expiación, verá su descendencia, prolongará sus años (Is 53, 10-11)
  • Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti (Sal 32)
  • Comparezcamos confiados ante el trono de la gracia (Heb 4, 14-16)
  • El Hijo del hombre ha venido a dar su vida en rescate por muchos (Mc 10, 35-45)
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La solidaridad carnal entre los hombres

El matrimonio es a la vez un contrato y más que un contrato. Al tener como fin algo que excede las posibilidades de un contrato, esto es, la comunión de las personas y el nacimiento de los hijos, presenta la propiedad extraña de no poder ser roto sin una violencia íntima, aun cuando las dos partes quisieran separarse amistosamente. La comunión que supone el “Te quiero” prohíbe toda ruptura: su término es el otro, y no tal o cual de sus cualidades. Si yo sólo hubiera dicho: “Quiero tu culo”, o “Quiero tu éxito”, habría podido desdecirme en el momento en que mi cónyuge fracasara o su trasero se deformara. Pero dije: “Te quiero, a ti”, es decir, a tu persona en su totalidad sucesiva, a lo que es hoy, pero también a lo que será mañana y que no conozco todavía. No ocurre como en un contrato con una empresa, que puedo rescindir cuando soy decepcionado o cuando se ha conseguido el objetivo.

Por otro lado, esta unión hace madurar un fruto natural. El hijo no es un acta redactada en papel. Es irrompible. Aun cuando yo ya no quisiera estar con su madre, estoy forzado a vernos unidos, a su madre y a mí, en su figura. Este extraño contrato produce, pues, una realidad que excede las libertades que lo establecieron, de modo que esas libertades no pueden deshacerlo de la misma manera que lo concluyeron. El matrimonio es a la vez natural y libre: es una elección que se hace sobre el fondo natural de la ordenación recíproca de los sexos; es una naturalización de la libertad por la culminación de esa elección en el hijo.

Finalmente, el matrimonio, lejos de negar la historia, prolonga la herencia de dos familias. Pero la asume en un consentimiento apasionado. Los padres y las madres ven en la unión de sus hijos un desarrollo de su aventura. Y al mismo tiempo los hijos, por esta unión, dejan a sus padres y a sus madres y forman una sola carne nueva, que añade a la epopeya un canto nuevo, como si fuera autónomo.

XXVIII Domingo del Tiempo Ordinario

14 de octubre de 2018
(Ciclo B - Año par)






  • Al lado de la sabiduría en nada tuve la riqueza (Sab 7, 7-11)
  • Sácianos de tu misericordia, Señor, y estaremos alegres (Sal 89)
  • La palabra de Dios juzga los deseos e intenciones del corazón (Heb 4, 12-13)
  • Vende lo que tienes y sígueme (Mc 10, 17-30)
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Termina tu obra en mí

Oh Dios que escrutas los riñones y los corazones,
tú penetras los secretos de mi pensamiento.
Ante ti está al descubierto lo que tú has sembrado en mi alma
y que te puede ser ofrecido;
tú conoces también lo que yo mismo
o el ‘hombre malo’ hemos sembrado en ella.

Alimenta lo que tú has sembrado
y hazlo crecer hasta su acabamiento.
Del mismo modo que yo no puedo
iniciar nada bueno sin ti,
tampoco puedo terminarlo lejos de ti.

No me juzgues, oh Dios de misericordia,
según lo que te disgusta en mí;
arranca de mí lo que no ha sido puesto por ti,
porque yo no puedo corregirme a mí mismo sin ti.







San Anselmo de Cantorbery (+1109)

XXVII Domingo del Tiempo Ordinario

7 de octubre de 2018
(Ciclo B - Año par)






  • Y serán los dos una sola carne (Gén 2, 18-24)
  • Que el Señor nos bendiga todos los días de nuestra vida (Sal 127)
  • El santificador y los santificados proceden todos del mismo (Heb 2, 9-11)
  • Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre (Mc 10, 2-16)
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La vida no es sencilla


(María es una mujer, madre de dos mellizos, que ha sido abandonada por su marido, que ha resultado ser homosexual. Ella es fruto de un encuentro fortuito que tuvo su madre, en un viaje al extranjero, cuando tenía diecinueve años. Después su madre se casó con Björn, que ha sido la única figura paterna que María ha conocido y a quien ella llama papá. Pero inesperadamente su madre le anuncia que su padre biológico ha venido a Islandia y que quiere conocerla. Ella accede, comen juntos y después se despide. Pero a los dos días de esta comida su padre fallece inesperadamente en el hotel donde se aloja. Entonces resulta que su padre la ha nombrado a ella heredera universal y quiere que sea ella quien se haga cargo de sus cenizas y las lleve al país donde él ha vivido. En este contexto se produce el diálogo entre María y su madre que reproducimos a continuación)


- Y hay algo más –dice mi madre-. Él quería que te ocupases tú de las cenizas y las llevases al cementerio que hay al lado de su casa de campo, junto al mar.

Le digo que eso no va a poder ser.

- No me resultaría nada sencillo marcharme al extranjero, justo ahora –le digo.

Le pregunto a mi madre si no quiere ocuparse ella de este contratiempo.

- No, no es posible –me dice-. Tienes que ocuparte del papeleo de sus propiedades.

- ¿Tengo que ocuparme de las propiedades de un desconocido? ¿No hay ningún amigo ni familiar que pueda hacerse cargo?

- No, no hay nadie más. Dejó especificado en su testamento que deseaba que tú te encargases de sus propiedades. Su abogado te recibirá en su casa.

- Conocí a Albert dos días antes de su muerte y apenas sé nada sobre él.

- Una no lo puede prever todo. Siempre hay algo que nos coge por sorpresa en la vida. No tendrías que estar fuera más que unos días en este viaje. Los mellizos pueden quedarse con nosotros. El abuelo va a enseñarles a mover las piezas del ajedrez.