Santa María, Madre de Dios


1 de enero de 2017
(Ciclo A - Año Impar)






  • Invocarán mi nombre sobre los hijos de Israel y yo los bendeciré (Núm 6, 22-27)
  • Que Dios tenga piedad y nos bendiga (Sal 66)
  • Envió Dios a su Hijo, nacido de mujer (Gál 4, 4-7)
  • Encontraron a María y a José y al niño. Y a los ocho días, le pusieron por nombre Jesús (Lc 2, 16-21)
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Sagrada Familia: Jesús, María y José


30 de diciembre de 2016
(Ciclo A - Año Impar)






  • Quien teme al Señor honrará a sus padres (Eclo 3, 2-6. 12-14)
  • Dichosos los que temen al Señor y siguen sus caminos (Sal 127)
  • La vida de familia en el Señor (Col 3, 12-21)
  • Toma al niño y a su madre y huye a Egipto (Mt 2, 13-15. 19-23)
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El misterio del templo en la historia de la salvación

Catequesis parroquial nº 135

Autor: D. Fernando Colomer Ferrándiz
Fecha: 21 de diciembre de 2016

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Natividad del Señor (Misa a medianoche)


25 de diciembre de 2016
(Ciclo A - Año Impar)






  • Un hijo se nos ha dado (Is 9, 1-3. 5-6)
  • Hoy nos ha nacido un Salvador: el Mesías, el Señor (Sal 95)
  • Ha aparecido la gracia de Dios a todos los hombres (Tit 2, 11-14)
  • Hoy nos ha nacido un Salvador (Lc 2, 1-14)
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No nos dejes caer en la tentación


INTRODUCCIÓN

Al hacer todas las peticiones anteriores del padrenuestro tenemos la sensación de estar pidiendo cosas luminosas, de estar entrando en un reino de luz; sin embargo, al hacer esta petición, tenemos la sensación de que algo turbador asoma por el horizonte. Ese algo turbador es, en efecto, la tentación, es decir, aquella propuesta que nos incita a obrar el mal, a entregarnos a los poderes del mal y secundarlos (Guardini).

NO ES LO MISMO “TENTACIÓN” QUE “PRUEBA”

La palabra sombría de esta petición es la palabra “tentación”. La tentación es la incitación al mal, el deseo, el gusto, la tendencia, la complacencia en hacer el mal. No es lo mismo “tentación” que “prueba”. “Tentación” significa inducción al mal, y por lo tanto Dios no tienta nunca a nadie: “Que el cielo nos preserve de creer que Dios pueda tentarnos” (Tertuliano) (cf. Si 15, 11-12). “Prueba”, en cambio, significa una situación dura, difícil de soportar y de llevar bien. La prueba es un terreno propicio a la tentación, pero no es una tentación. Por eso el Catecismo de la Iglesia Católica nos enseña que «el Espíritu Santo nos hace discernir entre la prueba, necesaria para el crecimiento del hombre interior (cf. Lc 8, 13-15; Hch 14, 22; 2Tm 3,12) en orden a una “virtud probada” (Rm 5, 3-5), y la tentación que conduce al pecado y a la muerte (cf. St 1, 14-15)» (CEC 2847). 

La vida humana de todo hombre en la tierra es una prueba, como afirma el libro de Job: “¿No es prueba la vida del hombre sobre la tierra?” (Jb 7, 1). Y aunque la prueba no sea de por sí una tentación, es ciertamente un terreno propicio para las tentaciones, pues, a causa del pecado original, hay en nosotros una inclinación muy fuerte al pecado, la concupiscencia, que domina, según dice san Juan, “todo lo que hay en el mundo: la concupiscencia de la carne, la concupiscencia de los ojos y la jactancia de las riquezas” (1Jn 2, 16). Estas tres concupiscencias están en el corazón de cada hombre y por eso san Agustín afirma: “Por el bautismo, quedaréis libres de todos vuestros pecados, pero quedarán con vosotros todas las concupiscencias, contra las cuales debéis combatir. Queda el conflicto dentro de vosotros mismos”. Y ese conflicto hace que, mientras andamos por la tierra revestidos de la carne que “milita contra el espíritu” (Ga 5, 12), cuyo “apetito es enemistad con Dios y no se sujeta ni puede sujetarse a la ley de Dios” (Rm 8, 7), no podamos escapar de la condición de ser tentados y de los sufrimientos que ello comporta. Por eso dice san Pablo: “Por muchas tribulaciones nos es preciso entrar en el reino de Dios” (Hch 14, 22).

IV Domingo de Adviento


18 de diciembre de 2016
(Ciclo A - Año Impar)






  • Mirad: la virgen está encinta (Is 7, 10-14)
  • Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria (Sal 23)
  • Jesucristo, de la estirpe de David, Hijo de Dios (Rom 1, 1-7)
  • Jesús nacerá de María, desposada con José, hijo de David (Mt 1, 18-24)
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Alabanza a María

Salve maría,
llena de gracia
más santa que los santos,
más elevada que los cielos,
más gloriosa que los querubines,
más digna de honor que los serafines,
más venerable que toda criatura.

