I Domingo de Adviento


29 de noviembre de 2015
(Ciclo C - Año Par)






  • Suscitaré a David un vástago legítimo (Jer 33, 14-16)
  • A ti, Señor, levanto mi alma (Sal 24)
  • Que el Señor os fortalezca internamente, para cuando Jesús vuelva (1 Tes 3, 12-4, 2)
  • Se acerca vuestra liberación (Lc 21, 25-28. 34-36)
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Carnet de identidad

De sangre soy albanesa.
De ciudadanía, India.
En lo referente a la fe, soy una monja católica.
Por mi vocación, pertenezco al mundo.
En lo que se refiere a mi corazón,
pertenezco totalmente al Corazón de Jesús.

Madre Teresa de Calcuta

Jesucristo, Rey del Universo


22 de noviembre de 2015
(Ciclo B - Año Impar)






  • Su dominio es eterno y no pasa (Dan 7, 13-14)
  • El Señor reina, vestido de majestad (Sal 92)
  • El príncipe de los reyes de la tierra nos ha convertido en un reino y hecho sacerdotes de Dios (Ap 1, 5-8)
  • Tú lo dices: soy rey (Jn 18, 33b-37)
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Oración de una monja anciana

«Señor, tú sabes mejor que yo misma
que cada día envejezco
y que un día seré anciana.

Guárdame de la presunción
de tener que decir algo en toca ocasión
y sobre cualquier asunto.

Líbrame de la gran pasión
de querer ordenar los asuntos de los demás.

Enséñame a ser reflexiva, pero no cavilosa,
servicial, pero no autoritaria.

En mi inmenso acopio de sabiduría,
me duele no seguir dándola;
pero tú sabes, Señor,
que me gustaría conservar un par de amigos al final.

Guárdame de contar particularidades sin fin;
dame alas para ir al grano.

Enséñame a callar
acerca de mis enfermedades y dolencias;
éstas aumentan, y el gusto por describirlas
crece de día en día, de año en año.
No me atrevo a suplicar el don de escuchar con alegría
los dolores y padecimientos de los demás,
pero enséñame a soportarlos con paciencia.

Tampoco me atrevo a pedir una memoria mejor,
sino algo más de modestia y algo menos de certeza
cuando mi recuerdo parezca estaren contradicción con los de los demás.
Enséñame la gran lección
de que a veces puedo también equivocarme.

Mantenme tan afable como sea posible.
Sé que no soy en absoluto una santa
-¡con algunos santos es tan difícil vivir…!,
pero un viejo cascarrabias es sin dudala obra maestra del diablo.

Enséñame a descubrir en otras personas
talentos inesperados,
y concédeme, Señor, el hermoso don
de hacérselos ver también a ellas.
Amén».

Oración de una monja inglesa del siglo XVII

Oración en formato pdf

XXXIII Domingo del Tiempo Ordinario


15 de noviembre de 2015
(Ciclo B - Año Impar)






  • Por aquel tiempo se salvará tu pueblo (Dan 12, 1-3)
  • Protégeme, Dios mío, que me refugio en ti (Sal 15)
  • Con una sola ofrenda ha perfeccionado para siempre a los que van siendo consagrados (Heb 10, 11-14. 18)
  • Reunirá a los elegidos de los cuatro vientos (Mc 13, 24-32)
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Condenarse por amor

(Rose, una ingenua muchacha de 16 años, se ha enamorado locamente de un joven asesino de 20 años, Pinkie, y le ha prometido seguirle en todo y compartir su destino sea el que sea. Pinkie no la ama en absoluto, aunque no deja de conmoverse, a lo largo de la historia, por la inocencia y la entrega de ella. Ambos son católicos y Pinkie vive su situación como certeza de su condenación eterna. Ella acepta también condenarse, con tal de estar con él. El texto narra la conversación que Rose tiene con un sacerdote en el confesonario, después de que Pinkie, su amor, se haya suicidado para que no le atrape la policía. Ella está furiosa consigo misma por no haber muerto con él, y furiosa también con una mujer que la había advertido –acertadamente, por cierto- de que Pinkie no la amaba sino que la estaba utilizando)

Rose apenas distinguía la venerable cabeza inclinada en la reja. El cura respiraba con un silbido en la garganta mientras escuchaba con paciencia la confesión de la muchacha que exponía sus congojas. Detrás de ella, las impacientes mujeres hacían crujir las sillas esperando su turno.

- Es esto lo que me pesa, no haberme reunido con él.

Su voz sonaba desafiante y serena. El sacerdote la animó afectuosamente:

- Continúa, pequeña.

- Quisiera haberme matado. Debí haberme matado.

