Vigilia de Pentecostés

3 de junio de 2017
(Ciclo A - Año Impar)






  • Se llama Babel, porque allí confundió el Señor la lengua de toda la tierra (1ª Gén 11, 1-9)
  • Dichoso el pueblo que Dios se escogió como heredad (Sal 32)
  • El Espíritu intercede por nosotros con gemidos inefables (Rom 8, 22-27)
  • Manarán ríos de agua viva (Jn 7, 37-39)
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El Mesías Rey (Salmo 2)

Catequesis parroquial nº 139

Autor: D. Fernando Colomer Ferrándiz
Fecha: 17 de mayo de 2017

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VII Domigno de Pascua. La Ascensión del Señor.

28 de mayo de 2017
(Ciclo A - Año Impar)






  • A la vista de ellos, fue elevado al cielo (Hch 1, 1-11)
  • Dios asciende entre aclamaciones; el Señor, al son de trompetas (Sal 46)
  • Lo sentó a su derecha en el cielo (Ef 1, 17-23)
  • Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28, 16-20)
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La Gracia

(El texto recoge la conversación entre el señor Lamy, que es el juez encargado de Menores de París, con un educador de uno de los centros donde son enviados los menores sin familia, o que han delinquido, o que presentan problemas especiales. Este educador, al que todos llaman por su apodo “Colmillo Blanco”, acaba de ser padre. El juez se ha trasladado en plena noche para intentar abordar el problema que ha creado uno de los recluidos, Alain Robert, al fugarse del centro junto con otros, un chico sin familia, cuya obsesión es encontrar a sus padres. La conversación se articula sobre dos posiciones en relación a estos muchachos y lo que ellos representan: la de quienes creen que “no hay nada que hacer” y la del juez Lamy, que cree en el milagro, que tiene esperanza y que decide jugar la carta de la esperanza)

- ¿Y Mamy? ¿Cómo está Mamy?

La sonrisa a la que Colmillo Blanco debía su apodo reapareció tan resplandeciente que el señor Lamy añadió, sin esperar:

- ¿Qué! ¿No me dice usted lo que hay?

- Sí, la noche pasada; ¡un niño!

- ¡Entonces todo se arreglará, Colmillo blanco! Lo mejor y lo peor no pueden vivir juntos mucho tiempo.

-¡Oh, sí! En cada uno de nuestros niños, y en cada uno de nosotros, también…

El señor Lamy se inclinó hacia él.

- ¿Y tiene usted padrino para el niño? Y a propósito, ¿qué nombre escogió usted?

- Pascual.

- Ahora –dijo el señor Lamy, poniendo la mano sobre el brazo de Colmillo Blanco-, tengo una súplica que hacerle: elija usted a Alain Robert…

VI Domingo de Pascua

21 de mayo de 2017
(Ciclo A - Año Impar)






  • Les imponían las manos y recibían el Espíritu Santo (Hch 8, 5-8. 14-17)
  • Aclamad al Señor, tierra entera (Sal 65)
  • Muerto en la carne pero vivificado en el Espíritu (1 Pe 3, 15-18)
  • Le pediré al Padre que os dé otro Paráclito (Jn 14, 15-21)
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El pecado de los ángeles


ÁNGELES Y HOMBRES EN EL DESIGNIO DE LA GRACIA: LA INVERSIÓN DEL ORDEN NATURAL 

En el orden de la creación, el ángel es el primogénito según la perfección natural. Sin embargo, en el orden de la gracia, en el designio salvífico divino, el hombre es el heredero de Dios, el heredero del mundo futuro, y los ángeles entran en esta herencia como servidores del heredero, exactamente como servidores de la conducta providencial del hombre en camino hacia su felicidad en Dios. Aunque los ángeles son los hermanos mayores, Dios no los ha nombrado a ellos herederos, pues en la historia de la salvación ocurre, a menudo, que es el pequeño quien hereda, sin que ello signifique la supresión de la primogenitura del mayor. Pero Dios se complace en hacer que el mayor, precisamente porque es el más grande, el más fuerte, entre en la herencia a través del pequeño. Es un modo divino de recordarle que es el mayor por pura gracia y que su derecho de primogenitura no es un derecho que él pueda reivindicar frente a Dios. Dios se complace en retomar a contrapelo la jerarquía natural en su designio de gracia “para que ninguna criatura pueda gloriarse ante Él” (1 Co 1,29).

El ángel está por lo tanto referido al misterio de la filiación divina por gracia, misterio que alcanza en el hombre su punto culminante. ¿Por qué en el hombre? Probablemente porque para el hombre es más fácil, en razón de su misma pobreza, recibir más plenamente la gracia y dejarse atraer con más agradecimiento hacia la paternidad misericordiosa de Dios. El ángel, en cambio, dado que es el hermano mayor y que está siempre junto al Padre, posee hacia Él un temor reverencial tan grande, una veneración tan inmensa, que tal vez le dificulta llegar al corazón del Padre y se considera únicamente como servidor: la conciencia tan aguda de la transcendencia divina que posee, le dificulta ir más allá.