Salve Paloma
que nos traes
el ramo de olivo
que nos anuncia 
a Aquel que nos libra
del diluvio espiritual
y nos conduce al puerto de salvación.


San Germán de Constantinopla

III Domingo de Adviento


11 de diciembre de 2016
(Ciclo A - Año Impar)






  • Dios viene en persona y os salvará (Is 35, 1-6a. 10)
  • Ven, Señor, a salvarnos (Sal 145)
  • Manteneos firmes, porque la venida del Señor está cerca (Sant 5, 7-10)
  • ¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro? (Mt 11, 2-11)
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La Inmaculada Concepción


8 de diciembre de 2016
(Ciclo A - Año Impar)






  • Establezco hostilidades entre tu estirpe y la de la mujer (Gén 3, 9-15. 20)
  • Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas (Sal 97)
  • Nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo (Ef 1, 3-6. 11-12)
  • Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo (Lc 1, 26-38)
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La santidad en el infierno


(La autora de estas reflexiones es una mujer judía, de familia acomodada y no practicante, que creció en el ateísmo. En 1944 se encontraba estudiando derecho en Grenoble, donde se había refugiado para intentar escapar de la Gestapo. El 26 de febrero de 1944 tuvo una inesperada revelación de Dios. A los quince días fue detenida por la Gestapo y deportada al campo de exterminio de Auschwitz. Consiguió sobrevivir y cuando regresó a Francia en septiembre de 1945 entabló relación con el sacerdote suizo Charles Journet que la bautizó el 2 de febrero de 1946. Su relato nos permite escuchar una voz creyente que habla desde el infierno de un campo de exterminio.)

Las condiciones de vida devastaban física y psíquicamente a las personas, las hacían seres insensibles, sumarios, brutales; pero la devastación de los corazones provenía de la reacción ante la muerte. Los seres se perdían en la medida en que el pánico de la muerte los precipitaba hacia la oportunidad de vivir, como hacia la salida de una sala que arde (…) Cuanto más se abalanzaban así sobre la vida, a cualquier precio, más se perdían, más se vaciaban de lo humano, más se alteraban, más se convertían en el habitáculo de una bestia inmunda y voraz, y más se hacía en nosotros una noche, incluso sobre los sentimientos que creíamos más inalterables. No quedaba más que esta noche opaca en la que los seres sólo escuchaban el vientre repugnante de esa bestia que no quiere morir.

La selección era una invención satánica, obra de un espíritu demoníaco. Consistía en hacer desfilar a los Judíos desnudos delante del médico de las SS que, sin ningún dossier médico ni ningún criterio, designaba a los que al cabo de una semana iban a ser conducidos a la cámara de gas. La selección es un hecho único en la historia. Menguele y los otros médicos seleccionadores se erguían, ebrios de sí mismos, queriendo quitar a Dios su libertad, embriagados por ejercer esa libertad contra toda lógica. Elegían sin criterio por la alegría de elegir. El universo de su placer consistía en aterrorizarnos y en hacer que nos odiáramos mutuamente: “Tú estás delgada y llena de granos, tú deberías morir y no yo”. Quizá aquel día habían designado a las más gruesas para morir. No seguían ningún criterio para dejarnos en el pánico y el odio. Debíamos pertenecer al médico seleccionador: cuerpos para quemar y almas para estropear. Nos hacían oscilar en el sinsentido, el vacío y la desesperación. Gozaban de vernos como condenados que nos vigilábamos unos a otros para ver quién escapaba de la selección. Estábamos como suspendidos en un mundo carente de toda necesidad, el mundo de la contingencia. Esos ojos del demonio, esas miradas gélidas, yo no podría volver a verlas una segunda vez.

Pero también estaban las que tenían un alma sana y sabían aceptar lo inevitable con desprendimiento y serenidad. Cuanto más se desprendían de la vida presente y consentían a la muerte, más preservados estaban interiormente y más eran semejantes a sí mismos, más eran. En Birkenau el individuo empezaba a nacer en el momento en que aceptaba la muerte. Una mujer, que destacaba por su belleza, me dijo: “¿Pero tú crees que ellos pueden verdaderamente algo?” ¡Su risa era tan ligera que siempre la escucharé! Acababa de decir la única palabra sabia que yo escuché en el campo. ¡En efecto, ellos no podían nada! Toda esa sanguinaria y grotesca maquinaria de gran guiñol no podía nada. Todo su poder procedía de la vileza de nuestros corazones.

II Domingo de Adviento


4 de diciembre de 2016
(Ciclo A - Año Impar)






  • Juzgará a los pobres con justicia (Is 11, 1-10)
  • Que en sus días florezca la justicia, y la paz abunde eternamente (Sal 71)
  • Cristo salva a todos los hombres (Rom 15, 4-9)
  • Convertíos, porque está cerca el reino de los cielos (Mt 3, 1-12)
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