El cura empezó a decir algo, pero ella lo interrumpió:

- No, no le pido que me absuelva. No quiero absoluciones. Quiero ser como él…Condenarme.

El cura respiró con un nuevo silbido. Rose repitió, monótonamente:

- Quisiera haberme matado. Apoyaba las manos contra los senos, por la intensidad del sufrimiento. No había ido a confesarse, sino a reflexionar. No le era posible reflexionar en su casa, con el fuego por encender, su padre de mal humor y su madre maravillada aún por la gran cantidad de dinero que les había dado Pinkie. Hubiera querido tener el valor de suicidarse ahora, pero le horrorizaba la posibilidad de que en el oscuro país de la muerte no encontrara a su amado…La Gracia, tal vez, podía haber tocado el alma de uno u otro en el último instante. Con voz desmayada dijo:

- ¡Aquella mujer…! Ella sí que debería condenarse para siempre. Decir que él no me quería, que intentaba desembarazarse de mí. No sabe lo que es el amor.

- Quizá tuviera razón, insinuó el viejo cura.

Lunes. Dedicación de la Basílica de Letrán


9 de noviembre de 2015
(Ciclo B - Año Impar)






  • Vi que manaba agua del lado derecho del templo, y habrá vida dondequiera que llegue la corriente (Ez 47, 1-2. 8-9. 12)
  • El correr de las acequias alegra la ciudad de Dios, el Altísimo consagra su morada (Sal 45)
  • Hablaba del templo de su cuerpo  (Jn 2, 13-22)
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Jesús, mi único y verdadero amigo

Jesús,
tú eres el único y el verdadero amigo.
Tú te interesas por todos mis males,
te cargas con ellos
y conoces el secreto para convertirlos en bien;
tú me escuchas cuando yo te cuento mis aflicciones
y sabes consolarme en ellas.

Te encuentro siempre y en todo lugar,
porque nunca te alejas de mí;
y si tengo que cambiar mi lugar de residencia,
no dejo nunca de encontrarte dondequiera que vaya.

Tú no te cansas nunca de escucharme
y de hacerme el bien.
Y yo estoy seguro de ser amado
siempre que yo te amo.

No necesitas para nada mis bienes
y no te empobreces nada
al darme los tuyos.
Y aunque yo sea muy miserable,
y encuentres personas más nobles,
más puras y más santas que yo,
no por eso dejas de ser mi amigo.
Y la muerte,
que me separará de todos mis amigos,
me reunirá contigo.

Ninguna desgracia propia de la edad o de la vida
te alejará de mí, sino que más bien, al contrario,
cuando todo me sea adverso,
Tú estarás más cerca de mí que nunca,
y yo gozaré plenamente de tu compañía.

Tú soportas mis defectos
con una paciencia admirable;
y ninguna de mis infidelidades y mis ingratitudes
te hieren tanto
que no estés siempre dispuesto a volver a mí,
si yo te lo pido.

San Claudio La Colombière

XXXII Domingo del Tiempo Ordinario


8 de noviembre de 2015
(Ciclo B - Año Impar)






  • La viuda hizo un panecillo y lo llevó a Elías (1 Re 17, 10-16)
  • Alaba, alma mía, al Señor (Sal 145)
  • Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos (Heb 9, 24-28)
  • Esa pobre viuda ha echado más que nadie (Mc 12, 38-44)
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Jesús, presente en los enfermos

Oh Señor, haz que hoy y cada día sepa verte en la persona de tus enfermos y que, ofreciéndoles mis cuidados, te sirva a ti.

Haz que, aun oculto bajo el disfraz poco atrayente de la ira, la arrogancia o la demencia, sepa reconocerte y decir: "Oh Jesús, mi paciente, cuán dulce es servirte".

Dame, oh Señor, esta visión de fe, y mi trabajo nunca me resultará monótono. Experimentaré siempre alegría acunando las pequeñas veleidades y los deseos de todos los pobres que sufren.

Oh queridos enfermos, me resultáis aún más queridos porque representáis a Cristo. ¡Qué gran privilegio poder serviros!

Señor, hazme sensible a la dignidad de mi elevada vocación y a la gran responsabilidad que comporta. No permitas que nunca me muestre indigna de ella pecando de dureza de corazón, falta de amabilidad o impaciencia. Y luego, oh Dios, puesto que tú eres Jesucristo, mi paciente, dígnate ser también conmigo un Jesús paciente. Sé indulgente con mis faltas, mira solo mi voluntad de amarte y servirte en la persona de cada uno de tus enfermos. Señor, incrementa mi fe, bendice mis esfuerzos y mi trabajo, ahora y por siempre. Amén.

Madre Teresa de Calcuta