EL PECADO DE LOS ÁNGELES

La aceptación de este designio de gracia constituyó la prueba ante la cual tropezó Lucifer. Para que los ángeles tuvieran siempre muy presente que su perfección es un don de amor, una gracia, Dios quiso que su misterio trinitario se reflejara, no en las criaturas incorporales (los ángeles), sino en la criatura espiritual encarnada que es el hombre. No es por azar por lo que empleamos para la Trinidad términos como “Padre”, “Hijo” y “generación”; términos que, por muy imperfectos que sean para dar cumplida cuenta del misterio trinitario, constituyen sin embargo las palabras que Él ha inspirado y a través de las cuales Él se ha revelado en la Biblia. Pues estos términos expresan algo de ese misterio trinitario, reflejado en la única naturaleza humana que se comunica y existe en diversas personas. Aunque la imagen sea muy lejana, pues las personas divinas no son individuos, como lo son las personas humanas, sin embargo dice algo a propósito de un tipo de unidad que no conoce el mundo angélico: la unidad entre varios sujetos en una misma naturaleza.

V Domingo de Pascua

14 de mayo de 2017
(Ciclo A - Año Impar)






  • Eligieron a siete hombres llenos del Espíritu Santo (Hch 6, 1-7)
  • Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti (Sal 32)
  • Vosotros, en cambio, sois un linaje elegido, un sacerdocio real (1 Pe 2, 4-9)
  • Yo soy el camino y la verdad y la vida (Jn 14, 1-12)
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Oración de Alejandro Solzhenitsyn

¡Qué fácil me resulta vivir contigo, Señor! ¡Qué fácil me resulta creer en Ti! 

Cuando, en la perplejidad, mi espíritu se oculta o se doblega, cuando los más inteligentes no ven más allá de esta tarde, y no saben qué es lo que habrá que hacer mañana, Tú me infundes la serena certeza de que Tú existes y de que Tú velas para que todos los caminos del bien no estén cerrados.

Sobre la cresta de la gloria terrestre, contemplo con asombro este camino a través de la desesperanza. Este camino en el que, incluso yo, he podido enviar a la humanidad un reflejo de tus rayos.

Todo lo que sea necesario que yo refleje todavía, Tú me lo concederás. Y todo lo que yo no consiga reflejar, Tú lo asignarás a otros.

Alejandro Solzhenitsyn

IV Domingo de Pascua

7 de mayo de 2017
(Ciclo A - Año Impar)






  • Dios lo ha constituido Señor y Mesías (Hch 2, 14a. 36-41)
  • El Señor es mi pastor, nada me falta (Sal 22)
  • Os habéis convertido al pastor de vuestras almas (1 Pe 2, 20b-25)
  • Yo soy la puerta de las ovejas (Jn 10, 1-10)
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Entrar en una iglesia

Ayer por la tarde, después de despedirme de ti, Julia querida, como no encontré a la persona que tenía que ver, ni a nadie más, y teniendo necesidad de librarme de las muchas preocupaciones que oprimen, dentro de mi débil organismo, a mi alma fatigada, entré -era ya tarde, pero todavía llegué a tiempo- en una iglesia, en la pequeña, recogida y entrañable iglesia de Santa Maria della Pace.

Entrar en una iglesia siempre es una liberación: entrar en una iglesia significa librarse de de las terribles preocupaciones, de las angustias que las potencias del mal introducen en el alma de los hombres. Recuerdo que, en la iglesia de Grottaferrata, apenas se entra está escrito: “Oh vosotros, que entráis en la casa del Señor, dejad fuera las preocupaciones que os embriagan, a fin de que podáis encontrar aquí dentro un juez benigno”.

Yo ayer por la tarde entré, pues, en Santa Maria della Pace y, ciertamente, no pude dejar fuera las preocupaciones que me embriagaban; sin embargo, al asistir a aquel austero oficio, en aquella iglesia casi vacía y casi en penumbra, me pareció que era transportado lejos, a una región celestial en la que sólo estaba el Señor y la Virgen y unas voces argentinas que oraban y suplicaban la gracia de Dios.

Y en el alma obsesivamente atormentada se hizo una paz repentina e infinita, un silencio maravilloso y misterioso, una especie de liberación de las preocupaciones de la vida. Y bajo los ojos benignos del Señor, que es Caridad, las preocupaciones de la vida se desvanecían como si fueran nieve que se deshacía bajo el sol, y quedaba sólo un alma pecadora que vivía y suplicaba Misericordia al Señor de la Misericordia, al Padre de la Misericordia.

El Dios del Consuelo estaba allí, y ¿qué quería -qué puede querer- sino consolar? Recemos siempre a Dios, Julia: Él es el Camino, y la Verdad, y nuestra Vida. Te quiero. Y soy tú.



Autor: Giuseppe CAPOGRASSI
Título: Pensaments per a Giulia. Antologia
Editorial Denes, Col•lecció Rent nº 5, Paiporta (València), 2009, pp. 61-62