Conviérteme, Señor

Señor, conviérteme y perdóname.
Condúceme hacia ti e ilumina mis tinieblas.
Estoy repleto de faltas y pecados
y busco refugio en ti.
Tiéndeme la mano, como hiciste con Pedro.
Te ruego como lo hizo el publicano para ser justificado.
Fuente de vida y de inmortalidad,
sacia mi alma alterada;
aguijonea mi corazón endurecido
y arráncame lágrimas del arrepentimiento.
Verdadera luz que iluminas a todo hombre,
ilumíname;
abre los ojos de mi corazón
y afiánzalos en el amor de tus mandamientos.
Que yo te ame solo a ti,
con todo mi corazón y con toda mi alma.

Amén.

San Efrén (+373)